Capítulo 20: Another person

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-¡¿Cómo puede ser tan maldito?!-Lavaba los platos con furia, sentía la esponja incrustarse en mis manos, la espuma escurría hasta el piso. Mientras me encontraba con la mirada fija de Sam. Estaba segura de que quería correr muy lejos de mi.- ¡No es posible que me pida ser plato de segunda mesa!

Sam suspiró. Se acercó hacia mí, y me quitó la esponja de las manos suavemente, la dejo a un costado y me miró con pena.

¿Por qué me miraba así? O sea yo ya estaba acostumbrada a mi mala suerte. Lo sabía desde hace muchos años atrás.

-Alex...-Dijo Sam con una voz extremadamente dulce. Aun así la observé, especialmente porque estaba usando un tono jamás utilizado así conmigo.-...No creo que debas seguir esperando.

Sus palabras entraron firmes por mis oídos, esas palabras llegaron tan directas a mi cerebro que me hicieron temblar. Me dolieron, toda la pena acumulada, exploto. Era lo más obvio, y yo no quería asumirlo, ya que inconscientemente, siempre lo estuve esperando.

Para que negar todo, siempre tuve la leve esperanza...

Ese día tuvimos una tarde de chicas, vimos muchas películas románticas en la cual terminamos llorando. Loretta se había ido con Damián. Ya no me quedaban ganas para salir con él. Después de lo que había pasado, hubiese sido mas un suplicio que otra cosa, porque estaba completamente segura de que él intentaría hablarme a penas tuviera la oportunidad.

-¡Él la quiere! ¿Por qué no pueden estar juntos?-Dije sorbiéndome los mocos con un pañuelo.

-¡Por que sus padres no la apoyan! ¡Él es pobre!-Dijo Sam casi en las mismas condiciones que yo.

-¿Por qué tiene que ser tan injusto?-Pregunté nuevamente, estábamos viendo The Notebook. Nos sabíamos el final de memoria, pero aun así la volvíamos a ver una y otra vez.

Ya eran las ocho de la noche, en cualquier momento llegaría Damián a dejar a Loretta. Me quedaba pensando; era la primera vez que ella estaba sola con él. Cuando le dije pareció igual de feliz, ella solo quería recuperar el tiempo perdido, al igual que él.

Mientras esperábamos, con Sam tomábamos una pequeña copa de vino. "Pequeña" o eso intentábamos. En eso, el timbre sonó y yo casi me ahogue de un trago.

-Sam, ve tú, por favor- Suplique, Sam alzó una ceja incrédula.

-No seas cobarde, Alex. Además lo ves todos los días.-Pensando en que estaba actuando como una niña, me levanté a duras penas.

Prácticamente me arrastre por el piso hasta llegar a la puerta. Suspire unas tres veces antes de abrir.

Ahí estaban de pie ambos, mirándome con mucha felicidad.

-¡Mami!-Gritó Loretta antes de lanzarse a mis brazos.

-Loretta, ¿cómo estas?-A toda costa trataba de evitar la mirada del idiota. Me intimidaba mucho, por lo que prefería mirar a mi hija, ella era mucho mas bonita que cualquier infeliz.

-¿Cómo estas, Alex?-Pregunto el maldito de Damián. ¿Por qué tenia que hablar? No era necesario. Podía solo dejarme a la niña y marcharse.

-Bien, gracias-Respondi con la mirada gacha, solo mirando a mi hija, que al final me traicionó.

-¡Tia Sam!-La niña corrió hasta mi amiga dejándome sola con él.

¡No, Loretta! ¡Vuelveeeeee!

-¿Estas bien?-Se acercó a mi con preocupación, su ceño estaba fruncido suavemente. Su mano se poso en mi mejilla.

-¿Por qué preguntas?-Recalqué. Me encargaba día y noche de que no se me notara mi mala suerte, y la pena que llevaba día a día en mi rostro. Básicamente "una cara de mierda"

Cooking Our LoveWhere stories live. Discover now