27 veces.

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Entre que yo soy nueva en esta red, que trabajo en cinco horas y que escribí esto hace una semana, no sé muy bien qué vais a leer. Es todo bastante inventado, descontextualizar un poco de la realidad a la hora de leerlo. Un mundo paralelo imposible de explicar. Vale no.

Se agradecen comentarios. No es una historia larga y es sólo un capítulo. En mis tiempos se llamaban One Shoot. Ya no sé si se sigue usando esta terminología.

En fin. Que aproveche.

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27 VECES.

- ¿Cómo estás?

El chirrido de la silla se sobrepone a la voz de ella, y si su intención era tener un encuentro tranquilo y alejado de las miradas y de la atención constante que se les pega a la espalda desde principios de febrero, lo acaba de tirar todo por la borda.

La cafetería está nombrada en gallego, y Aitana no comprende el nombre. Ha tenido que usar el GPS del Iphone para llegar después de haberle dado mal la dirección al taxista y la vergüenza no le ha permitido reconocer el error, así que ahora llega tarde, nerviosa y sin paraguas, porque todo el mundo sabe que en Orense llueve a mares.

En Galicia siempre llueve.

De hecho, parece que va a llover de un momento a otro.

Tres cabezas se giran y la miran, a ella o a la silla, no importa. Esas tres personas deben sumar unos doscientos cuarenta años como mínimo, así que la mirada es condescendiente y dura un segundo. Después, vuelven a su vermut de las doce de la mañana y a su charla del partido de liga de ayer.

Han pasado meses desde aquel febrero de puertas abiertas a una nueva vida. Y tan nueva.

Marzo de conciertos. Abril de firmas. Mayo de todo. Junio de casi nada, y ya llevan dos semanas sin verse después de dos semanas de verse demasiado.

Ni término medio ni equilibrio.

Lo bueno de esa especie de gira a pausas, era que los días que los conciertos prácticamente se solapaban, era como estar de nuevo en la academia, y el hotel de turno se convertía en su lugar sin cámaras. Los carreras por los pasillos a las dos de la madrugada, las risas de Roi llamando a todas las puertas porque sus veintitrés años son sólo un número que no significa nada, la Leona con un cojín bajo el brazo y el antifaz caído sólo sobre un ojo mandado a todas esas perras del infierno a dormir de una puta vez. Parecía que estuvieran de nuevo dentro, pero fuera.

Y fuera, como ahora, las cosas cambiaban.

Un whastapp no sustituye el contacto permanente; una llamada no suple un beso de buenas noches, y una nota de voz no es comparable a un abrazo cuando la realidad te supera.

Aitana se sienta en esa silla, y Cepeda, con una cerveza ya vacía, la mira en silencio.

El camarero se acerca. Debe estar entre los setenta años y la muerte. Arrastra los pies y toma comanda en una libreta de muelle.

Otra cerveza para él. Ella no quiere nada. Un vaso de agua.

Silencio.

Miran por la ventana, y un 3 de julio en Orense también sale el sol. Es un calor algo pegajoso y más húmedo de lo que cabe esperar de una ciudad de interior.

- Te puse un mensaje hace un par de días y no me contestaste- le echa él en cara.

Aitana asiente resignada porque es verdad. Maldito tick azul.

27 veces.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن