𝕱𝖆𝕱-𝑱.| ❝one shots de mi marida.❞
Esta historia incluye contenido lesbico, así que si éste no te gusta o no es mucho de tu agrado cuando es en exceso, te recomiendo no leer ésta novela. En cambio, si sí es de tu agrado; toma palomitas y una coca...
━Si te sientes encantadora, definitivamente te ves encantadora.
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—Tu amistad es una de las cosas más valiosas que tengo.—me dijo la rubia y mi corazón se partió un poco, pero sonreí para ella.—Por eso te tengo que decir esto a ti primero.
—Te escucho.—le dije y ella miró hacia el suelo con una pequeña sonrisa.
—Estoy embarazada...—mis ojos se abrieron más de lo normal, me quedé pasmada, callada, con mi corazón rompiéndose levemente.
—¡Caramba, estoy muy feliz por ti!—exclamé con una sonrisa y ella me abrazó.
En realidad sí lo estaba, pero me dolía verla tan feliz y que no sea por mí, me pesaba en el alma que al verla hablar con una sonrisa en su rostro sabía que hablaba de su marido.
Siempre me ha dolido, pero el peso de tantos años callando lo que siento al saber que ella me rechazaría, sólo lo vuelve más duro.
Y jamás se lo diré.
Lo guardaré como mi más grande y preciado secreto bajo la cama. No le diré que, en toda mi vida, nada ni nadie había hecho a mi corazón latir de esta forma, o que alguien me haya cautivado de tal manera mientras rompe mi corazón, ni que tuviesen tal control sobre mí.
Supongo que siempre ha sido así, desde el primer momento en que la vi y me dejé enredar entre sus ojos y emociones, cuando sabía que a ella no le gustaban las chicas. Sin embargo, esta será una de las otras tantas cosas que sé que no podré confesarle nunca. Nunca le diré que ella es todo lo que yo soñé, porque sé que yo no soy lo que ella quiere, sé que no tendría caso si quiera el plantear la idea de decirle cómo me siento cuando estoy con ella.
No tiene caso lo que siento, pero aun así no puedo dejar de amarla tanto. Debido a todos mis pensamientos vi necesario carraspear, porque si no lo hacía no podría evitar ni controlar mi llanto.
—¿No se lo has dicho?—luché contra un creciente nudo en mi garganta y sonreí para disimular.
—No.—negó por un instante.—Me enteré hace una semana...
—¿Cómo piensas decirle?—pregunté, ella suspiró.
—Aún no lo sé, pero quiero hacerle una sorpresa por ello.—asentí mirándola.
-—¿Qué te gustaría que fuera?—ella se encogió de hombros.
—No lo sé, pero sea niña o niño va a ser una bendición.—en eso entró corriendo la pequeña Rose, su hija.
