Capítulo 90

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Narra Malú

Tuvimos una pequeña demora del vuelo y como viajamos de madrugada, Lucía se ha dormido, pobre, intentó aguantar tanto como pudo para ver lo que era un ave, pero no logró. Me siento tan rara ahora, Vane carga a la pequeña en sus brazos mientras hacemos el abordaje, yo voy un poco mas adelante, con el bolso de mano donde guardo todas nuestras cosas y la muñeca favorita de Lucía. ¡Joder! Si que somos una familia.

Las personas del aeropuerto nos conocen mas que bien, nos han ayudado una y mil veces a pasar desapercibidas y ahora que nos ven como la familia que somos, noto la alegría en sus rostros.

Si bien vamos en primera fila y hay poca gente, dada la hora, inevitablemente, las miradas de los pasajeros se posan en nosotras antes de acomodarnos en nuestros asientos, pero no me molesta, para nada, me siento tan orgullosa y feliz, y a Vane la noto igual, por lo que aprovecho para robarle un par de besos, sin importar quien este viendo.

-Déjame cargarla a mí.- Pido.

-No hay problema, si no pesa nada, ni molesta.-

-Es que la quiero llevar yo.- Digo haciendo voz de peque, lo que hace que Vane ponga su cara de boba que tanto me gusta.

Narra Vane

-Señores pasajeros, debido a unos problemas climáticos en la ruta que debemos coger, nos vemos obligados a hacer un desvío. Aterrizaremos en breve. Esperamos vuestra comprensión. Muchas gracias.- Anuncia una de las azafatas, lo que hace que despertemos.

Es un viaje largo hacia las Maldivas, miro el reloj, apenas han pasado dos horas. Lucía sigue durmiendo profundamente, la ventaja de ser peque.

-Buenos días, amor.- Dice Malú y me da un beso.

-Buenos días. Parece que nuestro viaje será aventurado.- Respondo y vuelvo a besarla. -Disculpe, señorita, ¿dónde estamos?- Pregunto a una azafata.

-En Alemania. Tendremos que permanecer aquí hasta que las condiciones climáticas mejoren.- Responde.

-¿Alemania? Vaya sorpresa. Me encanta este país, tenemos bonitos recuerdos.- Dice Malú mirándome con picardía. ¿Y habrá que esperar mucho?- Pregunta.

-Me temo que sí, varias horas.-

-Pues bueno, si no hay alternativa, mejor descendemos.- Dice levantándose.

Sin más, bajamos y despertamos a Lucía para que pueda mirar todo. Otra cosa increíble de nuestra niña, jamas despierta de malhumor, todo lo contrario, lo hace sonriente y cariñosa, nos llena de besos.

-Bueno, pues a pasear.- Dice Malú

-Gorda, no podemos dejar el aeropuerto.-

-Ay, ya Vane, has oído a la azafata, tardarán horas en tener otro vuelo. Anda, vamos y si lo perdemos, cogemos otro.- Dice encogiéndose de hombros. -Y por las maletas, ni te preocupes, que ya hablé con la gente de la aerolínea.- Agrega.

-¡Paseo, paseo, paseo!- Grita Lucía y Malú se une a ella.

-Ya, ya, ya, vamos. Ay, lo que me hacéis hacer.- Digo rodeando mis ojos.

Salimos del aeropuerto, Lucía camina en medio de las dos, tomándonos las manos, recorremos un poco la ciudad, sin dudas es preciosa, y nuestra niña está fascinada, mira con admiración cada lugar que vemos.

-¡Mira! ¡Bicicletas! Como en Ámsterdam, amor.- Dice Malú entusiasmada. Sonrío al ver su reacción.

-Pues, vámonos.- Digo.

Nos montamos cada una en una bici, a Lucía la subimos en un asiento para niños y continuamos el paseo, ahora en dos ruedas. Recorremos un buen trayecto de la ciudad, hasta que Malú se detiene en seco al oír a una banda tocar.

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