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—Papá volvió. Y mamá se fue...

Claire hablaba con su amigo, el cual la escuchaba atentamente.

—Mamá dijo que papá está diferente. Y que ahora no es mi papá. Pero yo no le creo. Es igual que antes.

Claire hizo una pausa mientras veía el cielo de la tarde. Ese día no había ido a clases, más que godo para quedarse con su papá que recién se adaptaba a su entorno.

Claire recuerda los gritos de su mamá a su papá en la noche, recuerda cuando su papá agarró bruscamente a Amelia por los brazos y de como comenzaron a pelear. Después de tanto tiempo sin escuchar nada más que los sollozos de su mamá, le pareció demasiado raro los gritos y el miedo; ella se fue después de eso, porque no pudo aguantar el dolor de saber que su esposo ya no era su esposo y dejó a Claire.

Ella se fue a acordar de su hija cuando ya se había instalado a dormir en el motel, porque se giró para darle las buenas noches a su hija y ella no estaba ahí. Estuvo todo ese tiempo tan concentrada en huir, que olvidó lo más importante.

Pero ya no podía devolverse.

Y bueno, Claire tampoco es que quería irse con su mamá. Apenas y había regresado su amado padre como para huir de él.

Esa noche Amelia durmió sola, al igual que Dean en la celda; pero Castiel durmió con su hija.

— ¿Y por qué tú mamá dice que tu papá está cambiado? —Claire salió de sus ensoñaciones al escuchar a su amigo. Esa pregunta también le había carcomido la noche entera antes de abrazar a su papá y caer rendida— ¿Notas algo distinto en él?

—Para nada, señor Ketch. Él sigue siendo el mismo antes de que se hubiera ido; y mi mamá no lo entiende.

Ketch se rió ante la confesión de su amiga. Fue algo hilarante darse cuenta de que hasta la hija de Amelia piensa que la mujer estaba loca. Si lograba hacer confesar a Dean, iría después por Jimmy y se quedaría con su hija; tendría a esa aprendiz a cualquier costo. Y poco le importaba si tenía que destruir una familia para eso.

—Pero me habló de Dean —interrumpió de repente— Y es un señor increíble. Espero que papá pueda volver con él y me lleve.

Ketch sonrió. Esa familia caería más rápido de lo que cayeron las torres gemelas.

***

—Tienes visita Winchester —la voz del guardia sacó de sus ensoñaciones al joven rubio.

Era la primera vez que soñaba desde que no dormía con Cas. Pero más que un sueño, parecía ser un recuerdo de su niñez. Era cuando había matado al perro del vecino.

Ese sueño se mezcló con los recuerdos presentes, y cuando de veía así mismo abriendo el estómago del perro con el cuchillo de cacería de su papá, observó a Castiel con su gabardina cubierta de sangre. Le decía que él sabía un sitio en donde enterrar el cuerpo.

Le dijo lo mismo que le había dicho cuando asesinaron a la pareja de turistas en las vacaciones de vísperas de cumpleaños de Dean.

Los habían ocultado en varias partes del lugar.

Fue como jugar a los piratas, en donde la equis roja marcaba el lugar del tesoro. Sólo que el mapa que tenían era mental, y el tesoro eran partes del cuerpo de aquella pareja.

Dean recuerda claramente la expresión de amor que tenía Castiel cuando le rompió el cuello a la muchacha; de la forma gentil en como atravesó con el cuchillo que traían las bandejas de servicio a la habitación al chico. Pero sobretodo recuerda como lo besó; porque el sabor de la sangre del chico se mezcló con su saliva.

Nunca pensó que Castiel pudiera matar tan fácilmente. Y ni mucho menos, que esa no fuera su primera vez.

"Hay cosas que simplemente no se dicen para no perder la magia..."

Pero Castiel no era un hada. Ni un ángel. Era un asesino con complejo de Estocolmo. Y eso era muy fuerte.

—Hola Dean. ¿Me extrañaste? —Dean colocó los ojos en blanco al escuchar ese molesto acento británico. Si no fuera porque va detrás de su mamá, creería que está tratando de meterse en sus pantalones.

—Te extrañé tanto como un drogadicto extraña una recaída —le soltó con ironía mientras se acostaba de nuevo en el suelo— ¿A que vienes ahora? La reunión de idiotas está por el otro lado.

Ketch se posicionó frente a la celda de Dean. Estaba feliz.

— ¿Qué clase de lenguaje es ese? ¿Acaso no ves que estamos en presencia de una dama? —el tono de voz era más meloso de lo normal. Dean bufó.

—Mi mamá dejó de ser una dama cuando comenzó a juntarse con personas como tú —le escupió con todo el odio que tenía— Alteras mi tranquilidad. ¿Qué quieres?

Ketch apretó los labios. Podía soportar de todo, pero no el hecho de que le hablaran así de Mary. Pero se obligó a no alterase. No debía hacerlo.

— ¿Tú eres Dean? —preguntó una voz más aguda que la de Ketch. Una desconocida para Dean— ¿Tú tenías a mi papá?

Entonces sintió como un cubo de agua helada le caía encima con la fuerza de un camión. Esa era Claire Novak, la luz de los ojos de Castiel.

***

Claire no pensó que ese día hablaría con Dean.

No se imaginó que Dean estaría en una cárcel ni tampoco se imaginó que fuera un chico tan joven. Era demasiado lindo, con esos ojos verdes tan llenos de vida y esa carita de niño bonito. Pero estaba preso, y las personas que estaban en la cárcel son malas, así que Dean era malo; pero fue imposible para Claire odiar a ese chico.

En especial cuando él le contó la historia de principio a fin de cómo se conoció con su papá y de lo que pasó en realidad cuando estuvo desaparecido. Por supuesto que, eso fue mucho después de que Ketch se haya ido, porque Dean no iba a acceder a hablar delante de él.

Pobre iluso...

Ketch manejaba muy bien la tecnología de los micrófonos. Y eso era algo que ni Claire ni Dean sabían.

***

Ketch estaba en su casa, o la que era en ese momento, y estaba leyendo el periódico. Aparecía que habían condenado a un joven de veintidós años a la cadena perpetua por el secuestro de uno de sus compañeros de clases de la universidad, su nombre era Michael; a Ketch ese nombre se le hacía conocido, pero no podía acordarse de donde.

Se dio cuenta que la justicia norteamericana iba más rápido que antes, y que una condena que puede durar hasta diez años en ejecutarse, prácticamente se había ejecutado en menos de una semana. Pero que podía decir, ese era el poder del dinero y la corrupción en la justicia estadounidense.

Por eso y por muchas cosas más era que amaba a su patria. Y quería marcharse cuanto antes de ahí.

Pero no podía hacerlo hasta encerrar a Dean.

Y ahora que tenía esa grabación en su mano, en donde confesaba todo lo que había hecho durante casi un año, ya lo tenía en la palma de la mano. Sólo faltaba hacerlo caer un poco más, y todas las piezas encajarían. Y para eso necesitaba a Mary, la cual estaba más que dispuesta a hablar desde hace tiempo.

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Cuenta regresiva: 4

Stockholm ||Destiel||Where stories live. Discover now