Capítulo 15: Deberías decir "lo siento".

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— ¿Por qué te estás trenzando el cabello? —pregunté, tratando de romper el silencio que inundaba la cabina de mi camioneta mientras viajábamos hacia la clínica en donde estaba su madre.

—Para mantener mis manos ocupadas en algo que no sea golpearte —gruñó, aun enojada, y no me extrañaba nada.

Es más, me gustaba, lo que era un poco enfermo en vista de que su enfado iba dirigido hacia mí.

—Ya te dije como fueron las cosas, Sofía —traté de mantener el tono más diplomático posible y no sonreír cuando me dedicaba esas miradas fulminantes—. Fue tu madre la que me llamó y pidió ayuda.

—Y debiste habérmelo dicho en cuanto sucedió. A todo esto ¿Por qué demonios mi mamá iba a tener tu número de teléfono? —parecía cada vez más alterada.

—Se lo di el día que te saqué de la comisaría —ese había sido un buen día, y las mejillas rojas de Sofí lo sabían—, le dije que no ibas a volver a ese lugar, así que, si quería contactarse contigo, debía llamarme.

— ¿Y por qué iba a llamarte a ti si tiene mi número?

—Primero, en ese instante no lo pensé, creí que podía hacer de mediador o qué sé yo. Segundo, cambiaste tu número luego de irte a la casa de tus tíos, lo sé porque intenté llamarte y siempre me mandaba al buzón. Tercero, yo le di tu número nuevo —confesé sin temor a cavar mi propia tumba.

— ¿Intentaste llamarme? —su mirada se suavizó solo un poco—. No importa, está muy mal que tengas una relación secreta con mi mamá a mis espaldas, Bal, no te voy a perdonar.

—Eso suena retorcido, no tengo ninguna relación secreta con ella. Me llamó, me dijo que quería dejar toda la mierda en la que estaba metida, la ayudé a entrar en la clínica en que esta y voy a verla de vez en cuando para asegurarme de que siga ahí. Fin de la historia.

— ¿Quién paga la clínica?

—Entra dentro del presupuesto de mi nuevo sueldo —me encogí de hombros.

— ¿Cuántas veces al mes la vas a ver?

—Todos los domingos, es agradable hablar con ella cuando no se comporta como una psicótica... pero por lo general nuestras charlas se limitan a hablar de ti y de lo poco que te convengo, según ella.

—Ajá, así que fue ella la que te lavo el cerebro con esas ideas de que eras mucho mayor que yo y que por eso no somos compatibles y dios-sabe-que-más —bufó, viéndose cada vez más cabreada, por lo tanto, más linda.

—Soy mucho mayor que tú, no somos la pareja más compatible... pero los polos opuestos se atraen y recuerda que aún estoy legalmente casado. Esas cosas no han desaparecido, Sofí, pero lo que siento por ti las supera, a todas ellas —tomé su mano, gracias a dios no se resistió cuando la llevé a mis labios para besarla.

— ¿Y si resulta que le gustas y por eso te quiere alejar de mí? —ahora sí me quitó su mano.

Verla más asustada que enojada me hizo sentir terrible, no me gustaba que se sintiera de esta forma, como si todos los avances que habíamos conseguido hasta ahora se vieran amenazados por una tontería.

—No le gusto ni un poquito, lo digo en serio —traté de tranquilizarla justo cuando estábamos llegando a la clínica.

Dejé que Sofí bajara primero y pasara los controles de seguridad y registro mientras yo iba a estacionar la camioneta, era un protocolo que solía tardarse un poco, le dije que nos encontraríamos en la recepción, lo que me hizo merecedor de otra de sus miradas desagradables, en vista de que era tan obvio que ya conocía el sistema del lugar.

Ladrón de Corazones 6#LRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora