Único.

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La tranquilidad del castaño se vio interrumpida por el fuerte estruendo de la puerta golpearse contra la madera, sin embargo, se mantuvo recostado sobre la cama con los ojos cerrados, acababa de terminar una odiosa tarea de física, necesitaba respirar un momento.

El único beneficio de vivir en aquel aburrido pueblo, era el silencio que se formaba producto de la soledad de este, amaba el silencio, ya que, le abría paso a la intimidad consigo mismo. La ausencia de ruido, aunque sonase profundo a sus cortos quince años, le permitía sentirse vivo.

Luego de sentir el colchón hundirse a su derecha decidió abrir los ojos. A un costado lo observó en la misma posición en la que él se encontraba, con la diferencia, que la respiración de su mejor amigo se oía escandalosa. Le permitió mantenerse así un momento, definitivamente necesitaba una cuota de tranquilidad.

- ¿Qué ha ocurrido ahora? – podía sentir su respiración calmarse de apoco. Volvió a cerrar los ojos, buscando descansar.

En cosa de segundos pudo sentir un delgado brazo estrangularle las tripas, acompañado de un ligero peso reposar sobre su pecho, justo sobre su corazón. Era una costumbre que los largos cabellos le punzaran la punta de la nariz, aun así, él nunca había llegado a confesarlo. La mezcla del aroma a dulce y bebé era realmente agradable, más aún cuando se colaba entre las sabanas y almohadas de su habitación.

- Mamá, como siempre – habló luego de largos minutos, con la voz apagada en su pecho – desde que mi hermana se ha ido a la universidad soy un blanco fácil, solo recordarlo me hace enfadar otra vez – Sintió los dedos arrugar su camiseta, rosando su piel.

- Había olvidado lo sensible que te colocas con el inicio de los exámenes – revolvió un poco brusco los cabellos de su amigo, riendo. Aquel acto logró que el peso sobre su pecho desapareciera y como acto reflejo abriera los ojos, lo encontró mirando fijo, notando así sus ojos rojos.

- Vas a continuar tú – le lanzó una mirada de odio, falso odio y volvió a la posición de mirar el blanco techo.

Los rayos de sol se colaban por las cortinas del gran ventanal. Hubiese deseado que ingresara un poco más de aire, el clima sería perfecto, aun así, se sentía agradable. Respiró profundo dejando el silencio actuar. Maravillosamente el silencio se había convertido en su mejor aliado, eso sí, cuando sabía ocuparlo a su favor.

- Tengo la sensación de que no es eso de lo que quieres hablar – dijo con seguridad luego de un rato.

- No te hagas el que me conoce a la perfección – rodó los ojos.

- No me hago, te conozco a la perfección – escuchó una risa irónica salir de sus labios, él simplemente sonrió sabiendo que era así – ¿y?

- Y ¿qué? – respondió con arrogancia.

- ¿Qué me quieres contar? – silencio – si quisieras hablar de la pelea estarías lanzado fuego por la boca contra tu madre – Acomodó su cuerpo para quedar sentado y apoyar su espalda a la pared, ahora podía notar como el entrecejo del contrario estaba fruncido debido a los rayos del sol.

Luego de un momento lo vio levantarse y dirigirse a su preciada colección de vinilos, heredada de su abuelo. Solo él tenía el permiso para tocar tal tesoro, simplemente por no poder negarse a nada que el contrario dijera, hiciera o le pidiera. El sonido suave de una antigua melodía inundó la habitación e instintivamente cerró los ojos disfrutando de aquello.

Tiempo después de que volviera a la misma posición, lo observó intentando comprender su inusual comportamiento, estaba enojado o preocupado, pero ¿por qué? Extendió su mano izquierda y con suavidad la deslizó por el brazo de su amigo, para así deshacer el fuerte puño que formaba con su mano derecha, logrando que este se estremeciera, eso si que lo sintió pero, decidió dejarlo pasar.

Teenangers.- JIHAN.- [One shot].Where stories live. Discover now