Esa manera de dejarme ser,
en la alfombra azul,
en el piso, lo mismo daba.
Esa forma de adaptarse a los nuevos espacios,
a las nuevas formas y normas.
Adaptarte a esos espacios que te tocaban
y también reprocharlos.
Como extraño los reproches,
eran especiales, espaciales, cósmicos, energéticos,
sobre todo.
Pero del espacio ese, que era nuestro.
Y de la alfombra azul,
las luces minimas, difusas,
de toda la casa,
las veia en tu cara, se posaban en ella.
Y la brisa, que penetraba como penetraba ese espacio.
Tan mío, tan tuyo, tan nuestro
y también del resto, y los restos. De otros.
Ahi está la alfombra azul ahora,
y yo acá de este otro lado,
a kilometros, siendo.
Como vos me dejabas,
y como cuando vos me dejabas.
Teníamos que acurrucarnos,
con ese calor que trae el viento,
en verano o en invierno,
ahi era primavera y otoño.
Y abrazar el almohadon,
o a nosotros.
Asi era. El almohadon, o tu torso,
el almohadon de colores o nosotros,
siempre prefiriendo los colores para no enamorarme
para no enamorarme de vos.
De tus manos poderosas,
poderosamente frias, que ahora extraño
y extraño esa manera, la nuestra.
Tu manera de hacerme lugar en tu espacio,
el tuyo que era mio.