Capítulo X

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Jazmín abrió los ojos y enseguida los volvió a cerrar por el efecto de la luz. Se dio vuelta y vio a Flor durmiendo. Por un momento se había olvidado que su amiga estaba allí, descansando tan plácidamente en su cama, bajo sus sábanas, tan cerca y tan lejos a la vez. Flor arrugó la nariz y se la rascó inconscientemente, cosa que a Jazmín le pareció lo más tierno que vio en su vida, en realidad todo lo que hacía le parecía lo más tierno del mundo. Flor se movió bajo las sábanas y sus piernas chocaron con las de Jaz, luego apoyó sus pies fríos sobre la piel caliente de Jazmín. En ese momento Jazmín deseaba abrazarla y no soltarla nunca, deseaba poder tocar su piel y acariciar su cara, pero sabía que no podía.

Alguien tocó a la puerta.

—Jaz, son las ocho. Ya tendríamos que empezar a armar las cosas para Tigre —dijo Luisa por detrás de la puerta.

Jazmín rezongó y se tapó la cara con la sábana.

—Un ratito más, Abu.

—Dale, hija. No vamos a aprovechar el día sino.

Se escucharon los pasos de la abuela alejarse por el pasillo y Jazmín volvió a observar a su amiga. No quería sacarla de ese estado de tranquilidad después de la noche que había tenido, pero no tenía otra opción.

—Flor. Flopi —le dijo Jaz sacudiéndola suavemente para que se despierte.

Flor balbuceó algo y se dio la vuelta para seguir durmiendo.

—Dale, Flopi. Hoy vamos al Tigre, ¿te acordás?

—Sí... —dijo Flor con voz de dormida. —Ya voy, cinco minutos.

—Bueno, voy al baño. Cinco minutos, eh.

Jazmín se levantó de la cama y fue hacia el placard para agarrar ropa. Sin hacer ruido abrió la puerta y se dirigió al baño para prepararse.

Cuando regresó a su habitación, Flor ya se había levantado. Tenía el pelo todo despeinado y los ojitos entrecerrados, sus movimientos eran lentos mientras buscaba algo en el bolso que se había llevado para pasar el fin de semana con Jaz y su abuela.

—Buen día —le dijo Jaz.

—Ay, hola. Buen día —le contestó Flor dándose vuelta para verla.

—¿Dormiste bien?

—Sí, re. Te pateé un montón, ¿no? Perdón.

—Si lo hiciste no me di cuenta —le mintió Jazmín para no hacerla sentir mal—. Bajá y desayunamos algo así salimos temprano.

—Sí, estoy buscando qué ponerme. Ya voy.

—Bueno, voy bajando.

Jazmín descendió las escaleras hacia la cocina y saludó a su abuela que se estaba preparando una taza de té.

—Buen día, Abu —le dijo mientras agarraba una taza para ella.

—Hola. ¿Cómo estás?

—Bien, con sueño.

—No sabía que se había quedado a dormir Flor. No escuché la puerta ayer.

Jazmín sintió un calor subirle a la cara.

—Sí. Ayer me llamó llorando que salió todo mal con el pibe y preguntó si podía venir.

—Ah, bueno. Mejor igual, así no tenemos que pasar a buscarla y vamos directo.

—Vive cerquita igual —dijo Jaz tratando de desviar la conversación.

Se oyeron pasos en la escalera y unos segundos después apareció Flor por el umbral de la puerta.

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