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-¡Vamos, YoonGi!—alentó SeokJin a su menor y mejor amigo, llevándolo al patio dentro del colegio secundario, donde se encontraba su objetivo.

-¿¡Qué gano con esto?!—Bramó colérico, liberando su brazo –sostenido por SeokJin- de un fuerte tirón que, lamentaba, llegó a doler. Pero no lo demostró.

-Ya te dijimos, te confiesas al más rarito de toda la escuela y ganas tu dichoso disco de Maaron5 autografiado y dedicado—respondió HoSeok, codeando sutilmente las costillas de su amigo.

-¿Y si acepta?

-Saldrás un mes con él y luego le terminas, y consigues un pase privado para conocer a tu artista. Sabes que tengo muchos contactos, YoonGi—guiñó nuevamente HoSeok, notando las uñas de su pálido y escuálido amigo ser mordidas constantemente por sus dientes.

Min YoonGi era una persona demasiado orgullosa, directa, cortante, con una rutina tediosa, un carácter demasiado agrio incluso para sí mismo. Siempre con sus cabellos castaños desordenados a su gusto, sus notas casuales y algún que otro amigo en su círculo social –un muy pequeño círculo.

Habían apostado, y SeokJin cumplió –robándole un beso a su profesor de Filosofía, JiSung-, también HoSeok –intentó conquistar a Min Jimin (hermano menor de YoonGi), pero se ganó una patada de Jeon Jungkook, su novio, directo a su intimad. Ellos tuvieron la valentía que su flácido cuerpo no poseía, pero era su artista favorito de quien hablamos, ni en sus sueños rechazaría la oportunidad de conocerlo.

Sin embargo, eso implicaba confesar sentimientos que no tenía al chico más extraño y solitario que la maldita universidad pudo albergar: Kim Taehyung.

Mierda, que el chico era extraño. Usaba boinas de marcas, lentes distintos cada día, ropa tan holgada que sus pantalones eran arrastrados por el suelo. Asmático. Nunca hablaba con nadie más que con sus profesores, cursó primer año dos veces. Muy cariñoso con los animales, siempre cuenta sobre su abuela cuando se encuentra comiendo. Nadie lo escucha. Y él se mantiene feliz de ello.

Oh, le iba a costar.

-¿Cómo se llama?—volvió su atención al chico que, justo ahora, jugaba tranquilamente con el agua de la fuente construida en los jardines centrales. El muchacho reía cuando las gotas de agua ya no se encontraban en su mano, y volvía a hundir su extremidad suavemente, maravillándose por la transparencia, y aun así podía visualizar leves colores gracias al sol.

-Taehyung, Kim Taehyung.

-Si no vuelvo, es que me suicidé—aclaró sarcástico, dejando su mochila a sus amigos y caminando con miedo y con dignidad hacia el muchacho.

Atravesó la puerta de cristal que siempre permanecía abierta en verano, pisando el césped verdoso y bien cuidado del jardín. Buscó a su alrededor alguna persona metiche que podría llegar a burlarse de él, y al no encontrarla, volvió su marcha hacia el sujeto.

-Kim Taehyung—llamó su atención en un susurro, un YoonGi sonrojado y tembloroso sólo se veía en milagros, así que mejor pide un deseo— ¿quieres ser mi novio?—formuló con gran dificultad, apretando sus puños como un refuerzo de toda seguridad que prontamente echaría a la mierda.

« ¡Que diga que no!» Suplicó internamente.

Taehyung lo observaba con la boca abierta, parte de su camisa blanca y holgada colgaba sobre su hombro, dejando ver su remera también blanca que no hacía más que cubrir la anatomía del castaño –no tan castaño, había decidido pintar parte de su flequillo en mechas verdosas que quedaban bien.

Analizó un poco más al ajeno de pies a cabeza, desde sus pantalones rotos en las rodillas y muslos, su remera corta de Rolex, y sus ojos bien cerrados para evitar vergüenza. Lo reconoció como Min YoonGi, y sonrió.

PóquerWhere stories live. Discover now