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Ambos chicos comenzaron su viaje hacia lo desconocido,. Dónde su mayor enemigo serían ellos mismos.

Uno a un lado del otro. Tal y como siempre había sido. Ambos contaban cosas bobas con la finalidad de hacerse reír mutuamente; pero sin embargo, algo se sentía diferentes entre ambos, un aura, un sentimiento, algo...

Era difícil de explicar, como si el tiempo se congelará, dándoles el lujo de sentir más, de mirar más, de apreciarse más y finalmente de ser más humanos. De alguna manera así se sentían. Era una tranquilidad y una sensación increíble, todo encajaba en ese momento, el sol, el cantar de las aves, los sonidos del bosque, el aroma. Todo. Había pasado un tiempo entre ellos, había sido realmente un buen rato pero, Dipper no sabía dónde estaban, se había distraído y cuando cayó en cuenta que estaba siguiendo a Mabel, se molestó. Se molestó no con Mabel, por su puesto que ella no tenía la culpa de su idiotez y distracción. Se molestó con sigo mismo por ser tan irresponsable y ponerlos a Amonos en riesgo, no sabía ni dónde estaban, juraba que nunca había ido a esa parte del bosque.

-Mabel, ¿Dónde estamos? ¿Y cuánto tiempo llevamos caminando? -preguntó serio.

-No lo sé... pero de igual manera, ¿A quien le importa eso? Digo creí que íbamos a algún lugar, pero sin embargo ahora estamos perdidos -dijo risueña. La sonrisa de Mabel si bien parecía creíble ante los ojos de los demás, para Dipper era más bien una risa forzada. Lo había notado antes pero no le tomo importancia hasta ahora-. Pero, ¿Debe de haber alguna casa por aquí, no? O no sé, alguien que nos ayude. -parecía cambiar repentinamente su estado de ánimo, pues después de decir aquello parecia más nerviosa y más sería, e incluso un poco pálida. Mientras lo ocultaba bajo esa máscara de aparente felicidad.

-Deja de jugar -dijo con cierto enojo- ¿Dónde estamos? -la tomó por los hombros y la miró. Sus ojos estaban cristalinos pero parecía no querer ceder al llanto.

-¡ESTAMOS PERDIDAAS! -gritó cómicamente, soltándose del agarre de Dipper- perdidas... perdidas... -dijo ya con un tono más moderado use echó a reír son parar, sujetándose el estómago.

Dipper no sabía si reír, llorar o molestarse más. La actitud de su hermana era algo que odiaba y más en momentos serios. Primero la miró con algo de enojo y odio, pero finalmente rió internamente por la broma de su hermana, aún que claro, no se lo demostraría.

-Ya dejá de hacer bromas tontas al respecto. Mabel, te lo pondré fácil. ¡No tenemos ni puta idea de dónde estamos! -le gritó a Mabel, hacía ademanes con las manos.

-No me grites... -dijo triste dejando de reír. Poniendo una cara triste y tierna a la vez, pues parecía asustada, nerviosa y triste. Todo en uno. Y de la nada comenzó a llorar-. ¡Perdón! ¡No sé en donde estamos! ¡Y no sé si alguien nos ayudará o no! -gritó entre leves sollozos.

-Al menos su tristeza luce real. -pensó Dipper, rodó los ojos y se a cerco a ella- Está bien, ya no llores. Yo lo resuelvo, ¿Bien? -dijo mientras la abrazaba, acariciando su espalda y dando leves palmaditas en esta-. Déjame pensar, ¡Mi celular! ¡Claro! ¿Cómo no lo pensé antes? -se separó de ella y comenzó a trasculcar las bolsas de su pantalón. Mabel se mordió el labio y volteó rápidamente a todos lados y entonces vio ahí lo que podía ser o no, su perdición.

-Yo... Creó que escuché algo o a alguien en aquella dirección -señaló un camino en el bosque-. Hay que ir, quizá allá alguien que nos pueda ayudar. -dijo tomándolo de la mano y forzando lo a caminar.

-Deja de ser tan imprudente. ¿Y que tal si es un oso?

-Vamos, no seas paranoico. ¿Que es lo peor que puede pasar? -dijo sin soltar a Dipper.

Eres mi niño Where stories live. Discover now