Prólogo

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Westfall Lake, Xhica, Estados Unidos14/04/437 NM

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Westfall Lake, Xhica, Estados Unidos
14/04/437 NM

Los últimos cuatro siglos habían sido los más tranquilos que los países dentro de la Alianza De las Rosas habían tenido desde la última rebelión de los federalistas y republicanos. La paz llenaba las calles por donde andaban los líderes monarcas de cada nación, comenzaban a ser recibidos de buena manera en cualquier lugar. Ya no había la destrucción y sangre que cubrieron las calles años atrás.

Pero esas cosas sucedieron hace más de cuatro siglos, mucho antes de que los futuros herederos de las casas reales actuales fueran elegidos, mucho antes de St. Marine y su prestigiosa protección. Ahora las monarquías reinantes en cada nación estaban ahí desde hace cuatro siglos. Han sido conocidos por decenas de generaciones desde su inicio en el trono, y ya son más que respetados por millones de familias bajo su protección. Cada próximo heredero creció bajo su constante escrutinio y opiniones públicas. Aunque eso no ha evitado que aparezcan cada vez más levantamientos armados en las grandes cuidades o capitales de los países. Los supuestamente extintos republicanos seguían haciendo de las suyas depués de tanto tiempo. Al igual que los monarcas, ellos transmitieron sus conocimientos y principios de generación en generación, así siempre habrían personas que se opusieran al reinado.

Pero fue una chica sin ningún bando la que tuvo que pagar los platos rotos. A esa noche se le conoce como: La noche de los inocentes.

La noche era la más fría que se registraba en diez años en esa parte del país, la lluvia torrencial eran tan fuerte que no se podía ver nada a la distancia. Pero vaya que se escuchaba todo a kilometros, más aún las estridentes alarmas de ataque que provenían del palacio y lo cubrían todo a su alrededor.
Los gritos llenaban todo el espacio que la joven de negra cabellera había intentado llenar desde hace años, pero nunca de esta manera, nunca con tanta violencia.

Su padre había salido al rescate de la familia real por su deber como centinela privado de la reina. Él salió a cumplir su deber en el trabajo, pero dejó de lado el que tenía con su familia, pues no creyó que éstos se fueran a ver afectados.

Cuando los tiros resonaron frente a la calle, Sky solo se sobresaltó un momento. Después iniciaron los gritos que la llenaron.

La madre de Sky trató de tranquilizarla al decirle que todo saldría bien y que esto no era más que una falsa alarma del gobierno para los guardias, que necesitaban saber que tan entregados eran al trabajo o que era una situación del palacio, nada grave o de preocuparse. Pero Sky era lo suficientemente grande para saber la realidad de la situación presente.

Los federalistas estaban atacando a la monarquía como siempre sucedía. Ella vio en televisión reportes de las peronas que morían en esos enfrentamientos o de los rasguños que se llevaban los de la realeza, pero nunca lo había vivido.
En Xhica nunca hubo un disturbio que implicara el uso de armas, o el pánico colectivo de las personas a su alrededor.

Ella permaneció mirando por la ventana a hurtadillas mientras que su madre se encargaba de sellar las puertas traseras; lo que vio la llenó de horror, pero nunca dejó de observar. Una gran preocupación se adueñó de ella cuando unos hombres vestidos con el mismo uniforme con el que su padre salió de casa, aparecieron en la acera con escudos y armas negras apuntando a un grupo un poco más numeroso. Las personas en el otro grupo vestían algo que a penas parecía ropa común; sus pantalones estaban llenos de agujeros y desgarres, su camisas estaban llenas de manchas más oscuras a penas distinguibles en la lluvia y algunas partes estaban raídas, aunque fueron las pañoletas de diferentes tonos de cafe sucio y negro lo que infundieron curiosidad.

Ella miró todo por la ventana sin parpadear un segundo, incluso cuando varios de los federalistas y guardias cayeron muertos llenos de sangre al suelo. Hasta que un grito con más sorpresa que horror la sacó de su sádico ensimismamiento haciéndola correr hacia la sala de estar donde su madre se encontraba pegada a la pared y con la respiración agitada.

Justo delante de ella habían unas piernas que se movían nerviosamente.

Levantando la mirada se encontró con el torso y pronto el rostro del chico que estaba cubierto de sangre en el suelo. Él era un niño cercano a su edad, de dulces nueve años. Ella no entendía lo que quería decir, pero sintió esa necesidad de hacer lo que sea por él, porque de alguna manera su terror se veía reflejado en el rostro del chico, y aquello le infundó cierto miedo. Sky miró a su madre igualmente suplicante que el chico. Tal vez quería expresar que necesitaba sanación o un lugar donde esconderse. Podían ser ambas, pero ella no se detuvo a pensar. Poco después se escuchó un grito de hombre que venía del exterior.

¡Busquen al príncipe! ¡Mátenlo!

El chico se removió en el suelo haciendo que la mancha café rojiza en su camisón de dormir se hiciera más visible.

— ¿Qué te sucedió? — susurró Sky.

No es mía, lo juro — dijo asustado —. Por favor — añadió mirando a la madre de Sky —. Escóndame, se lo súplico.

La mujer seguía pasmada ante la presencia de esta niño que se encontraba en mejores condiciones de lo que ella supuso en un principio, y que aprentemente era el príncipe de Estados Unidos. Ella estaba frente a su futuro rey en diez años.

Salió rápidamente de su ensimismamiento y corrió a la puerta entre abierta para cerrarla y asegurarla. Ella se encargaría de que el príncipe pasara la noche a salvo en su humilde hogar.

Lastimosamente no pudo siquiera cerrar la puerta para eso. Un hombre vestido con el uniforme de los centinelas reales empujó la puerta con brusquedad lanzando a la madre de Sky hacia atrás. Él hombre ni siquiera se detuvo a observar el panorama cuando ya había desenfundado el arma y disparado a la cabeza de la mujer.

Sky no pudo pronunciar una palabra o sacar un grito desgarrador de su ser porque el hombre ya jalaba al príncipe fuera de la casa. La estaban dejando.

¡No! ¡Suéltame, Archie! — forcejeaba el niño — ¡No me iré sin ella, no me iré sin ella!

El hombre dejó el brazo del joven príncipe y jaló a Sky de la misma manera que a él. Ella quiso soltarse y ponerse más terca que nada sobre el tema. Pero no era para nada estúpida, sin madre y con un padre probablemente muerto en todo este auge... ella había quedado huérfana.

Por desgracia, Sky no fue la única huérfana de aquella noche. Pero si la que más influyó en el futuro de las monarquías. Es por ello que ella juró que habría repercusiones para todos. Ella cobraría la deuda que quedó pendientes de todos los inocentes muertos esa noche.

The Royals © #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora