Capítulo 13. | Los gemelos.

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Arriba os dejo un edit de como serían Trece y Cezar.

Créditos: Little sociopath.

Buşteni, Rumanía.

5 de diciembre de 2005.

Cezar Iacob.

La lluvia golpeó fuertemente el cristal de mi habitación, era el tercer día que llovía y no era para nada sorprendente. Busteni, el pueblo en el que nací y crecí, siempre había sido lugar de muchas tormentas junto con bastante frío, ya estábamos acostumbrados a ello. Era irónico que odiase el frío viniendo de un sitio dónde solo había eso, pero, desde siempre había pensado que no era ese el lugar al que pertenecía.

Observé las gotas bajando rápidamente por el cristal y me imaginé la increíble carrera que estaban haciendo entre ellas. En mi mente, alentaba a la de la izquierda para que fuese ella quién ganase, hasta que, unos golpes en la puerta de mi habitación hicieron que desviara mi atención y me perdiese el final.

Sin esperar respuesta el pomo giró y la puerta se abrió, dejando ver a una copia de mi con el pelo rapado. Automáticamente giré la cabeza volviendo mi atención a la ventana, cuándo un enorme trueno iluminó completamente la habitación. Me encogí en el sitio.

— Ven, se me ha ocurrido algo divertido. — Exclamó mi hermano.

Intuí que no era nada bueno.

— ¿Y mamá?

Hice la pregunta aun sabiendo la respuesta. Velkam puso los ojos en blanco, en cuanto mencionaba a nuestros padres siempre ponía cara de aburrido.

— Con un cliente, ya sabes. — Dijo sin importancia. — ¿Vienes o me voy solo?

Suspiré. Al menos iba a ser mejor que quedarse aquí y oír a tu madre con otros hombres. Asentí bajando del asiento debajo de la ventana y cogí mi chaqueta con capucha. Mientras salíamos de mi habitación observé el nuevo corte de pelo de mi hermano.

— ¿Te has rapado el pelo?

Me miró por encima encogiéndose de hombros.

— Odio el pelo rubio. — Contestó tajante.

Percibí una pizca de rabia en su voz. Velkam se detuvo en su habitación y sacó un saco que parecía pesar un poco, me pregunté que llevaría ahí dentro. Al salir, me hizo un gesto con la cabeza y bajamos juntos las escaleras, pero antes de bajar el último escalón varios gemidos nos dieron la bienvenida en la sala. Cuando terminamos de bajar lo primero que vi fue a nuestra madre debajo de un señor de unos cincuenta años, éste estaba sin pantalones y sinceramente, la escena era repugnante.

Miré a Velkam, el cual pasó por al lado sin inmutarse. Entró a la cocina y lo vi salir minutos después con una caja de cerillas en la mano. Caminó lentamente hasta posicionarse en la espalda del hombre desconocido, en cuanto se colocó ahí supe lo que iba a hacer y reprimí una ligera risa. Abrió la caja de cerillas y sacó una, pasó la cabeza por el fósforo y ésta se prendió de inmediato. Acercó una mano a la camiseta del hombre y abriéndola ligeramente, dejó caer la cerilla en la espalda del desconocido, haciendo que éste pegase un salto y que la camiseta comenzase a arder. El salón se llenó de gritos, de ese hombre y de nuestra madre, que corría hacía la cocina en busca de agua.

Miré a Velkam, el cual tenía una amplia sonrisa en el rostro. Se ajustó la bolsa y me hizo una seña para que saliéramos. De repente una sensación de satisfacción me llenó por completo, le habíamos fastidiado el polvo a nuestra madre, le habíamos hecho daño a ese imbécil y en ese momento caí en la cuenta de que, si ella nos había jodido la vida, nosotros le joderíamos la existencia.

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