parte con un lime +15 donde uno de los dos está borracho el resto es puro drama :D
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La puerta se cerró fuertemente, sus respiraciones viéndose interrumpidas por el sonido húmedo de ambos labios chocando obscenamente. El aroma a cerveza se derramaba entre los dos muchachos, y las voces salían de la misma manera en que lo harían si hablaran en sueños, porque ambos sentían que estaban en uno, uno muy cómodo. Sus expresiones calmadas abrían la boca y las manos subían rápidas y temblorosas por sus cuerpos, delineando la figura, el calor del contorno ajeno, el tono, el dulzor y la amargura de sus miradas que de vez en cuando chocaban al abrirse sus ojos.
El más alto, del cual emanaba el sabor a cerveza aguada, fue el primero en separarse en búsqueda de aire. Su contrario, más bajo, rubio y de mirada soñadora, tragó saliva y, con los ojos entrecerrados, mordió el interior de su mejilla para calmarse con la vista que tenía frente a él: su compañero de curso que le venía gustando desde séptimo básico lo estaba besando. Tenía las manos en su cintura, sonreía, mordía su labio, su aliento quedaba completamente bajo la realidad de la irresponsabilidad. El rubio soltó un quejido que intentaba ser sólo un suspiro desde un comienzo, y el corazón se le aceleró un poquito más al sentir que las manos ajenas bajaban desde su cintura a un poquito más abajo.
Agachó su cabeza y la apoyó en el torso del contrario. ¡Qué bien le había sentado el aceptar la invitación a la fiesta aquella! No era, usualmente, de pasarla borracho y socializar con sus compañeros de curso, pero a veces se prometía que iría a bailar por unos momentos para olvidar, para intentar asemejarse a sus compañeros. Aún así el bailar se había salido de control cuando el chico castaño se acercó a él, cerveza en mano y con esa apuesta sonrisa de dientes delanteros un poco más grandes de lo común terminando de encantarle.
- JiMin, JiMin... - susurró el más alto, borracho, sus manos ahora en el trasero del nombrado. La lujuria y el cariño, en una mezcla que parecía extraña, se iban tejiendo poco a poco desde su boca hasta los oídos de JiMin, quien se movía al son de las caricias que le proporcionaban. Alzó sus cejas con los ojos cerrados, adivinando la expresión ajena en mitad de la oscuridad de aquella habitación. Podría jurar que seduciendo se veía tan guapo como lo era simplemente serio, o sonriendo: su sonrisa sí que era hermosa. Era lo que había hecho a su corazón dar vueltas descaradamente dentro de su caja torácica, sin reparos ni condiciones previas.
Las bocas chocaron nuevamente, otra vez el aliento a alcohol mareó un poco a JiMin y el mismo fue el primero en caminar, empujando a su amor platónico hacia la cama que sabía estaba ahí. La camisa amarilla del más alto fue lanzada hacia la pared cercana, antes de que JiMin quedara sobre él, apoyando sus antebrazos a ambos lados de la cabeza contraria. Nuevamente, con los besos, las voces surgieron; se caían a pedazos, morían por su cuenta sin concretar palabra alguna, sumidos en la emoción de estar en mitad de un momento tan... ¿precioso?
