Cautiva En Sus Brazos +18

Segundo libro

¿Que pasaría por la mente de Robert Meyer al conocer a Meredith Hoffman? ¿Al asesinar a jóvenes inocentes? "Quebrantado" es la historia de Robert narrada por el mismo. Te invito a adentrarte a su mente y responder todas esas dudas que generó en ti el primer libro.

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El restaurante era grande y tenía aspecto hipster. Todas las bebidas se servían en recipientes de mayonesa, había platillos que venían en sartenes. Todo se veía de forma pintoresca. Meredith estaba sentada en una mesa cerca de la ventana. Ella miraba hacía la calle, no había notado mi presencia, claro era un extraño aún para ella, pero un extraño atractivo. Sonreí mirándola y comí en silencio.

Su cabello era de un rubio platinado. Tenía unos ojos del color más profundo de azul que había visto jamás. Su rostro era angelical, tenía buenos pómulos y una boca que podría hacer caer a cualquiera al borde del deseo y la locura. Toda ella era impresionante. Sus caderas habían crecido al igual que su busto. Los años la habían hecho florecer, ya no era la chica de piernas delgadas y aire inocente, era una mujer impresionante.

Meredith estaba almorzando pasta con salsa pesto, carne ahumada, con arroz dorado, puré de patatas, ensalada y té de Jamaica. Comía ensimismada mirando por la ventana. Me preguntaba qué estaría pasando por esa hermosa cabezita.

Terminé de comer y pedí otra cosa más. Meredith comía lento y no podía quedarme más tiempo en el restaurante ocupando mesa y observándola. Pedí lo primero que vi en el menú, un café expresso. Al cabo de un buen rato Meredith había terminado de comer. Se levantó de su silla y pude detallar su atuendo. Abrigo negro de cuero, blusa blanca, jeans oscuros y unas botas altas. Lucía arrebatadora. Podría imaginarme cómo sería tenerla lista para recibir mi pene en su boca. Aquel pensamiento me excitó y sentí mi miembro inquieto en mis pantalones. No era buena idea tener una erección en la calle.

Meredith pasó cerca de mi mesa y ni me miró. Pude ver como se acercaba a pagar lo que había comido.

"Qué tenga un buen día, señorita Hoffman" Escuché una voz masculina decir.

"Gracias, usted también, señor Jhon." Su voz, aquella voz eran tan suave y seductora a la vez. Quería escuchar mi nombre salir de aquellos labios.

Al llegar al hotel me masturbé pensando en mi chica. En sus ojos color zafiros, su cabello claro y en aquella boca color sandía. Tenía un aura tan sexual, tan fascinante. Estaba loco, sí, pero por ella, por la mujer que quería tener.

Crazy, crazy, crazy.

La canción de Aerosmith definía como me sentía por ella, por mi Meredith, mi Marla. Acabé sobre mi mano, y observé una vez más la foto que le había tomado a Meredith de forma discreta en el restaurante, mi teléfono tenía nuevas fotos de ella, mi obsesión era ella.