Capítulo 6: Lecciones de vuelo (Capitulo muy triste)

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Narra Sophia:

Harry me dijo que nunca había creído que pudiera existir un chico al que detestara más que a Dudley, su primo, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy. Sin embargo, nosotros, de Gryffindor, sólo compartíamos con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no teníamos que encontrarnos mucho con él. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia ayer en la sala común de Gryffindor; que nos hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

-Perfecto -dijo en tono sombrío Harry -Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy.-

-Ya Harry, tranquilo -Le calme. -Yo estaré ahí, y estuve leyendo en unos libros que me presto Fred que hay un buen hechizo, que creo que se llama dismayu... desmayu... desmayo... algo así. Y si se llega a burlar del mejor volador de escobas del mundo lo medio-mato con ese hechizo.

Aquella tarde, a las tres y media, Harry, Ron, yo y los otros Gryffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a nuestra primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo nuestros pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia. Los Slytherins ya estaban allí, y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo. Yo y Harry habíamos oído a Fred y a George Weasley quejarse de las escobas del colegio, diciendo que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda. Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.

-Bueno ¿qué estáis esperando? -bramó -Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.

Mi escoba era relativamente nueva, la mejorcita de las que estaban ahí. -Extended la mano derecha sobre la escoba -nos indicó la señora Hooch -y decid «arriba».

ARRIBA! -gritamos todos. La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, pero fue uno de los pocos que lo consiguió junto conmigo.

La de Hermione no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto. «A lo mejor las escobas saben, como los caballos, cuándo tienes miedo», pensé, y había un temblor en la voz de Neville que indicaba, demasiado claramente, que deseaba mantener sus pies en la tierra. Nos puso de nuevo en nuestros lugares.

-Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada -dijo la señora Hooch. -Mantened las escobas firmes, elevaos un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos... Pero Neville, torpe, como siempre, dio la patada antes de que sonara el silbato.

-¡Vuelve, muchacho! -gritó, pero Neville subía en línea recta, como el corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... Harry, Ron y yo le vimos la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vimos jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y... BUM... Un ruido horrible y Neville quedó tirado en la hierba.

Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido y desapareció de la vista. La señora Hooch se inclinó sobre Neville, con el rostro tan blanco como el del chico.

-La muñeca fracturada -la oímos murmurar. -Vamos, muchacho...Está bien... A levantarse. -Se volvió hacia el resto de la clase. -No debéis moveros mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejad las escobas donde están o estaréis fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardéis en decir quidditch. Vamos, hijo.- Dijo llevándose a Neville.

-¿Habéis visto la cara de ese gran zoquete? -Los otros Slytherins le hicieron coro.

-¡Cierra la boca, Malfoy! -dijo Parvati Patil en tono cortante.

-Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? -dijo Jennifer Taylor, una chica de Slytherin muy hiriente y malvada. Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati.

-¡Mirad! -dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba. - Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom. -La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.

-Trae eso aquí, Malfoy -dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos.

-Harry, no...-Trate de advertirle, pero era demasiado tarde. Malfoy sonrió con malignidad.

-Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué os parece... en la copa de un árbol?-

-¡Tráela aquí! -rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba.

No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó:

-¡Ven a buscarla, Potter! -

-Harry, no. Solo quiere provocarte... -Dije e hizo caso omiso. Harry cogió su escoba.

-¡No! -Grite. - ¡Te harás daño Harry!- Harry no me hizo caso.

Le ardían las orejas. Estaba necio. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. El aire agitaba su pelo y su túnica, silbando tras él... Era tan lindo, a pesar de que rompía las reglas. Subió la escoba un poquito más, Umm... se veía tan hermoso volando... ¡Que bello se ve! Ah... Tan enamorada y loca por él estaba que empecé a gemir y gritar. Mi hermana me miro peor que a trapo sucio, y las otras chicas de Slytherin solo se rieron de mí. Dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire. Éste lo miró asombrado.

-¡Déjala -gritó Harry -o te bajaré de esa escoba!

-Ah, ¿sí? -dijo Malfoy, tratando de burlarse, pero con tono preocupado.

Tengo la certeza de que Harry sabía, de alguna manera u otra, lo que tenía que hacer. Se inclinó hacia delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Malfoy como una jabalina. Malfoy pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Yo casi me desmayo de solo de pensar que se hubiera hecho daño. Pero Ron me agarro. De alguna manera, él sabía que Harry y yo éramos algo diferente a los amigos comunes.

-Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, Malfoy -exclamó Harry. ¡Así Harry!

-¡Atrápala si puedes, entonces! -gritó. Giró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba.

Harry vio que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con mis gritos. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.

-¡HARRY POTTER! -Mi corazón latió más rápido que nunca. La profesora McGonagall corría hacia ellos.

Se puso de pie, temblando.

-Nunca... en todos mis años en Hogwarts... -La profesora McGonagall estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia. -¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...

-No fue culpa de él, profesora... -Trate de decir.

-Silencio, Granger. -

-Pero Malfoy... --Trate de decir de nuevo.

-¡Ya es suficiente, Granger!. Harry Potter, ven conmigo.- En aquel momento, Pude ver a Harry mientras andaba inseguro tras la profesora McGonagall, mirandome con tristeza de vuelta al castillo.

Lo iban a expulsar; lo sabía. Quería decir algo para defenderlo, pero la profesora no me dejo. La profesora McGonagall andaba muy rápido, sin siquiera mirarlo. En diez minutos estaría haciendo su maleta. Lo perderé, para siempre, es un hecho. El sufrimiento no me dejaría vivir. Caí de rodillas al suelo y luego caí completa sobre mi lado derecho.

Al caer, Rompí en Llanto. Perdería a la persona a la que en solo una semana y media, llegue a amar infinitamente. Ron y Hermione trataron de levantarme, pero no me deje. Lo único que escuchaba era La risa de Malfoy, Las canciones burlonas de Ingrid, Jennifer y las otras chicas de Slytherin y... Mis propios sollozos. Pasaron varios minutos, hasta que la señora Hooch me levanto y empecé a patalear. Me dejaron en mi habitación.

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Amor de primer curso | Harry Potter y Tu [Terminada][Editando]Where stories live. Discover now