Mi lucha de cada día

Capitulo 1: La llegada

El día de la partida de aquel lugar que me había acogido todo este tiempo, llegó. Fue una despedida larga y triste, sobretodo porque no sabía si los volvería a ver. Pero a la vez estaba deseando volver a casa otra vez.

Adiós

y

hola.

Al llegar al aeropuerto después de 14 horas de vuelo y cambios de avión, estaba agotada pero deseando ver a mi familia. Sobre todo a mi hermana y a mi chico, los había echado tanto de menos.

Llegue a Barcelona con mi pequeña maleta y un libro en la mano. Pase a recoger mi maleta de embarque, y luego me esperaba una cola de aduanas para vuelos internacionales. No era una extraña en el país donde nací, pero el hecho de tener que pasar todas esas puertas me hacía sentir rara y de otro mundo.

Una hora después de mi llegada ya salía por las puertas que me conducían a la salida del aeropuerto donde sabía que mi familia estaba esperando con impaciencia mi llegada. Y afirmativamente ahí estaban. Me alegre tanto de verlos ahí que me salió una sonrisa involuntaria que me ilumino la cara.

¿Pero dónde estaba Claudia, mi hermana?

Mi hermana que cuatro meses antes estaba llorando porque me iba. ¿Y, ahora no estaba allí? Tal vez había pasado algo. La alegría que me había invadido momentos antes estaba dudando en mi cara.

-Hola, cariño- me abrazó mi madre mientras mi padre me sonreía.

-Hola- digo intentando sonreír como antes. -¿Dónde está Claudia?

-Hola amor- me abraza Daniel y me besa en los labios. Como había echado de menos esos besos. No puedo evitar sentir mariposas en el estomago otra vez. Ha sido realmente una prueba a nuestra relación este viaje.

Mis padres se vuelven a mirar mutuamente pero es a Daniel a quién miro.

-Creo que es mejor hablar de esto en casa- responde mi padre.

-¿A pasado algo?- pregunto preocupándome aun más.

-Mejor hablar de esto en casa- repite mi padre tajante. Miro a mi madre sin decir más.

Daniel recoge mis maletas y nos dirigimos hacía el aparcamiento del aeropuerto. Le cojo de la mano para sentirme más segura. Pero no lo acabo de conseguir.

No estoy muy segura pero noto algo de nerviosismo en su mano, hecho que no me hace sentir mejor.

Estamos todo el viaje en coche hasta casa más callados de lo que yo hubiera esperado, esta llegada está siendo totalmente un desastre, me la había imaginado totalmente distinta.

-¿Qué tal por ahí?- pregunta mi madre rompiendo el hielo- ¿Ya tenias ganas de volver?-

-Muy bien- respondo recordándome de todo lo vivido. –Ha sido para no olvidar-.

El hecho de no tener mucho internet para mantener el contacto con mi familia a diario, todos esos meses me da la oportunidad de explicar todo mi viaje con lujo de detalles. Y es lo que hago durante todo el trayecto a casa, explicar muchas cosas de las que he vivido en mi viaje.

No explico como de duro fue el principio de estar allí, las ganas que tenia de volver a casa y lo sola que me sentía. Donde lo único que tenia eran los escasos libros que me lleve. Pero a medida que los días pasaban me iba sintiendo mejor y más tranquila. Cada vez tenía más confianza con la gente de ahí y cada vez me sentía más cómoda, hasta llegar el día de mi partida donde todos nos pusimos a llorar. No solo por el hecho de que los echare mucho de menos, sino también por el cariño y el amor recibido. No lo voy a olvidar nunca.

- Es todo impresionante como esa gente que no tiene más que tú, y que seguramente nunca lo va tener; te enseña el valor de las cosas y sobretodo te enseña el valor de las personas...- no termino la frase porqué ya estamos delante de casa.

- Me parece impresionante- intenta que continúe explicando Daniel.

Pero estoy más pendiente de entrar en casa, que de explicar más sobre mi viaje. Quiero saber que ha pasado y sobretodo quiero saber que puede haber hecho que mi familia este tan rara.

Daniel es el primero en bajar. Abre el maletero y coge las maletas voy a ayudarlo.

Llevo mis maletas a mi habitación subiendo las escaleras y pasando por delante de la habitación de mi hermana. Tiene la puerta cerrada. Qué extraño. Tal vez no está en casa. Dejo la maleta encima de mi cama y voy a abrir la puerta de la habitación de mi hermana como he hecho y hago siempre sin llamar a la puerta.

Y allí esta ella, estudiando para la "Selectividad" prueba de evaluación para poder entrar en la universidad.

-Hola- le digo acercándome a ella y viendo que estudia.

-Hola- me responde aun concentrada en sus estudios. –Un momento- me marca con la mano sin mirarme aun. Termina el parágrafo y se me lanza encima con un abrazó. Casi caemos al suelo.

- ¿Qué tal? ¿Cómo ha ido? ¿Te ha gustado? Cuéntamelo todo- me aborda con preguntas.

Le empiezo a contar las cosas más relevantes que me han pasado y le enseño las fotos que he hecho del viaje que tengo en mi móvil. Continua haciéndome preguntas y se las respondo encantada. Sin darme cuenta que pasa el tiempo y que Daniel está al lado de la puerta mirándome asombrado y escuchándolo todo.

Cuando me doy cuenta y lo miro, se me queda mirando con una mirada de sorpresa. Mira a mí alrededor sin entender nada y solo me pregunta si estoy muy cansada.

A lo que respondo que no. Se va sin decir nada más. Miro a mi hermana y levanta y baja los hombros dándome a entender que tampoco entiende el comportamiento de Daniel.

-Me voy a la ducha que llevo muchas horas con esa ropa y me siento muy sucia- le digo a mi hermana.

Asiente.

Al cruzar la escalera para ir al baño para ducharme no puedo evitar oír a Daniel y mis padres hablando en el comedor.

-No creo que este actuando- oigo a Daniel. –Creo que realmente la ve-

-¿Y cómo la puede ver? –pregunta mi padre. –No está-

-No lo digas así...- dice mi madre y noto que se le rompe la voz.

-Es así, Mérida- responde mi padre.

-No creo que se dé cuenta, tal vez solo está cansada, esperemos a mañana- dice Daniel.

-De acuerdo- responde mi padre.

-¿Te quedas a comer?- pregunta mi madre.

-Si- responde Daniel.