|Capítulo 3|

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{Jace Bower en multimedia}


Rebecca se puso enojada el pijama, ¿Que todos los chicos eran iguales? ¿Nadie diferente? ¿Nadie que valiera la pena? ¿Nadie que la quisiera en serio? Ya tenía 19 años y había estado enamorada sólo dos veces; las dos veces había sido un error, a veces llegaba a pensar que moriría sola.

"No chicos, no problemas" era mejor así.

Apagó la luz y cerró sus ojos, no tardó mucho en dormirse, había sido un día agotador: había tenido que jugar con Luci y su muñeco, y con Thomas y su auto todo el vendito día, suerte que habría una semana en la que sus abuelos se los llevarían al otro extremo de New York, que era donde ellos vivían.

Sus padres no la extrañarían mucho; la mayoría de las veces no estaban en la casa, sino que en un viaje de negocios o en alguna reunión importante, sólo los veía los fines de semana y en algunos casos especiales ellos estaban en casa algún día de semana. Aunque ya era mayor de edad, incluso debería mudarse a vivir sola, pero odiaba la soledad como también a veces la amaba, por eso la casa de sus padres era perfecta, porque a veces estaban y a veces no.

Terminó de estar completamente vestida a las nueve de la mañana; no acostumbraba dormir hasta muy tarde sobre todo porque no solía acostarse más allá de las once de la noche.

Bajó a la cocina y se preparó dos tostadas con mantequilla, las puso en la mesa y se preparó también un café no muy cargado, como a ella le gustaba. Prendió la tele y puso un canal de algún documental sobre la tierra.

Se sentó en la mesa y comenzó a comer, ésta no era su casa, se sentía tan extraña de estar ahí.

Comenzó a pensar en Jace inconscientemente, ¿Por qué le había hecho eso? ¿Por qué la había despreciado así? Desde aquel pequeño incidente, su única amiga había sido Vanessa, porque por culpa de Jace, había aprendido a no encariñarse con muchos amigos, porque te romperían el corazón después, por eso Vanessa era la única amiga que tenía en su vida.

Ella era rubia de ojos celestes, un poco más alta que ella y muy tierna y cariñosa, siempre la sacaba de sus malos ratos con sus consejos dignos de ser escuchados. La había conocido en la universidad hace un año, porque respecto a la secundaria, toda fue en completa soledad, sólo algunos compañeros que se dignaban a hablar con ella y uno que otro novio, pero nada especial.

¿Pero qué hubiera pasado si él no se hubiera distanciado de ella? ¿Rebecca sería igual que él? ¿Iría de fiesta en fiesta y de chico en chico? ¿Cómo una versión en mujer de Jace Bower? Quizá no había sido tan malo que él se hubiera alejado.

—¿Se te hace divertido despertarme a las 10 de la mañana?—Preguntó Jace parado enfrente de ella, con su pelo desordenado y mala cara, siempre se había preguntado cómo era que le hacía para estar siempre guapo—
—¿Te he despertado?—Hizo su mejor imitación de niña inocente—Lo lamento, no ha sido mi intención
—Mmm, preciosa, huele rico—Dijo él y le robó una de sus tostadas—
—Oye—Le reclamó—Dámela
—No
—Que me la des— Ella se paró para quitársela, pero él se la metió completa a la boca—
—¡Que cerdo que eres!

Jace se habría reído, pero estaba ocupado comiéndose la tostada que apenas cabía en su boca. ¿Cómo coquetear con Rebecca? ¿Cómo insinuarse sin que ella le aterrizara su mano en la cara?...

¡Claro! No tenía que coquetear, sólo tenía que actuar... ¡Actuar, claro! Cantarle una canción, invitarla a cenar, darle alguna rosa. Becca era de las chicas que ya casi no quedaban, de esas que tenías que hacer un sinfín de cosas para que te tomen en cuenta, no de esas chicas que sólo les dices "Vamos a un lugar más privado" y ya está.

—Oye, ¿Te gusta la música?—Le preguntó Jace cuando terminó de comerse la tostada—
—No creo que haya alguien en este mundo que no le guste la música
—Bueno, el otro día compuse una canción, y necesito alguna opinión, ¿Te importaría darme la tuya?
—¿Por qué?—Se burló—¿Todas las personas a las que le pedirías su opinión antes que a mí se las tragó la tierra?
—Oh, qué simpática que eres—Dijo sin la intención de sonar sarcástico—
—Bueno, si no queda de otra
—Acompáñame a la sala de música—Jace la tomó de la mano para guiarla. En dos momentos ella quiso soltarse, pero él no la dejó—

El aire abandonó el cuerpo de Rebecca al ver la hermosa sala de música: un enorme y hermoso piano color blanco, una guitarra para zurdos, perfecta para Jace; una batería, una trompeta, un micrófono, también una guitarra eléctrica y un bajo. La sala estaba pintada de un azul cielo precioso con varios posters de música de diferentes tipos en las paredes.

—Esto es hermoso—Dijo ella mirando la habitación—
—Sí, sin duda—Sonrió Jace—¿Piano o guitarra?
—Piano—Respondió sin pensárselo—
—Perfecto—Dijo con una sonrisa torcida y se sentó frente al piano, mientras tiraba de la mano de Becca para sentarla junto a él—Bueno, ¿Lista para escuchar?
—Claro—Dijo encogiéndose de hombros—

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Rebecca escuchaba la hermosa melodía que creaban las mágicas manos de Jace completamente atónita; él tocaba hermoso, cada nota parecía ser perfecta, cada movimiento de sus dedos era exacto; era simplemente perfecto, completamente perfecto.

—Diablos, Jace...sólo... wow—Dijo sonriendo—. Tocas... tocas hermoso.
—Gracias—Él la miró—¿Te gustó? Aun tengo que inventarle una letra
—Está muy linda
—Igual que la chica que tengo al lado

Pensó que ella sonreiría, pero su rostro palideció de pronto.

—Lo sabía—Dijo ella parándose bruscamente—
—Oye... ¿Qué te sucede?—Preguntó confundido—
—Que no me has traído aquí para que escuche tu canción, a ti no te importa mi opinión—Espetó enojada— A ti sólo...sólo te importa flirtear con todas
—No, Becca... yo...
—Ahórrate tus comentarios, por favor

Salió de la habitación hecha una furia ¿Por qué había creído que a él de verdad le interesaba algo acerca de ella más que meterla en su cama? No le extrañaba ese comportamiento, porque así era Jace: no sabía lo que era tener a una chica como una simple compañera o amiga, pero eso no significaba que no le doliera que él quisiera seguir lastimándola; primero la había traicionado como amigo y ¿Ahora quería llevársela a la cama para usarla por una noche y luego... y luego desecharla como lo había hecho hace 11 años atrás?

La NiñeraWhere stories live. Discover now