La especie dominante

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Siempre creyeron que íbamos a ir por ellos. Con sus estructuras de metal, sus cajas forjadas en el esclavismo de aquel que tiene menos y sus sociedades organizadas, juraban que eran los dueños de aquel trocito de Universo al que llamaban hogar. Tan en la cúspide se creían que pensaban que tenían el derecho a decidir quienes podían vivir y quienes no; porque después de todo, ellos eran superiores. Desde pequeños se les inculcaba la supremacía que tenían sobre las demás especies, y se referían a ellos mismos como "animales racionales".

Antes de llegar, nos sorprendimos al saber que éramos parte de su cultura popular, aunque no teníamos nada que ver con aquellos seres antropomórficos que aparecían en las grandes pantallas. Creían que íbamos a bajar del cielo y llamar por su líder, sin embargo, realmente no estábamos interesados en ellos y sus extrañas proyecciones, sino en unas formas de vida más interesantes. ¿Con quién nos íbamos a comunicar sino con las hormigas? Tan discretas en un mundo de gigantes, y tan complejas en su pequeño mundo. Sus habilidades de comunicación arcaicas pero intrigantes eran perfectas para seres como nosotros. Superaban en billones a aquellos que se hacían llamar la especie dominante y estaban dispersadas en todos los continentes en numerosas colonias de organización perfecta.

Cuando establecimos contacto por primera vez en esta parte de la Galaxia, sólo ellas eran capaces de escuchar nuestras emisiones. Al saber esto, transmitimos el mismo tipo de señal a cada una, en todo el mundo y se comprometieron a ayudarnos con sólo una cosa a cambio: ser la nueva especie dominante. Sus cuantiosas tropas están avanzando listos para atacar y ellos aún no lo saben. Cuando se den cuenta será demasiado tarde.

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