V

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Uraraka ahogo una exclamación ansiosa en cuanto dio un paso en el interior tras haber abierto con muchísimo cuidado la puerta y escabullirse entre las cortinas de la habitación.  No tenía ni idea de porqué, pero se sentía muy emocionada de estar ahí y cuidar el ruido que sus pasos podían hacer. Era como una espía, en una misión de vida o muerte... literalmente. Bakugou  podría darle una bienvenida hostil si lo tomaba por sorpresa y es que desde el comienzo, entrar fue un verdadero desafío.

Tuvo que escurrirse por el suelo para que nadie desde el exterior sospechara su acto que podría ser considerado ilegal. Además, el sol mañanero podría despertar al rubio si no tenía cuidado y tiraba de las cortinas de más. Se incorporo una vez completamente libre de ser vista desde el exterior y poder cometer el error de mal maniobrar con las persianas. Se puso de puntitas, andando lento y con cuidado. Entre la poca claridad de la habitación notó la figura de Bakugou descansando sobre su cama, meciendo su cuerpo de arriba a abajo. Su respiración se manifestaba con serenidad bajo las sábanas.

Saco un termostato que había guardo previamente en su bolsillo, el mismo que uso la ultima vez que hablo con él. Tocó con la punta de sus dedos el borde de la sabana para que esta flotara y dejara al descubierto su rostro. No tuvo que la necesidad de usarlo, dedujo por el sudor y el potente rojo que el perlaba la piel que seguía igual de mal... o incluso peor. Le preocupaba verlo soltar jadeos roncos, como si su garganta padeciera una tos seca y, su expresión, estaba tensa y parecía casi asfixiada. Se acerco un poco más a él y notó que por el desorden en el colchón lo más probable es que había dado muchas vueltas durante toda la noche buscando conciliar el sueño. Agradeció mentalmente que había logrado dormir justo cuando ella entró. Acomodo un mechón de su cabello detrás de su oreja admirando como incluso en sueños mantenía el ceño un poco fruncido. Una corriente eléctrica le robo un pequeño grito cuando de un gemido perteneciente a Bakugou había soltado su aliento muy cerca de su cuello. Fue entonces que se percato de un pequeño detalle que había ignorada hasta ese momento. 

Ella era una chica, y él un chico. Había entrado a hurtadillas a la habitación de un chico. Chico que dormía profundamente incluso parecía estar "indefenso" -ya que en realidad, enfermo o no, Katsuki podía enviarla lejos con tan solo una explosión- mientras jadeaba en su cama. Su cara se puso completamente colorada, llevo ambas manos a sus mejillas con un bochorno que le impedía pensar con claridad. ¡Definitivamente nada de eso estaba bien!, se sintió incómoda y muy avergonzada de repente. ¡¿Qué pensarían sus padres?! Era por una buena causa, si... ¡Pero iba en contra de sus ideales y dignidad como mujer!

Los tos seca de Bakugou la obligo a dejar de imaginar la figura de su padre viéndola con total desaprobación por meterse a los aposentos de un varón. Ahora temblaba en la cama debido a la ausencia de la sabana... aun con el sudor traspasando su pijama. A Uraraka le alegro que por lo menos él no era un indecente a la hora de dormir y usaba una pijama. Colocó sus pies en el borde inferior de la cama, con intenciones de bajar la sabana que yacía flotando contra el techo de la habitación, olvidando muy torpemente que podía deshacer el efecto de su quirk con sólo pensarlo. Aún muy apenada por estar ahí dentro no se aseguro de estar bien parada sobre el colchón y simplemente se estiro para alcanzar el pedazo de tela.

El resultado era predecible, sólo que nuestra inocente Uraraka estaba tan entretenida llamándose a si misma pervertida por entrar a la habitación de un chico mientras dormía... que olvidó lo pequeña que era como para alcanzar el techo. Resbaló justo para dejarse caerse en el pecho de Bakugou... que suerte que supo manejar su quirk a tiempo y al fin recordó como usarlo correctamente. La sabana cayo con suavidad en su espalda, mientras ellas flotaba a escasos milímetros de Katsuki. Estaba completamente ruborizada, sintiendo la agitada respiración de su contrario tan cerca... ahora ella también sudaba. Sin saber que hacer a continuación tuvo el presentimiento de que algo pasaría, algo muy malo. Las latidos de su corazón debido a la cercanía la traicionaban, sus dedos sudaban por lo que mantenerse quieta en una sola posición y flotar aún más cerca era complicado. 

Intento relajarse para que el uso de su habilidad se prolongara un poco y tuviera algo más tiempo para pensar en una solución. Inspecciono su cara sólo para sumergirse en la complejidad de sus tan marcados pómulos, lo brillantes y filosos dientes castañeando, la alguna vez pálida piel ahora colorada y el ceño aún más fruncido junto con un sinfín de jadeos. Incluso así de mal, Bakugou Katsuki seguía siendo igual de guapo e intimidante. Espera, espera... ¡¿Acababa de admitir que era guapo?!, ¡no, no, no, no, bueno si que lo era, pero...!, ¡la verdadera pregunta aquí es; ¿cómo es que aún dormido podía tener una expresión tan amargada?! Notar ese detalle le robó una carcajada y le permitió liberar su mente de pensamientos confusos. El corazón casi se le sale del pecho en cuanto Bakugou estiro su brazo y la tomo del hombro. Estaba por gritar creyendo que esos iban a ser sus últimos segundos de vida, pero...

¿Por qué demonios la estaba abrazando?

Él dejo de tiritar cuando la acomodo entre sus brazos; suavizando su expresión, ella desprendía el calor que la sabana se había llevado, probablemente porque el cuerpo entero le ardía por el empacho pero bueno, la verdad es que Bakugou se sentía muy a gusto con eso. Pero Uraraka no constantemente trataba de removerse  porque estar apretujada con su cuerpo la asfixiaba y hacía sentir cosas que no entendía. Si antes ella se sentía mal... ahora estaba muchísimo peor. Rogaba perdón a su madre y padre en silencio desde su cabeza porque una pequeña -y considerada pecaminosa- parte de ella disfrutaba el tacto.

Un balbuceo proveniente del depredador que la rodeaba la obligó a levantar la cabeza de su clavícula 

-...má... -Levanto las cejas alarmada sacudiéndose un poco para deshacer el firme abrazó que la mantenía inmóvil. Fue un gran alivió percatarse de que en realidad Bakugou no se había despertado, sino que por muy inesperado que fuera, era sonámbulo. -Mamá...

El corazón de Uraraka no paraba de saltar, entre asustado y emocionado. ¿Acaso algo en ella había logrado recordarle la tan bella esencia de una madre? El pensamiento le produjo varios cosquilleos en el pecho.

-Mamá... -Volvió a decir con mayor claridad, verlo babear levemente le ocasiono ternura... Esta vez escucho con mucha atención esperando despertar algún tipo faceta tierna y muy oculta en él. -¡DEJA DE GRITAR TANTO, NO ME DEJAS  DORMIR MALDICIÓN!

La arrojo de la cama sin ningún tipo de pudor, volviendo a acurrucarse entra la soledad de su colchón y adueñándose nuevamente de la sabana. Uraraka permaneció estupefacta flotando en una de las esquinas de la habitación con una cara de póquer. Libero su quirk y en el suelo con agilidad, sin hacer ruido. Iba a irse, tenía que irse. Ya había hecho y arriesgado mucho. El tiempo fue una neblina que gracias al viento de las sensaciones, se deslizó volando.

Tomo la perilla de la puerta con cuidado y la giro, abriéndola muy suave y lentamente. Estuvo a punto de soltar un grito cuando vio a Kirishima escuchar a través de la madera con un vaso al otro lado del marco.

-¡¿Qué haces aquí?! -Susurró a lo que él tan sólo le sonrío nervioso. En un descuido de ambos la puerta se abrió aún mas y chillo ligeramente, ambos miraron en dirección a Bakugou con cara de espanto y el rostro azul. No había pasado nada. Bakugou aún dormía profundamente envuelto en su sabana. Kirishima sonrió tonta e incómodamente.

-Uff... 

Los ojos del rubio se abrieron de golpe, con un tono rojo e irritado en la mirada y varías venas hinchadas en su frente. Ambos soltaron un grito  muy agudo desde la puerta.

Fall | Finalizado [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora