Capitulo 01

44 0 0
                                    

El Diablo.

Pareciera deshonesto, vanidoso, terrible y por supuesto cruel. ¿Quién? No hablo del tiempo, pero bien podría ser que sí, hablo de él, el dolor de cabeza de su madre y la poca fe de su padre. Un niño en teoría, un demonio terrible. Bastante carismático y astuto, como los zorros e incluso como los mapaches, bandido de noble sonrisa, debes atreverte a conocerle si quieres llevarte bien con sus pesadas maneras, si eres doble cara ni lo pienses, con él no van las mentiras ajenas, en su mundo solo puede haber una víctima y un traicionero y es el reflejo que está en el espejo. Intentó forzado de tipo rudo y frío, intento desesperado de tipo serio y bien portado.
La vida da muchas vueltas pero ninguna tan intensa como la vuelta que dio cuando me miro, juraría que mi estómago se revolvió y estuve a punto de desmayarme, me sostuve a la tierra porque mi subconsciente me mantuvo despierta, pero juro que de no haber sido así probablamente me habría muerto. Me gustó. Lo negué mil veces en mí cabeza, lo ignoraba otras miles de veces en persona para evitar caer enamorada. —Diablos, no me mires—. Gritaba en mi mente, qué difícil era ignorarlo. Soy una amante del drama y si me preguntan nadie en su sano juicio podría ignorarlo ni aunque lo intentaran.
Los problemas me llaman, me atraen, supongo que es por eso que llegue a encariñarme tanto, me baso en lo que dice para intentar estudiar todas sus facciones, sus gustos y miedos me los he aprendido mejor de lo que un cristiano se ha aprendido la palabra bíblica y decir eso ya es una blasfemia, pobre de mí que me esfuerzo tanto, triste mi vida que me mató tanto por una sonrisa suya, como me encanta sufrir, me diría a mí misma masoquista pero hasta un masoquista tiene más limites que yo.
Era septiembre aún, supongo, no recuerdo bien y creo que admitirlo es el primer paso, sólo recuerdo que estaba de acosadora observando a lo lejos. —Vaya presumido—. Fue mi primer pensar cuando lo vi reír entre chistes ridículos, pavoneándose para que lo vieran, no era de extrañarse, se la vivía cerca de todos los idiotas que sólo le hacían caso a lo que decía y yo no era así, me considero más lista que ellos o tal vez tan sólo soy una amargada que no disfruta de una buena broma pesada pero es que vamos, el tipo era un don Juan a mi vista y uno muy tonto para terminar el cuento. Soy invisible, nadie me mira y no le molestó a nadie, supongo que no soy de rostro amigable, pocas personas aguantan mi mirada, soy una pérdida de tiempo para cualquier hombre o mujer pues nadie me ha sorprendido tanto como para quedarme, pero él, diablos él, maldito demonio, nefasto él que logró captar mi rango de visión tan fácilmente.
La primera vez que articuló una oración para mí me sorprendió y también me incomodó, me trató como una niña más de su club de fans, ligando y presumiendo, supongo que no esperaba mi rechazo pero que otra cosa podría haberle ofrecido en ese momento si jamás habíamos hablado, no estaba tan amigable en ese momento. Me gusta, no puedo negarlo ni siquiera sé porque diablos lo hago. Me frustra ver que todas pueden tocarlo así de fácil, mientras yo sólo puedo mirar... al menos sé algo que ellas no —Él vendrá a mí—. Ni siquiera Dios adivinaría porque estaba tan segura, ni siquiera yo sabía porque lo estaba o cómo eso pasaría, no me consideraba tan atractiva como para que eso pasará y aún así, estaba firme a la idea.
Finales de septiembre, escuché por ahí que mi presencia no le era indiferente, ya cantaba victoria en mis adentros, sus ojos no perdían el tiempo y lo notaba, pobre niño obvio, tan fácilmente se echaba la vergüenza en la cara y yo no podía hacer otra cosa más que rezarle a todos los dioses porque su valentía o vulgarmente dicho sus huevos salieran al aíre, de otra forma viviríamos dándole vueltas a nuestro asunto pendiente de "hablar".
Estaba un tanto conmovida por sus encantos, ¿Cómo no? Él intentaba mucho y yo sólo me quedaba estática pretendiendo que no sabía de él con tal de seguir creando tensión porque como he dicho antes soy una dramática y que mejor drama que esté. Miraba de reojo sus intenciones y desconocía lo que quería decirme aunque suponía mucho, hasta que finalmente mi mente no pudo más, se veía tan nervioso cada vez que intentaba respirar mi aire, así que eventualmente el tiempo me sofocaba y mis ansias se volvían más grandes que mi curiosidad.
Principios de octubre, finalmente llegue al final de mi paciencia, si no me habla ahora no perderé el tiempo esperando, es todo o nada, me arriesgué, les dije a todos que si no lo hacía me retiraría de esta lucha, supongo que comprendió mi mensaje después de todo no estaba codificado, tan simple y directa como siempre he sido, al menos eso decía yo pero me gustan los problemas y es obvio que para crearlo hay que evitar temas, pero eso es otra historia.
Alegre de mi petición de rapidez no tardó en hablarme formalmente, me sentía en una historia, me sentía como Ofelia, enamorada de un loco estúpido.
Qué tonta.

El Diario de LuciferOù les histoires vivent. Découvrez maintenant