Capítulo II: El Primer Encuentro.

510 27 0
                                    

Me dirijo corriendo a la casa en la que he vivido desde que llegué a esta pueblo: la casa de Bocón. Es una estructura simple de paredes rectas, hecha de madera de roble oscuro, por lo que en las noches parece un agujero negro en su interior. Posee una abertura pequeña cada pared (asimila una ventana pero sin vidrio -_-), que permite entrar un poco de luz durante el día. Su techo era de una forma triangular, una mitad es el cuarto de Bocón y la otra es el mío. Mi techo tiene una gran abertura que me permite ver las estrellas con gran claridad durante la noche... Lo cual amo. A veces extiendo la mano para tratar de atrapar una.

Volviendo al presente, entro a la casa, me dirijo a mi cuarto lo más rápido que puedo, cierro la puerta con seguro para que nadie pueda entrar y sepa que no estoy; abro mi baúl de ropa y me cambio de la ropa sucia de lodo y con olor humeante a un pantalón de cuero negro, una camisa holgada verde esmeralda que combinan con mis ojos y un chaleco de cuero ajustado rojo con franjas bronceadas. Mientras amarro mis botas de piel color castaño claro que llegan hasta mis rodillas sentada en la cama, busco con mi vista una capa de tela gruesa. La encuentro en la cabecera de mi cama, me la coloco rápidamente hasta cubrir mi cintura y procuro que mi rostro esté lo suficientemente oculto para no ser reconocida. Trepo una pared de la habitación y salto por el techo descubierto. Al parecer poseo un cuerpo bastante fuerte y anormal como para no herirme por la altura de la caída. 

*Bien... Lo fácil ya pasó, ahora queda escabullirse entra la multitud hasta llegar al bosque. De paso debo asomarme a la casa de Hipo para ver si sigue ahí*

Tuve la sorprendente habilidad de salir corriendo sin ser vista por ningún conocido hasta llegar a la cima de la colina, cerca de la entrada al bosque, donde también se encuentra la casa de Hipo. Espío por la abertura de su cocina de la forma más discreta posible, aunque para mi desgracia sólo pude notar la imponente figura de Estoico llamando a su hijo de manera exhausta y desesperada. También está papá con una cara indiferente, después de todo, ya es normal su comportamiento.

*Genial, ahora tendré que soportar la idea de encontrarlo antes que su padre*

-Tranquilo amigo, él sólo es intrépido. Recuerda cómo eras tú a su edad- Mi padre trata de razonar con él, a mi parecer. Debido a mi curiosidad, sigo escuchando su conversación mientras me escondo tras la pared de la cocina.

-¡Pero es que él a veces...!

-Lo sé... Piénsalo, tal vez sea una señal.

-¿Señal?

-Mira, sólo puede ser indicio de que es momento de hacerse un buen hombre. Quizás ya sea tiempo de que me dejes entrenarlo. ¡Tan sólo considéralo, Estoico! No es simplemente intrépido como tú, también por esa misma razón comenzaste tu entrenamiento en la academia. Verás que de este modo se corrige tu hijo.

*...*

Estoy sin palabras ante lo que dijo... 

*¡¿En verdad quieren hacer eso?!*

Sostengo las ganas de gritar por la confusión mental que poseo ahora mismo y huyo hacia al bosque para no poder escuchar más de su charla. Corro furiosamente, sin rumbo fijo; jadeo descontroladamente. Mi impulsividad y mis pensamientos en ese momento provocan que haga caso omiso sobre lo que se me presenta enfrente. Sin embargo, recupero mis sentidos al tropezar mi pierna izquierda contra una gran roca que llega a la altura de mi pantorrilla y, sin evitarlo, caigo al suelo musgoso y seco; en ese transcurso mi brazo trata de amortiguar la caída, lo muevo hacia adelante y recibe un golpe fuerte de la roca que estaba junto a mí, cortando en severa medida mi brazo. Mientras respiro frenéticamente, trato de levantarme y miro a mi alrededor:

Cómo entrenar a tu dragón (Hipo x Lector insertado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora