4.

896 99 8
                                    

-Estoy en casa... -dijo el pequeño castaño con pereza mientras cerraba la puerta.

Fue extraño no escuchar una respuesta, dirigió sus pasos hacia la cocina donde su padre normalmente estaría a esa hora, pero no había nadie, pasó por la sala y seguía sin encontrarlo, pensó que tal vez no estaba en casa, entonces decidió subir a su habitación pero cuando estaba por abrir la puerta, escuchó como alguien lloraba.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando descubrió la dirección de donde provenían los sollozos.

La habitación de su padre...

Dejó caer sus cosas y corrió hasta donde estaba Chuuya y se quedó parado frente a la puerta -¿Papá? ¿E-estás bien?

Del otro lado de la puerta, el mayor se sintió avergonzado porque su hijo lo había descubierto.
Como pudo, secó rápidamente las lágrimas en sus ojos y abrió la puerta. -Bienvenido a casa hijo.

-¿Por qué estabas llorando? -preguntó Fumiya bastante serio.

Eso le preocupaba mucho, había heredado la inteligencia de su otro padre y no sólo eso, a su corta edad, era mucho más adulto que él mismo.

Suspiró y sonrió como siempre solía hacerlo con él. -Recordé a un perrito que tuve cuando era niño...

-Ya veo, debió ser importante... -dijo Fumiya sabiendo que esa no era la verdadera razón, pero sabía que no debía preguntarle, no quería hacerlo, si había algo que odiaba, era ver a su padre llorar -Perdón pero... tengo un poco de hambre...

Viendo como su hijo se tocaba la panza, no hizo más que reír y caminar hacia la cocina -Ven, es hora de comer...

Mientras el pequeño castaño comenzaba a comer, Chuuya terminaba de preparar una ensalada, había un silencio que era incómodo, incluso sabiendo que la persona que estaba detrás de él, era su hijo.
Chuuya sabía de antemano que Fumiya no le había creído en absoluto el cuento del perro, pero un sentimiento de culpa se formaba en él por ocultarle algo, así que decidió hablar.

-Esta mañana... fui al hospital...

El niño, -sí, un niño, porque a pesar de su forma de comportarse y su manera de pensar, tenía apenas trece años- dejó el cubierto y aunque su mirada estaba fija en la mesa, su atención estaba totalmente puesta en su padre -¿Y qué sucedió?

-Tú padre al fin despertó... -Su voz sonó quebrada -Y se encuentra muy estable...

Sus ojos se abrieron por sorpresa y una pequeña curva se formó en sus labios -Eso es bueno...

Dicho eso, miró a su padre, que parecía estar temblando, sus hombros subían y bajaban de la misma forma de cuando alguien reía o... lloraba.
Se inclinó a un lado para ver que era lo que sucedía cuando vio pequeñas gotas caer en la mesa donde Chuuya terminaba de cocinar.

-Papá, ¿estas llorando de alegría?

-Estoy muy feliz de que al fin despertara, pero... -las lagrimas comenzaron a caer aún más.

-¿Pero..?

-Él perdió muchos de sus recuerdos... -buscaba la manera de cómo decírselo,  pero no sabia como hacerlo, pues con cualquier cosa, sabía que Fumiya no le creería.

En el pecho del pequeño castaño había comenzado a sentirse un dolor terrible y también un nudo en la garganta, deseando que no sucediera lo que él creía que pasaba.

Sus lágrimas seguían cayendo, pero había decidido decírselo de cualquier modo, así que decidió ser directo. -Y entre esos recuerdos... estamos tú y yo, Fumiya.

-¿Eh? -sin darse cuenta, sus lágrimas también empezaron a salir -¿a qué te refieres?

Por supuesto que sabía a qué se refería su padre, pero algo en él le decía que no creyera, pero eso era imposible.

-Tu padre no nos recuerda.

**EN PAUSA** You will always be You  [Soukoku-BSD {Mpreg}]Where stories live. Discover now