Capítulo 8°: Quiero que se sienta bien.

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La manera en que Bal me había levantado, como si pesara menos que una pluma, para dejarme sobre el mesón de su cocina y separar mis muslos desnudos... aún seguía demasiado fresca en mi memoria.

Era casi como su pudiera sentir sus labios contra mi húmedo sexo, su lengua, presionando, enrollándose, penetrando... todo era demasiado vivido y tener al protagonista de mis recuerdos calientes tan cerca no lo hacía más fácil. Solo esperaba que no se diera cuenta de lo que estaba pensando, aunque la manera en la que apretaba los muslos y mordisqueaba nerviosamente mis uñas debía estar dándole una idea.

Un áspero carraspeó de su parte llamó mi atención, no había querido mirarlo en todo el camino del instituto al departamento, eso no hacía que las cosas con mi lívido fueran más amenas, en realidad solo lo empeoraban porque, joder, mirar su atractivo rostro o su cuerpo fuerte ponía mi cuerpo a latir de necesidad.

— ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó con voz más profunda de lo normal.

No quería hacerlo... pero la tentación fue más grande, así que miré hacia su regazo y me perdí unos segundos en el contorno que se presionaba contra sus pantalones.

Tragué duro antes de contestar.

—Muy bueno —mi voz salió ligeramente temblorosa, nunca me había sentido incomoda de esta manera ¿Cuál sería la manera correcta de definirlo? ¿Calientemente incomoda? —, me estoy haciendo amiga de una chica de mi clase, quería que saliera con ella pero lo postergue para el próximo fin de semana.

—Si quieres podemos aplazar lo nuestro para que puedas salir con tu amiga —me miró, sus ojos eran puro fuego... y la sonrisa en su rostro era tan malvada.

—Claro que no —respondí con las mejillas encendidas—. No me depilé para nada —susurré, pero sus súper oídos, al parecer, captaron mis palabras, porque comenzó a reír.

—Vamos arriba y me sigues contando de tu amiga, no quiero que trasnoches, mañana es un día importante... aprenderás a cocinar —pero todo en su expresión corporal decía que era mucho más, como si quisiera que descansara esta noche para poder agotar mis fuerzas al día siguiente. No me oponía a la idea.

— ¿Me vas a... invitar a pasar a tu departamento? —miré la correa de mi mochila para que no viera que tan coloradas estaban mis mejillas, era algo que ocurría con mucha frecuencia, sobre todo cuando recordaba cómo había sido mi última experiencia en su cocina.

—Mm-hm —musitó en afirmación—, en realidad, te iba a pedir que pasaras un rato.

—No sé si debería estar un poco preocupada o solo disfrutar del que hayas cambiado tan rápido de parecer con respecto a eso de tú yo terminando ¿debo agradecerle a alguien por abogar por mí o darle más créditos a mi insistencia?

Bal dobló en la siguiente calle, ya estábamos llegando al edificio.

—Aún no estoy seguro de que sea lo mejor, es en lo que más pienso cuando no estamos juntos —admitió y pude reconocer la sinceridad en sus palabras, quizás no debí sacar el tema— pero cuando te veo... se me olvidan todas las razones que tenía para no besarte.

—Deja de pensarlo tanto —dejé mis nervios y calentura de lado para poner mi mano sobre la suya—. A veces también me pasa, pienso que estar separados me ahorraría un montón de problemas y dolores de cabeza... pero entonces recuerdo cómo me sentía cuando estaba lejos de ti. No quiero volver a sentir eso, siempre he sabido que estoy sola pero nunca me había sentido de esa manera hasta entonces.

Ladrón de Corazones 6#LRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora