Quisiera decir que hoy es un día mejor que ayer, o un día mejor que mañana, pero el tiempo deja de ser tu amigo cuando recibes una noticia que, aunque ya esperabas, jamás quisiste ver.
Una noticia que aunque quieras ignorar, es un dolor punzante y malditamente constante.
Como cuando sujetabas la fuerte madera y tu dedo quedaba astillado, como cuando mientras cosías te encajaste erróneamente la aguja en las manos, como cuando te enfermaste y tenían que inyectarte una enorme aguja con medicina, como cuando te rompiste el brazo y tuvieron que darte puntadas. Pero esto simplemente es como estar entre muros de espinas y no poder ver la salida.
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Hoy no hay ruta de escape, hoy no hay una flecha que me lleve mágicamente a la inspiración, felicidad, optimismo y resignación, hoy simplemente me encuentro cara a cara con la realidad.
Esa dolorosa realidad en la que descubres que la luna no es de queso, en la que descubres que no existen cosas como los huevos de pascua o aquel simpático y perturbador tipo de traje rojo y barba blanca.
Hoy me veo triste, hoy me veo sola, hoy me encuentro atrapada, hoy no veo la luz de la luna ante mis nublados ojos por la lluvia que haz creado en ellos, hoy me siento impotente, y hoy estoy particularmente molesta porque maldita sea... Por tu culpa me vuelvo a hundir y ya no sé como salir.
