S I E T E.

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Maratón 1/3

Capítulo siete: De vuelta al inicio.

Pov Charles.

11 años atrás...

16 de julio del 2000, Nueva York.

—Hijo, nos vamos mañana. Conseguí compradores y vendrán hoy para firmar los papeles. —informó su madre. El castaño se encontraba inmerso en sus pensamientos hasta que su progenitora lo devolvió a la realidad — ¿Le dijiste a Kate? —inquirió la mujer y el joven negó, volviendo a perderse en sus pensamientos.

—No sé cómo podrá reaccionar —confesó mientras miraba un punto invisible a través de la ventana. Se sentía angustiado ante el hecho de decirle o no a la pelinegra sobre su partida. 

—Tienes que decirle, Charles, y lo sabes —el sabía que su madre tenía razón, sólo asintió y suspiró. Se levantó lentamente y salió de la casa para ir a la de su amiga. Durante el camino pensó mil maneras de decirle sobre la mudanza a la pelinegra, pero ninguna le resultaba una buena opción.

La madre de la pelinegra trabajaba ese día y le había dejado un mensaje para su amiga. Él sabía que la chica debía estar durmiendo, así que procuró no hacer mucho ruido. Entró a la casa con la copia de la llave que le había dado la madre de la pelinegra, y luego de cerrar, fue a la habitación de su amiga y la miró antes de gritar fingiendo estar feliz;

—¡Ya son 10 años! —gritó con la mejor sonrisa falsa que tenía, y la despertó con un silbato. La joven gruñó, provocándole una sonrisa genuina.

—Joder, Charles. Me arruinaste mi sueño —se quejó la pelinegra antes de reírse de lo que dijo, y el joven sonrió mirándola con ternura. La joven abrió los ojos y él no pudo evitar sentir su corazón acelerarse.

La miró por un momento, para grabar todo en su mente; su cabello negro azabache que llegaba hasta sus hombros, sus ojos cafés que lo miraban curiosos, su piel olivácea que él tanto deseaba tocar con sus manos y hacerle cosas que un amigo no debería hacer, sus labios carnosos y rosados tan apetecibles. Su amiga lo acompañaba cada vez que iba al gimnasio, y había desarrollado un buen cuerpo como resultado.

—¿Qué miras Charlesito? —cuestionó burlona, sacándolo de su trance. Apartó la mirada y se rió por lo incómodo que se sintió durante un momento, mientras intentaba ocultar el leve sonrojo en sus mejillas —. ¿Charles? 

—Sólo miraba tu horrible grano —se burló el joven con lo primero que le pasó por la mente y la pelinegra lo fulminó con la mirada antes de tocar todo su rostro en busca del grano mencionado.

—Imbécil. —Gruñó ella antes de continuar. — Sé que soy hermosa, hasta con granos en el rostro —el ego fingido en las palabras de la joven se hizo presente.

—Ajá, claro, si tú lo dices... —susurró divertido, ganándose una mirada fulminante de parte de su amiga. La pelinegra se levantó de la cama para adentrarse al baño y mirarse al espejo. El joven agradecía que no lo estaba mirando, así podía sonreír mientras la observaba.

—Más te vale no estar en mi habitación cuando salga —advirtió la pelinegra mientras extirpaba el grano en su rostro.

El castaño bajó hasta la cocina y decidió hacer el desayuno, una lágrima escurridiza se le escapó y la limpió rápidamente. Sentía varias punzadas en el pecho a cada que pensaba en el hecho de separarse de la pelinegra. Decidió dejar su mente en blanco y seguir cocinando.

She is the FriendWhere stories live. Discover now