Sochi, Rusia.
Cuatro meses después.
LOS GRITOS a mi alrededor eran ensordecedores, todos parecían estar llenos de euforia explosiva. Los entendía completamente. Estaba tan feliz que me uní a su celebración. Había acompañado a Edward a Rusia para verlo correr en el circuito de Sochi y había ganado. ¡Era el mejor! Mi número uno y ahora era el de todos.
Todo el tiempo que duró la carrera estuve emocionada y preocupada al mismo tiempo. Esos monoplazas me parecían lo más inestable del mundo, quería que se bajara lo más rápido posible sin importar el resultado, pero escuchar su voz emocionada cuando cruzó la meta en primer lugar no tenía precio alguno. Su tío Alexandre, quien lo había acompañado desde niño cuando inició esta obsesión con las carreras, me abrazó con fuerza y me arrastró con él para estar más cerca del pódium. El público arremolinándose detrás de unas vallas enloqueció cuando los ganadores aparecieron.
Era una completa locura como todo había cambiado en mi vida. Hace unos meses lloraba por no saber qué sucedería conmigo y ahora únicamente disfrutaba. Los rugidos de la multitud y los flashes de las cámaras aumentaron cuando Edward saludó. Se notaba que estaba pasando su mejor momento, tenía una sonrisa que iluminaba el mundo entero. Palmeó la espalda de los otros dos ganadores y corrió hacia donde estaba posicionado el equipo de Mercedes Benz, su equipo. Puse los ojos en blanco cuando se dieron los típicos saludos de hombres, llegaban casi a lastimarse. El brillo en sus ojos me recordó el momento exacto en que nuestra historia comenzó.
Mientras miraba el techo de una habitación que no era la mía pensaba que de alguna manera me había precipitado, me había dejado llevar por mi instinto. Estaba obsesionada con ese cosquilleo en mi piel que solo me lancé de cabeza. No estaba dudando, solo me encontraba emocionada y satisfecha. Mi día había pasado de estar rebuscando en mi armario ropa para la caridad, solo porque necesitaba mantener mi mente ocupada, a tener sexo con Edward.
Incluso después de que llegué a su ático también en Chelsea y encontré a una mujer adulta sentada en el sofá mientras él estaba sin camisa dejándose acariciar. Mis entrañas se retorcieron de forma agresiva, me había dejado llevar para satisfacer mis necesidades de chica solo para encontrarme con ese espectáculo. Debí haber llamado antes de entrar, pero había encontrado la puerta abierta y con mis nervios no me detuve a pensar que interrumpiría su revolcón del día.
Mis mejillas enrojecieron con fuerza porque esa mujer resultó ser Catherina, su madre. Después de aclarar el malentendido, terminamos desnudándonos y en su cama.
Edward pasó un dedo por mi brazo.
—¿En qué piensas? —preguntó.
—Me gustas, Edward.
—Me gustas también —dijo encogiéndose de hombros.
A diferencia de mí, él no se sentía inseguro al decirlo. Me acomodé para poder mirarlo directo a los ojos, lo que iba a decirle era importante y necesitaba su completa atención.
—Es bueno saber que te gusto. —Solté una risita nerviosa—. Estos días me han servido para pensar y no quiero que tengas una impresión equivocada de por qué decidí no casarme. No tuvo nada que ver contigo. Fue una decisión mía. Lo hice por mí. Tú tenías razón. No estoy enamorada de Henry. Nunca lo estuve. Pero lo nuestro, bueno, ambos sabemos que fue algo superficial. Sin embargo, no he dejado de pensar en ti y como ya mencioné antes... me gustas y creo que, no sé, podemos tener algo físico. Sin compromiso.
—¿Solo algo físico? ¿O quieres tener la puerta abierta para poder regresar sin culpa con Henry?
Henry... Había hablado con él días después de que lo dejé plantado en el altar, fui lo más sincera que pude sin mencionar que le fui infiel, pero me insistió en que merecíamos intentarlo de nuevo, que nos debíamos una oportunidad. Henry me amaba y estaba dispuesto a enamorarme. Cuando mi respuesta fue un "no" y se dio cuenta de que por primera vez no iba a lograr hacerme cambiar de opinión me restregó por la cara que la noche de nuestra boda fallida se había acostado con su ex novia y seguiría haciéndolo. Cuando me aclarara volviera con él. Esa actitud borró un poco de la culpa que sentía.
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ʜᴜᴇʟʟᴀs ᴅᴇ ᴜɴ ʙᴇsᴏ || #1.5
Short StoryFiore aprendió a corta edad que es mejor que nada la tome con la guardia baja, ir siempre por lo seguro y no llamar la atención de mala manera, hacer lo que siempre se espera de ella. Eso esta bien, después de todo ella se sabe desenvolver mucho mej...