C A P Í T U L O 2: MI ÁNGEL ✔️

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HANNA.

     —¡Despierta, floja! —Escucho a lo lejos una voz chillona y bastante fastidiosa.
     Bufé.
     —¡Despierta, Hanna!
     Y ahí estaba de nuevo ésa ruidosa voz, y diciendo mi nombre.
     Ésa es... ¿Emma?
     Juro que si es ella la que está interrumpiendo mi preciada siesta, va a sufrir. Nadie sabe el peligro que corre una persona por despertarme.
     —¡Demonios, levanta tu culo de esa cama! —Emma empieza a saltar sobre la cama haciendo que mi paciencia llegue a su límite. Con mi siesta nadie se debe de meter.
     —Te advierto que si no dejas de brincar, habrá consecuencias severas. —advierto aún con los ojos cerrados.
     Esperaba que obedeciera mi petición, pero no, Emma hizo caso omiso de mi advertencia. Así que elevé mi pie para que mi amiga se tropezara con éste.
     ¡Zaz!
     Justo en ese momento logré escuchar un golpe y el quejido de mi amiga.
     Auch.
     Empecé a reír a carcajadas, como si fuera una desquiciada; sé que en este momento parecía foca con epilepsia aplaudiendo.
     —Te juro que no era necesario. —comentó divertida, pasando su mano por su espalda. Se levanta del suelo y se sienta en la orilla de mi cama.
     —¿Qué haces aquí tan temprano, Emma? —pregunto quitándome la liga de mi cabello para hacerme una coleta alta.
     —Oh, estoy bien. Gracias —y aquí vamos—. Sí, ya comí, agradezco tu preocupación. —Emma pone los ojos en blanco y su tono sarcástico es más que notable.
     La miro de mala gana y pone los ojos en blanco por segunda ocasión.
     —Tengo hambre, y en mi casa no hay nadie, ¿Si? —pone cara tierna, similar a un perrito regañado haciendo un puchero.
     —¿Así que solo has venido por la comida?
     —¿No lo he dejado claro? —me levanto y le doy un almohadazo haciendo que ambas riamos
     —Venga. Bajemos a desayunar. —digo e inmediatamente ella corre y me abraza con sus delicados brazos.
     —Por eso eres mi mejor amiga, Hanna.
     —¿Por qué?
     —Porque me alimentas. Eso es amistad.
     —Tu nunca me has alimentado.
     —Eso es porque no hay necesidad. Solo una puede ser la que alimenta a la otra. —sisea mientras forma una sonrisa.
     —Cierto. Te alimentaré mientras no me traiciones. —digo en un tono bromista, mientras correspondo el abrazo.
     Noto que su sonrisa se esfuma y desvía su mirada. Seguro debe estar pensando en comida.
     —Vayamos a alimentarte. —digo y la abrazo nuevamente.
     No me gustaba ser demostrativa con personas que no son de mi familia en sí, aunque con Emma, a ella la consideraba como una hermana, y todos los abrazos por parte de ella y para ella, eran más que bienvenidos. Mi lenguaje del amor era justo ése, el contacto físico apesar de odiarlo
     —Solo espera a que me quite la pijama y cepille mi cabello para que podamos bajar a desayunar. —Emma suelta un pequeño bufido.
     —Trata de darte prisa, mis tripas están a punto de salir y comerse entre ellas. —exagera.
     —Tú sólo espera, bestia hambrienta. —digo con una sonrisa.
     Emma se queja pero se queda acostada en mi cama. Saca su teléfono y se centra en él.
     Esto ya ha pasado antes; promete ser paciente y no tarda más de cinco seg...
     —¡Hanna!, Tan sólo vamos a desayunar, antes de que tengas que llamar a alguna ambulancia a causa de tu amiga que se ha desmayado por no comer en su horario. —reí pensando en que nunca podrá esperar más de ésos cinco segundos.
     —Está bien. Vamos.
     Después de haber cepillado mi cabello, bajé junto con Emma a la cocina. Aún me faltaba quitarme la pijama de encima. Sólo acepté las peticiones de Emma porque también mis tripas empezaban a comerse entre sí y mi amiga ya había sufrido bastante.
     Llegamos al comedor y busqué con la mirada a mi madre, cuando la vi noté que estaba sentada en el sofá leyendo una revista.
     —Buenos días, mamá. —Voy directo adonde ella está, y le doy un beso en la mejilla.
     —Buenos días, señora Nikole. —saluda Emma con un ademán.
     —Buenos días, chicas —dice mi madre despegando la vista de su revista de modas—. No sabía que estabas aquí, Emma —comentó con la vista fija en nosotras.
     —¿Cómo entraste sin que mi mamá te viera? —siseo para que solo Emma me escuche. Ella ríe pero evita mi pregunta.
     —Oh, llegué hace un rato para visitar a Hanna. Ya sabe, pasar más tiempo juntas.
     Mentirosa.
     —O tal vez solo para robarnos la comida. —repliqué de forma sarcástica.
     —Descuida, cariño —dice mi madre levantándose del sillón—. Siéntate, ahorita sirvo tu desayuno.
     Mi madre desapareció en la cocina en busca de 3 platos.
     Mis padres conocían muy bien a mis amistades, en especial a Emma, ya que nuestra amistad era de años. Nos conocimos desde el preescolar. Recuerdo que ella me defendió de una niñata que tenía intenciones de quitarme el desayuno. Desde ese día comencé a crear una amistad con ella, que pronto se convertiría en una hermandad.
     —Muchas gracias, Nikole. Su hija es una grosera. —negué con la cabeza, aún riendo.
     —Y tú —la señalé con la mirada—, una come cuando hay. —Emma hizo un sonido en forma de afirmación, dirigiendo un trozo de waffles a su boca.
     —Dios, ésto está delicioso. —exclama Emma con júbilo.
     Pronto recibí mis waffles y las tres nos sentamos a desayunar con deleite.
     —Al final de curso iremos de vacaciones, y como siempre, estás invitada, Emma, al igual que tú novio. —dice mi madre de forma amable.
     —Oh, ya no tengo novio. Terminamos hace..., Un par de semanas. —contesta Emma encogiéndose de hombros, y sintiendo gran incomodidad.
     —Lo siento, hija. No estaba enterada. Me parecían una buena pareja. —reconoce mi madre.
     Mi madre conocía muy bien al ex de Emma porque lo había traído a mi casa en alguna fiesta o comida familiar a la que yo la había invitado.
     —Eso creo. —responde Emma de manera cortante.
     —Sólo ustedes sabes las razones por las que terminaron, solo espero que haya sido lo mejor para ambos.
     Emma parecía distraída después del comentario de mi madre. Un sentimiento de culpa se reflejaba en su rostro. Quería preguntar sobre el tema, pero días antes  simplemente me había dicho que las cosas entre Gael y ella no estaban funcionando. Sin olvidar que cuando me lo contó, estaba muy dolida.
     Una vez más, el silencio inundó el comedor. Algo malo le estaba pasando a Emma. Hoy más que otro día la notaba muy distraída e inmersa en sus pensamientos.
     El sonido del celular de Emma hace que, tanto la mirada de mi madre y la mía se dirijan directo a mi amiga. Emma coge su celular, y una sonrisa involuntaria se forma en sus labios. Fruncí el entrecejo.
     —Parece que ya hay alguien más. —comenta mi madre de forma pícara, enarcando una ceja.
     —No eres tan ingrata como para no decirme que estás conociendo a alguien más, ¿verdad? —cuestioné mientras enarcaba una ceja.
     —¿Qué?, Claro que no..., Sólo fue una mención en instagram. —asegura.
     Decidí ya no insistir. Estaba segura de que Emma no me ocultaría algo así, más tratándose de conocer chicos,
     Dejamos a un lado los comentarios sobre los noviazgos y empezamos a hablar de cómo es que sentíamos este último año en la preparatoria, y al último dejamos los chismes de la colonia.

Mi objetivo será hacerte Mía.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora