Capítulo 1

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Las cosas volaban por el aire mientras Clint seguía lanzándolas, Ryan estaba seguro de que en algún momento rompería algún record del mayor número de objetos caseros lanzados a su cabeza.

—¿Quieres calmarte? Pareces una esposa histérica— esquivó un libro directo a su frente— ¡¡y ni siquiera salimos!!!— gritó.

—¡¡Claro que no salimos!!! Ya que tu no eres… ¿cómo lo dijiste? “un maldito marica”— casi sollozo.

Ryan rodó los ojos, su mejor amigo le había confesado ser homosexual hacía medio año, al parecer siempre lo había sabido pero durante mucho tiempo había tenido miedo de decírselo, debía confesar que cuando se lo dijo le había dolido su desconfianza pero comenzaba a creer que estaba mas seguro en la ignorancia. Además el mismo había comenzado a plantearse si solo le gustaban las chicas… a el no le gustaba ningún chico en especial pero la idea no le parecía desagradable como a muchos.

—¡¡¡Es solo una expresión!!!— se justificó. Esa tarde mientras platicaban con sus amigos había llamado a uno de ellos “maldito marica”, Clint lo había escuchado y al parecer se lo había tomado bastante personal, seriamente tenía que repasar su lenguaje y excluir cualquier expresión remotamente homofóbica que conociera.

—Es sólo que crees que soy una maldita puta que se mete con el primer hombre que ve— lo acuso y los ojos de Ryan se abrieron como platos ¿pero de donde demonios había sacado eso? Comenzaba a tener un nuevo respeto por la imaginación de su amigo.

—Fue solo porque tenía a Laura enfrente y no se atrevía a hablarle ¿recuerdas a Laura?— esquivó otro objeto que sinceramente no logró identificar pero lo que le preocupó más fue que ningún otro objeto le siguió—¿Clint?— entró a la habitación de donde había salido todos aquellos ataques y lo que encontró fue a su mejor amigo empacando— que…¿Qué haces?

—Esto no va a funcionar-, murmuro dolido- si seguimos compartiendo departamento…no creo que podamos ni siquiera seguir siendo amigos— clint había desatado ya todo se enojó y ahora se veía terriblemente abatido.

—No eres solo mi amigo clint… eres como mi hermano— intento hablarle.

—¿Aunque sea un maldito marica?— la voz se le ahogó.

—Te lo juro… por mi vida… que te amo como eres, hermano— tomó aire y levantó las manos buscando las palabras –no sé como demostrarlo pero quiero que estés seguro de que no creo que seas menos por a quien decidas querer…— le vio a los ojos— pero, por dios, dame algo de tiempo para acostumbrarme… no quise ofenderte, solo… ¡ya sabes! Siempre he hablado así ¡demonios!— tampoco era justo que él tuviese que andar de puntillas a su alrededor, ellos eran amigos y era justo que la confianza viniese en ambos sentidos.

Ryan vio a su amigo fijamente y se preguntó si había usado las palabras adecuadas para su propio bien.

—Bien— Clint aceptó.

—¿Bien?— ¿así nada mas? Ahí había algo raro.

—Si, bien— reitero, Ryan apenas había comenzado a relajarse— pero…

—¡Sabía que había un “pero”!— bufó y levanto las manos y las dejo caer girando sobre su propio eje ligeramente, en un gesto de exasperación. Clint no le prestó atención al gesto se puso de pie frente a él.

—Solo te creeré si sales conmigo esta noche, si lo haces entonces te creeré y podremos acoplarnos a esto como dices “lentamente”— le explico sus condiciones y el mas alto le vio con desconfianza.

—¿A dónde iremos?— después de la pequeña destrucción de su amigo en su habitación compartida estaba un poco receloso de lo que le pudiese pedir. Su amigo sonrió de oreja a oreja.

Mr. LunesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora