- Parte única -

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Tendido sobre las blancas sábanas Akira Fudo respiraba con fuerza, intentando recuperar el aliento, la lejana voz de Ryo sermoneándole retumbaba en su cabeza y es que una voz más fuerte en su interior no quería callar, la ira y la lujuria bailaban en su mente, burlándose de él, y es que el demonio que lo había poseído empezaba a corromper su corazón humano.

Se llevó las manos a la cabeza intentando reprimir aquellas imágenes que le venían a la mente, imágenes depravadas que comenzaban con el cuerpo de Miki, que poco a poco iniciaba a tornarse en un esbelto cuerpo masculino, específicamente el de su mejor amigo Ryo.

Ryo... Su molesta voz no callaba mientras sus caderas seguían balanceándose arriba y abajo en sus oscuras fantasías...

—...Usaste mi lista sin permiso. No pensé que actuarías solo. —Dijo el rubio de aspecto angelical, esta vez sus palabras sonaron más claras y consiguieron conectar a Akira con la realidad por un momento.

—Quería matar... ¡Quería apalearlos desesperadamente! –Contestó al final el moreno a gritos. Realmente pensaba que si se peleaba con algunos demonios aquel incómodo deseo desaparecería por completo, pero había comprobado que su teoría no era cierta.

Al escuchar esto Ryo cerró sus ojos con resignación unos breves instantes y retomó su charla sobre las emociones humanas mientras se tomaba su tiempo para deleitarse la vista con el torso desnudo del híbrido demonio-humano, ¿Quién diría que hace unos meses no era más que un niño débil y escuálido?

—...En momentos así, los humanos escapan de sus recuerdos. Como humanos tenemos la capacidad de no pensar. —El rubio se levantó de su asiento y continuó hablando.—El alcohol, las mujeres, el juego... Trata de olvidar utilizando esas cosas.

Retiró la mirada del bronceado cuerpo de su amigo y tras un suspiro se dirigió a un pequeño armarito de color blanco y sacó de él un par de fajos de billetes que lanzó en dirección al moreno.

—Es un hábito de humanos, aprende de eso. —Dijo con un ligero tono molesto y sin más se dirigió a la puerta de la habitación dispuesto a desentenderse de Akira.

Akira echó un ojo a la gran cantidad de yenes sobre el colchón, aunque aquello no le interesaba lo más mínimo, a pesar de todo él ya no era humano ¿Verdad? Sus caprichos eran más específicos.

— Ryo... Espera. —Agarró al rubio por la muñeca antes de que este escapara.—No necesito esas mierdas, te necesito a ti.

—¿Perdona? —Volteó la mirada hacia su amigo, confuso, e intentó zafarse de su agarre, pero Akira presionaba aún más fuertemente su muñeca. —Akira, tengo trabajo ¿Vale? Solo busca una prostituta cualquiera...

—Ninguna prostituta en todo Japón podría saciarme como sé que tú lo harás. —Le contestó sin vacilar y de un solo tirón lo llevó a la cama con él.

Antes de que Ryo pudiera reaccionar Akira ya estaba encima suya, presionando su cuerpo contra el suyo, aprisionándolo contra el colchón. Los ojos del demonio se habían tornado en blanco y comenzaba a respirar con fuerza llevado por su instinto infernal que nublaba toda su razón, entreabrió su boca de la que escapó un gruñido dejando ver sus afilados colmillos que se acercaban peligrosamente al blanco cuello del rubio.

— Akira... —Suspiró su nombre, pretendiendo manejar la situación con calma. —No eres consciente, si te sacias conmigo luego te arrepentirás.

—¡Mentira! Si lo hago ahora dejarás de atormentarme en mis fantasías... ¡No puedo sacarte de mi mente! —Dijo el moreno casi en sollozos, desesperado por probar la tierna carne de su mejor amigo.

En el rostro del rubio se dibujó una traviesa sonrisa tras escuchar aquello.

— Oh, ¿Enserio? —Comenzó a seguirle el juego por pura curiosidad.—Entonces házmela pasar realmente bien o te las haré pagar, Akira.

☾ SUCCUBUS ☽  || Devilman Crybaby ||Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ