Antígona

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*Mistress.

Mi amor esta enlazado a mi lealtad,

No existe nada que no haría por ti.


El último recuerdo de casa fue de su madre, siendo degollada frente a sus ojos.

Recordaba el líquido cálido cayendo en su rostro, volviéndose helado al instante mientras los ojos opacos de la mujer seguían sobre él aun en el momento de su muerte. Recordaba los gritos de su padre que se encontraba en el sembrío.

¡Corre!... ¡Corre DongYoung!

Pero sus pies estaban hundidos en la tierra fangosa, y su mirada se mantenía sobre el cuerpo inerte de su madre, con el rostro hundido en el lodo y la ropa a medio vestir.

No entendió lo peligroso de la situación hasta que su hermano apareció con una hoz en mano, defendiéndolo y manchando sus manos antes limpias. "Se valiente Youngie" fueron sus palabras mientras lo tomaba en brazos y corría lejos de los caminos empedraros de el pequeño pueblo, esquivando los hombres a caballo y a pie, los que estaban causando el alboroto alrededor.

Pronto, el pueblo comenzó a arder en colores cálidos, llamas vivas danzando fuera y dentro de las viviendas de los habitantes. Gente gritando por todas partes, niños llorando mientras eran separados de sus padres. El calor abrazaba todo alrededor.

Fue dejado en las orillas del río, cerca de una balsa vacía en la que pasaban del otro extremo cuando debían ir a comercializar, su hermano le colocó una cobija sobre la cabeza y luego con el dedo índice le indico que debía hacer silencio. No se despidieron, ni se recordaron lo mucho que se amaban el uno al otro. No hubo despedida, ni tampoco sensación de pérdida o luto. Solo el recuerdo de mantener la calma y el silencio necesario para no ser visto.

La noche pronto llegó a su fin, igual que la vida en aquel lugar.

Para cuando DongYoung volvió a abrir sus ojos, solo le quedaba el recuerdo de lo que su pueblo fue alguna vez. Consumido por las llamas, quedando apenas en ruinas y el suave vuelo de las cenizas hacia su rostro, ensuciándolo ligeramente. No lloró.

Ni siquiera cuando se sentó fuera de la que fue su casa, y esperó durante horas hasta que el sol se ocultó, permaneciendo en total soledad. La bandera de colores rojo sangre y dorado resplandeció todo el tiempo en el centro del pueblo, erguida por lo alto. Un dragón alzaba el vuelo con alas del color del oro, grabándose en su mente como el fuego de la noche anterior.

Espero durante días, hasta que uno de los mercaderes del rey lo encontró recostado en la calle lodosa, con el cuerpo y ropa lleno de hollín. No hizo preguntas innecesarias, ni desperdicio mucho tiempo mirándolo con lástima antes de tomarlo en brazos y subirlo a su corcel. De manera inconsciente pudo ver el camino, los árboles frondosos que cubrían el cielo y sentir la brisa que le golpeaba el rostro mientras galopaban más y más rápido.

El dolor nunca desapareció, aun cuando los años pasaban uno a uno, la bandera de quien había destruido su pacifico hogar también se alzaba en el orfanato, y poco le llevó descubrir que era aquel rey que comía de sus cultivos y del que todos hablaban tan bien, el rey sin corazón que mató a centenas de personas inocentes, indefensas.

La semilla del resentimiento creció en su corazón, viendo su venganza aun más lejana cuando casi a finales de su niñez presentó su estrato social. Un simple omega.

Separado de los niños que eran alfas y betas, DongYoung se mantuvo enclaustrado junto a las niñas de su misma clase durante un largo tiempo, mientras más pasaba más solitario se volvía el camino.

Antígona [NCT] BLWhere stories live. Discover now