Capítulo 4

1.2K 146 75
                                    

Había noches, noches  en las que en mis sueños la veía reír, la veía tomarme de la mano y caminar a mi lado, como cuando niños, como cuando solo éramos ella y yo corriendo jugando.

La sentía, la añoraba. Ema mi Ema, cuan distanciados estábamos. Cuanto daño me hacía y, sin embargo...  la quería.

Trate de hacer lo mejor por ella y, decidí echar mis anhelos abajo. Fui día a día a la escuela. Esta vez evitando caminar tras de ella. La evite tanto como pude, incluso comencé a salir con alguien; Con su mejor amiga, fue con ella con quién probé las delicias del pecado de la carne y, una noche; la primer noche que me perdí entre sus piernas, fue a Ema a quien tenía en mente sin poder evitarlo, bese a aquella chica con pasión, porque quería olvidar en su piel a otra. A la que me despreciaba y, se asqueaba con mi sola presencia. Más no pude, cuando termine de vaciarme dentro de ella... Llore. ¿Que tan jodido estaba, que Ema no salía de mi? Lo supe en ese momento, mientras aquella mujer me abrazaba conmovida por mi llanto, pensando quizá que era la emoción de nuestra entrega... Supe cuando ella me besaba los labios, que yo estaba perdido y condenado por el amor insano que había en mi hacia Ema... Sí, lo que yo sentía por Ema era amor, pero acababa de darme cuenta que no era sano, ni para ella ni para mí.

Trate, juro que trate. No pueden juzgarme, no sin saber que de verdad trate de olvidarla, de alejarme. Pero la soñaba, noche a noche, cada vez que me perdía en el paraíso oculto entre las piernas de otra chica, era a Ema a quien yo veía. 

Su cumpleaños llegó. Ese día fue el más difícil, solíamos celebrarlo juntos cuando niños, claro porqué ella se había encargado de arrebatarme eso también. No sé que sucedió, pero ese día en pleno colegio ella fue a mi. Vi ese cariño en sus ojos, ese reconocimiento de nuevo y entonces... Me sonrió.

Y todo esfuerzo de olvidarla se fue directo a un rincón olvidado de mí nublada razón.

— Emanuel—. Dijo ella, me miro a los ojos y, sentí tanto amor por ella, que aún no sé cómo me contuve de abrazarla... De besarla... De rogarle que dejará de ignorarme.

Yo respondí arqueando ambas cejas, no porque quisiera hacerme el interesante, sino por qué de mí no salían las palabras.

Ella sonrió de nuevo ante mi gesto, está vez más amplio, más sincero—. No quiero que estemos así, alejados, no hoy— balbuceo, una de sus manos se echó un mechón de cabello rubio tras el hombro izquierdo. Pude ver su bonito cuello, su piel tersa... Era preciosa.

— le he dicho a mamá que está vez celebraremos juntos ¿Estas de acuerdo?— pregunto. Sus ojillos me miraron suplicantes y, por un instante me vi en ella, ella era yo y, yo ella. Éramos el uno para el otro ¿Cómo es que ella no podía verlo?

No sé por qué lo hice, simplemente estaba cansado, cansado de sus cambios, un día me despreciaba y, al siguiente me sonreía tal como lo hacía en ese momento. Ahí frente a mi, ella tan bella, aguardando respuesta, ella tan linda, tan... Hipócrita.

— tengo planes, Ema— mentí. Sentí satisfacción al ver la mueca de dolor en su rostro ante mi rechazo. Y entonces el amor dio paso a algo más turbio, más sucio, mas perverso... La revancha.

— claro, supongo que saldrás con una de tus amigas— respondió recuperando la sonrisa, aunque sus ojos ya no brillaban de emoción.

— lo que tú supongas me da igual— respondí y de nuevo su gesto dolido apareció a la par de un cosquilleo de placer, que solo había sentido al follar.

Ema no supo que responder, quiso sonreír pero fracasó, miro a todos lados sin saber si irse o quedarse, al final suspiro con resignación—. ¡Feliz cumpleaños, Emanuel!— soltó para alejarse de mi, la seguí con la mirada y, la vi ir a brazos de él. Él imbécil que la tenía, a quien ella besaba, a quien no despreciaba y, entonces descubri que la amaba... Pero también la odiaba.

Nunca me quiso© (Disponible En Amazon Kindle).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora