capítulo 15

66 10 1
                                    


Las semanas pasaban sin novedades.

Bruno se negaba a decirme como estaba su hermano, y Luka decía que estaba demasiado ocupado para conseguirme información. Por mi parte, me sentía ligeramente menos ansiosa desde que sabía que Vincent había despertado; aunque eso se compensaba con la desesperación de no poder verle. Quería que supiera que aún lo amaba, que lo espere y que deseaba estar con él.

De pronto el timbre de mi departamento sonó, indicándome que el repartidor de comida había llegado, tarde. De nuevo.

Me levante del escritorio, donde observaba unas fotos que había hecho esa mañana, caminando por el parque. Tome un poco de dinero de la isla de la cocina, pero cuando abrí la puerta y vi mi comida, no era el repartidor pecoso de 15 años que normalmente me llevaba la comida.

Jamás me acostumbrare a ver a Bruno de esta manera, tan relajado y seguro de sí mismo. Y no me refiero a un hombre con aires de galán, sino a la manera tan cómoda en la que me sonríe, como si fuésemos amigos de toda la vida. Supongo que el hecho de que su hermano despertó ayudo a que dejara de verme como su enemigo.

--¿puedo pasar? – su voz me saco de mis pensamientos. Estaba a punto de dejarle pasar cuando recordé que durante toda la semana no había limpiado mi departamento, y que ahora se parecía más a un bazar que a una sala.

Tenía que actuar rápido.

Le cerré la puerta a Bruno en la cara y corrí a recoger toda la ropa y restos de comida que se hallaban esparcidos por los escasos muebles que poseía.

Mientras corría por la tercera vuelta a la cocina escuche que volvían a tocar la puerta, y fue cuando caí en cuenta de que le había cerrado a Bruno la cara sin ninguna explicación; pero aún no había acabado de recoger, así que le grite un escueto "espera."

No habían transcurrido más de tres minutos cuando había dejado mi sala un poco más decente, aunque esperaba que no quisiera ir al baño, o a cualquier otro lado de mi departamento.

--Ya puedes pasar—le grite mientras trataba de acomodar mi esponjado cabello. Eso era lo que pasaba cuando se me olvidaba comprar acondicionador. Honestamente me sorprendía que a pesar de lo poco organizada que estaba siento, no había quemado la casa o algo por el estilo.

Bruno abrió la puerta y se quedó viéndome un momento antes de entrar por completo.

--¿Algo que ocultar?—Pregunto mientras dejaba las bolsas de comida en la mesa. –En lo absoluto –Respondí. Tal vez fue muy rápido, ya que fue obvio que no me creyó. --¿A qué viniste?—pregunte antes de que sacara conclusiones.

--Creí que estarías sola, así que decidí venir a pasar el rato. —Durante un segundo escuche reproche en su voz, pero o lo oculto muy rápido; o lo imagine, de cualquier manera no le di mucha importancia, por lo menos no a esa parte.

--¿desde cuándo tú pasas el rato conmigo?—Mi voz, desgraciadamente sonó con un deje de burla que ni quería ponerle, ni le agrado al hombre delante de mí.

--¿algún problema?—Su voz se había endurecido --¿esperabas a alguien?— las cosas se habían calentado de 0 a 100 en cuestión de segundos.

--Tal vez.






ya se.

hace siglos que no actualizo, pero he vuelto. y con mas ganas que antes

nos leemos, chao.

Antes de que me olvides.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora