Capítulo 6

2.4K 199 3
                                    

(Lorena)


(Unos días más tarde.)

Nos encontrábamos los seis compartiendo una furgoneta de siete plazas camino a la casa de la playa de Raúl. Raúl conducía con Paula de copiloto, detrás íbamos Sebastián y yo, y atrás del todo Shaun y Sara.

Durante estos días Sebastián ha dejado claro que coquetea conmigo, lo ha dejado claro para todos. Desde entonces Sara parece haberse retirado dejándome el camino libre aunque no lo hemos hablado ya que no le puedo decir porque le prometí a Paula que no diría que ella me conto eso.

Estaba escuchando música compartiendo el auricular con Sebastián cuando note como la cabeza de Sebastián se apoyó en mi hombro. Se había quedado dormido.

Por dentro estaba gritando como una fan a la que su ídolo le toca la mano en un concierto.

Gestos como el de colocar el mechón tras la oreja, colocar un brazo sobre mi hombro a la hora de ir andando, preocuparse por sí estoy bien, miradas intensas que me dedica, las sonrisas cómplices que compartimos o los besos tan cerca de mis labios. Cada día había echo que me gustara más aunque no lo quisiera admitir.

Le quite el auricular para que descansara. Estaba muy mono así que saque el móvil y me saque un selfie con él. Luego me di cuenta que era demasiado obvio que me gustaba. Revolví en mi mochila y saque el maquillaje le pinte de gatito.

Nuevo grito interno de fan enloquecida. Estaba más mono que antes.

Me saque un par de fotos, desde diferentes ángulos. No podía evitar sonreír todo el rato. Revise las fotos y pude ver de fondo como Sara nos miraba de manera seria. Quizás le haya molestado pensé preocupada.

No quería hacerla sentir mal ni que se sintiera mal por mi culpa. Pero parecía que si decidía estar con Sebastián iba a ser inevitable el hacerle daño.

-¿Pero que le has hecho? –pregunto Raúl mirándome a través del retrovisor sonriendo.

-Nada –digo fingiendo voz de inocencia.

Todos explotan a risas que hacen que Sebastián se despierte.

-¿Qué pasa? –pregunta adormilado.

-Que ya no queda nada para llegar, Misifu –contesta Paula riendo y provocando que todos estalláramos a risas.

-¿De qué os reis? –pregunta riendo.

-De nada, de nada –me apresuro a contestar.

-¿Qué tal cenar pescado? –pregunta Shaun aun entre risas.

-¿Te ha crecido los bigotes, Sebastián? –pregunto Sara uniéndose a las bromas.

-¿A ver alguien me puede contar el chiste? –pregunta Sebastián confundido.

-Anda mírate –dice Paula pasándole un espejito de viaje.

Sebastián se mira y se sorprende.

-¿Pero qué...?

No había acabado de maldecir cuando todos habíamos explotado a reír.

-Tu... listilla... -dice señalándome para luego amenazarme- esta te la devuelvo, te lo juro.

Le pase unas toallitas desmaquillantes para que se quitara los bigotes y nariz de gato. Acabe ayudándole ya que estando en el coche y con el espejito pequeño de Paula apenas se podía ver.

En cuanto llegamos a la casa de Raúl me quede sin habla. Era enorme.

-Hay una habitación para cada uno, elegir la que más os guste, menos la mía –dice abriendo la puerta.

Todos entramos y fui la única que estaba alucinando con lo grande que era la casa. Los demás ya habían estado aquí antes ya estaban acostumbrados.

Las habitaciones estaban en el piso de arriba, tres habitaciones en un lado y cuatro en la otra. Pero una de ellas era de los padres de Raúl, es decir, habitación prohibida. Al final decidimos que las chicas a un lado y los chicos en la otra.

Deshicimos las maletas y coloque los medicamentos en el cajón de la mesita, ya que era más accesible en caso de emergencia.

Baje a la sala donde ya estaban todos sentados viendo la televisión. Sebastián golpe un sitio vacío a su lado mientras me dedicaba una sonrisa ladeada. Me senté a su lado y el paso el brazo por mis hombros de manera descuidada.

-¿Después de cenar vamos a fuera a ver las estrellas y mañana vamos a ir a dar una vuelta y a comprar comida para pasar la semana? –pregunto Raúl.

Todos asentimos. Por hoy cenaríamos lo que habíamos traído, ya nos ocuparíamos mañana del resto de comidas.

Cenamos viendo una película de acción, coches chocando y pistolas por doquier. Durante la película Sebastián me tenía abrazada con su brazo por los hombros, al final acabe con mis piernas sobre las suyas, acurrucada por el frio.

Me ofrecí a fregar mientras los demás preparan las mantas para poder tumbarnos y taparnos en el césped para ver las estrellas.

-¿Te queda mucho? –pregunto Sebastián entrando en la cocina y poniendo sus manos en mis caderas para poder ver sobre mi hombro.

-No, ya casi estoy –respondí reprimiendo mi grito interior.

-Genial, porque ya he preparado las mantas para poder tumbarnos –acerco los labios a mi oreja antes de decir- juntos.

Se fue por donde vino y pude soltar el aire que no me había dado cuenta que retenía desde que el había puesto sus manos en mí.

Acabe de fregar y salí afuera encontrándome con todos tumbados. Sara me vio primero y no sé porque me miro con el ceño fruncido, como si estuviera enfadada conmigo. Luego hablaría con ella a solas para aclarar todo.

Me tumbe junto a Sebastián, que nos tapó a los dos con una manta.

-Estáis muy juntitos vosotros dos ¿no? –dijo Shaun señalándonos.

-Imaginaciones tuyas –contesto Sebastián.

-Pronto una nueva parejita en el grupo –canturreo Paula.

Eso hizo que me sonrojara pero nos pusimos a reír todos.

Note como agarraba mi mano bajo la manta, le mire y, simplemente, estaba mirándome con una sonrisa de oreja a oreja que hizo que me contagiara. Como si compartiéramos un secreto.

Me gustaba esta sensación pero tenía la sensación de que todo estaba yendo demasiado deprisa pero tampoco me quisiera frenar lo que estaba pasando. Era la primera vez en mucho tiempo desde que me sentía así de feliz, y superaba lo que en algún momento pude llegar a sentir.

Marcas imborrablesWhere stories live. Discover now