Verdades

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Orlando ayuda a sostenerme y nos damos vuelta para encarar a Chris. Tiene los brazos cruzados y nos mira sospechoso.

—Estaba a punto de desmayarme, Chris. ¿Qué pasa?

—¿Quién es éste? —pregunta Chris señalando a Orlando con la barbilla—. ¿No es el weón que te utilizó para lo de la estúpida herencia?

—Cállate, Chris.

Miro a Orlando y él lo mira furioso. Me separo de él y me siento en uno de los sillones.

—¿Quién es? —susurra Orlando.

—Chris, él es Orlando y sí, tienes razón, es de quién te he platicado todo este tiempo.

Chris sonríe y examina a Orlando de arriba hacia abajo, de forma reprobatoria.

—Él es Chris, un amigo —digo encarando a Orlando.

—Ahora que tengo el gusto de conocerlo, no parece el príncipe millonario del que me platicaste —dice, burlándose de la facha que trae Orlando.

—Cállate, Christopher —repito. Orlando mira hacia abajo, y siento pena por él—. Orlando se quedará a vivir conmigo un tiempo y te pido que lo respetes.

Chris ríe de una forma descarada y luego niega con la cabeza.

—¿Respetarlo? ¿estáis loco? —ríe mientras aplaude—. O sea, ¿te trató como la wea y ahora vienes a defenderlo? Perdóname, guapo, pero este culiao no merece ni que le dirijas la palabra.

Orlando presiona sus puños y sé que está molestándose. Pongo mi mano sobre su brazo, tratando de calmarlo.

—Supongo que es problema mío lo que haga o deje de hacer. Es mi departamento después de todo.

Chris sólo se queda callado mientras mueve la cabeza en negativa.

—¿Ya sabe tu noviecito que lo alojarás aquí? ¿O es por eso el desorden en tu sala?

Gira la cabeza hacia atrás y ve el desorden en el suelo.

Trago saliva asustado.
¿Cómo mierda es que lo sabe?

Orlando me mira y la expresión en su rostro me exige una explicación.
Niego con la cabeza.

—Estás loco, Christopher. ¿A qué has venido? —trato de cambiar de tema.

—No estoy loco, es lo que parece. Si pones un poco de atención, y miras hacia el techo, esa mesa fue arrojada desde donde estaba hacia arriba y cayó, rompiéndose en pedazos. Hay marcas en el techo y el lugar donde está la lámpara, indica que fue arrojada antes que la mesa. Estudié algo de criminología —se encoje de hombros.

—Claro que no, estás viendo demasiada televisión. ¿Quién te crees,  Olivia Benson?

—No —ríe y niega con la cabeza—. Sólo que haya sido alguna violación o asesinato. ¿Lo hubo?

Lo miro extrañado. Vaya que cuando se propone entrar en su papel de pesado, lo logra.

—Bueno, en fin. Sólo pasaba para invitarte a desayunar, pero creo que tienes cosas mejores qué hacer —se gira y camina hacia la salida, sin voltear atrás—. Vengo luego —grita y cierra la puerta detrás de él.

Mi Verdadero VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora