Capítulo 2

2.7K 231 1
                                    

(Lorena)


Un nuevo día, iba con ganas al instituto, supongo que porque es la primera vez que estaba feliz de ir en mucho tiempo.

Fui caminando hacia la escuela. En la entrada vi a Sebastián y Shaun hablando. ¿Debería unirme? ¿Sería violento si me acerco? Lo mejor será saludar y seguir para dentro.

-Buenos días –dije.

-Hey ¿Qué tal? –me saludaron.

-¿Ya entras? –me pregunto Sebastián cuando iba para dentro.

-Es que no quería molestar...

-No molestas ¿o era una excusa para pasar de largo? –dice Shaun en tono de humor.

-No, no, no –me apresure a decir- De verdad que no quería molestar.

-Solo bromeamos –dijo riendo.

-Anda vamos para dentro –dijo Sebastián sonriendo.

Entramos los tres en clase y me di cuenta que Shaun se sentaba al lado de Sebastián al lado mío estaba Raúl, delante de él estaba Paula y delante mío Sara. El grupito de ayer estaba junto.

-Buenos días –saludamos a los demás al llegar a los asientos.

Las clases pasaron igual que ayer. Almorzamos los seis juntos charlando como en el local.

-Bueno chicos ahora ya os toca gimnasia, ir a los vestuarios que el profesor os espera en la pista.

Todo el mundo se fue levantando para salir. Hoy tocaba ir a la pista a correr y salta obstáculos. Fui a la pista con todos, aunque sin la ropa de deporte.

Me acerque al profesor para poder hablar con y presentarme.

-Soy Lorena. Supongo que te habrán hablado de mi condición y...

-Sí, encantado. Tranquila haz lo que quieras, no te exijas.

-Vale gracias.

Volví con mis compañeros.

-¿Cómo que no llevas el uniforme de deporte? –me pregunto Sebastián.

-Soy nueva aun no lo tengo.

Técnicamente no he mentido soy nueva y no tengo el uniforme pero la verdad es que nunca lo me lo podre poner. Bueno me lo podría poner pero tampoco es que lo vaya a usar.

-¿De qué hablas con el profesor? ¿Le estabas coqueteando para subir nota? –lo último lo dijo reteniendo la risa sin mucho éxito.

-Solo me presentaba –conteste sonriendo.

-Claro.

-Venga chicos a correr por la pista –mando el profesor.

Todos empezaron a correr y yo me senté y aproveche para mirar como corrían.

Yo estaba acostumbrada a andar ya que desde el accidente me acostumbre a andar, sobre todo por la noche cuando todos duermen.

Les envidio. Antes del accidente solía correr para refrescar mi mente, para mí es una de las maneras de sentirse libre, como volar. Ahora con esta condición es como estar encerrada, atrapada.

De repente de la cancha de al lado, donde había otro curso practicando baloncesto, vino una pelota y aterrizo justo sobre la cabeza de Sebastián.

Todo el mundo corrió hasta él, gritando muy nerviosos. Me levante y fui hacia allí, me hice camino a través de la gente con cuidado hasta llegar al frente.

Sebastián estaba tirado en el suelo sujetándose la cabeza mientras que el entrenador intentaba ver que había pasado.

-Todos apartaros, seguir con los estiramientos, chicos.

Todos se dispersaron y yo me gire para volver a mi sitio.

-Lorena, espera –me llamo el profesor.

-Dime –dije volviendo a su lado.

-¿Podrías acompañar a Sebastián a la enfermería?

-Estoy bien profe –se quejó Sebastián.

Que intento levantarse y casi se cae.

-Estás mareado –dijo el entrenador ayudándole a levantarse- ¿Vas a poder ayudarle a ir a la enfermería, Lorena?

-Sí, lo puedo intentar.

-Vale, cualquier cosa pide ayuda –dijo pasándome el brazo de Sebastián por los hombros para que él se pudiera apoyar en mí.

Empezamos a andar, pesaba mucho. Íbamos poco a poco para que pudiera seguir mi paso.

-¿Vas bien? –le pregunte.

-Sí, estoy bien. Solo estoy algo mareado.

-Normal te han dado en toda la cabeza –digo riendo.

-No te rías, que me ha dolido.

Estábamos por llegar cuando empecé a notar que mi cuerpo se cansaba, me estaba empezando a ahogar. Resiste. Respira, Lorena. Me lo recordaba mientras rezaba por llegar ya a la enfermería.

Vamos, yo puedo. Seguí caminado. No puedo me voy... me voy.

-Sebastián.

-¿Qué?

-Lo siento.

Eso fue lo único que logre decir antes de caerme de morros contra el suelo, llevándome conmigo a Sebastián.


******


Abrí los ojos encontrándome con un techo blanco y un fluorescente. La enfermería. Intente recordar que había pasado. Estaba ayudando a Sebastián a llegar a la enfermería cuando me quede sin fuerza.

Cierto, Sebastián. Me incorpore para levantarme pero unos brazos aparecieron y me tumbaron de vuelta.

-No te levantes.

Me gire para ver quien hablaba, era Sebastián. Tenía la cabeza vendada.

-¿Qué ha pasado?

-Te desmayaste y caímos los dos al suelo.

-Lo siento.

-Eso mismo dijiste antes de desmayarte ¿Qué clase de persona eres que te disculpas antes de desmayarte?

-¿Te hiciste daño al caernos?

-No tranquila pare mi cabeza contigo.

-Qué vergüenza –dije tapándome la cara con las manos.

-Los dos estamos bien pues todo está bien. Por cierto ¿Qué es lo de la espalda?

-¿A qué te refieres? –dije apartando el brazo para mirarle.

No hacia falta preguntarlo, su cara lo decía todo. Ahí estaba la cara de asco por haber visto mis feas marcas. Ahora él se lo diría, sino lo ha dicho ya, a los demás.

-Ya sabes... las marcas esas.

Estaba tan incómodo que no sabía ni como hablarme.

-¡Oh! Eso... -digo bajando la cabeza- un accidente.

-¿Qué ocurrió?

-Un incendio, pero no me gusta hablar de eso.

-¿Era un secreto? –pregunta serio.

-Bueno... no es algo que vaya contando, me avergüenzo de mis marcas.

-¿Por qué? No es algo que tengas que ocultar o avergonzar.

-Es fácil cuando no eres tu quien las tiene.

Me levante y me fui de la enfermería ignorando a Sebastián y a la enfermera.

Marcas imborrablesWhere stories live. Discover now