primera luna

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Amanecía en una oscura mañana. Las gotas de agua de lluvia chocaban y reventaban contra los cristales de las ventanas. En el exterior, ni un murmullo alcanzaba a oírse. Aunque, tampoco había mucho que oír en un pequeño pueblecillo de población prácticamente nula finalmente muy poca gente se había quedado a vivir en Manyula ya que en su gran mayoría la población se mudó a la ciudad más cercana. Yharnam era  una zona muy poblada no solo por sus características de gran ciudad gótica sino también por ser el hogar de la iglesia de la sanación y por lo tanto la capital del trasvase de sangre creando por si sola una oportunidad de curar enfermedades hasta el momento dejadas como incurables. Pero, cuando se abusa del poder y se hacen experimentos demasiado retorcidos como para ser llevados a cabo por una persona de mente razonable, ocurren cosas horribles. Los experimentos llevados a cabo por la iglesia de la sanación desembocaron en retorcidos rituales de invocación que pedían fuerza a bestias antiguas dando a cambio la poca humanidad que les quedaba, el resultado fue espantoso, en efecto enfermedades como la peste quedaron erradicadas en su totalidad pero los afectados por el trasvase de sangre empezaban a delirar, a las pocas semanas su actitud era irreconocible para sus familiares y amigos y al cabo de un mes su brutalidad aumentaba increíblemente dando lugar a una transformación que convertía el cuerpo en algo completamente distinto en una sola semana. Primero el tejido muscular aumentaba considerablemente al paso de un día se presentaba un crecimiento del pelo fuera de lo normal en la totalidad del cuerpo, al tercer día se presentaba una fiebre muy alta y la aparición de burbujas en la boca, como si de la rabia se tratase. Al cuarto día la ira es incontrolable y a la mayoría de la gente se la sacrifica antes de que fuera a peor pero si por algún casual se deja viva a la criatura más tiempo su sed de sangre acaba por derretir sus pensamientos y los convierte en bestias asesinas sin ningún escrúpulo, a parte en algunos casos se presentan mutaciones en los huesos y carne que deforman en su totalidad a las victimas transformándolas en extrañas criaturas aún más terroríficas, esta enfermedad de sangre recibe el nombre de licantropía.

Para controlar la plaga de bestias que inundaba las calles de Yharnam la iglesia de la sanación creo a un grupo de asesinos llamados "cazadores" el deber de esos cazadores era erradicar la plaga de bestias de raíz pero no lo consiguieron ya que las bestias huyeron y se apropiaron de la catedral de purificación (la sede de la iglesia de la sanación) los cazadores sintiéndose impotentes se dividieron en varios grupos dependiendo de su estatus social y método de caza. Uno de ellos eran los polvorillas que usaban artefactos de mecanismos complicados para cazar a sus víctimas, ellos se quedaron vigilando a las bestias el día que decidieron encerrar a la mayoría de las bestias en lo que ahora es llamado "viejo Yharnam" A partir de aquí todo lo demás son meros detalles sobre la historia de Yharnam y no estoy escribiendo esto para narrar un cuento sobre fatalidades ocurridas en el pasado, estoy aquí para contar la historia de quien salvo a Yharnam de la desesperación en pocas palabras... Mi historia.

Al levantarme de la cama cogí mi gabardina, mis botas, mis guantes y por ultimo pero no menos importante mi deshilachado sombrero de ala con forma picuda en la parte delantera, no se me puede olvidar mencionar que para cualquier cazador la compostura es algo muy importante y, siguiendo ese tema sí, soy un cazador, pero no pertenezco a la iglesia de la sanación si no que yo voy por mi cuenta, nunca me ha gustado pertenecer a grupos grandes. Al terminar de vestirme recogí un farolillo de los muchos que guardo en el sótano y me dispuse a viajar hacia Yharnam.

A mitad de camino un amable anciano me recogió en su carro, él me dijo que también se dirigía a Yharnam donde tenía su clínica de sangre, era un hombre honesto y me prometió que me haría un trasvase en cuanto llegáramos.

Dando un traspié el carro paro de golpe al llegar a la entrada de la gran ciudad de Yharnam, los caballos relincharon y no quisieron avanzar más adelante, al parecer ellos habían sido más inteligentes que yo, ya que hasta pasado un tiempo no me di cuenta del gran peligro en el que me había metido. La clínica era mucho más grande de lo que había podido imaginar y estaba llena de camillas, lo extraño es que el resto de la clínica estaba totalmente bacía, me pidió que me tumbara en la primera y me pidió que me relajara, tras inyectarme el tubo de punta alargada en mi brazo derecho se acercó a mí me susurro al oído -Tranquilícese en cuanto esto acabe se sentirá como si todo esto hubiese sido solo un mal sueño.

Tras horribles sentimientos de dolor, sudor, lágrimas y sangre mi cuerpo se sintió inútil y durante unos instantes fui incapaz de respirar.

Me levante gritando, ya no había dolor, todos los seres de pesadilla que me rodeaban se desvanecieron en una neblina oscura y deprimente.

Cuando volví en mi todo era extraño, las camillas estaban tumbadas o llenas de sangre, un misterioso olor a carne quemada provenía de la entrada de la clínica, estaba en ropa interior y mi ropa había desaparecido, por lo tanto cogí una mugrienta túnica del perchero junto a mi camilla y me dispuse a investigar la clínica saliendo por el pasillo llegue a una pequeña sala de espera, tras una de las puertas se encontraba la sala de operaciones principal y allí la salida.

Al cruzar la puerta me di cuenta de un dato horrible:

No estaba solo, junto a la salida se encontraba un cuerpo desmembrado, todo el suelo estaba empapado de sangre y justo encima del cadáver, el asesino, lo vi con mis propios ojos, era mucho peor de lo que describían las viejas historias contadas por los ancianos mercaderes retirados.

El cuerpo infecto de una horrible bestia se extendía sobre el cuerpo inerte, todo su cuerpo estaba lleno de pelo negro y grueso complementado con el brillo que producían sus ojos del color de la luna de sangre de la noche de las bestias y las llagas ensangrentadas que recorrían todo su cuerpo lo convertían en un monstruoso ser sediento de muerte.

En cuanto se percató de mi presencia separó sus dientes mortecinos de su víctima soltando sus garras de la piel desgarrada y se levantó sobre sus patas traseras mostrando una actitud agresiva, desde esa postura pude ver como abría su boca llena de dientes afilados y antes de que pudiera darme cuenta estaba atrapado, se abalanzó sobre mí, y me asesinó...

la sangre del cazadorWhere stories live. Discover now