Capítulo Único

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Comencé a escribir esto hace como 2 semanas ya, cuando encontré una artista que hace dibujos muy hermosos de ellos dos... Es que, ¡Sentía que era la única que los shippeaba de esta manera! y me hizo muy feliz saber que hay más como yo. Fue tanto así que esto fue formándose en mi cabeza, y poco a poco lo fui escribiendo. 

Tal vez esté extraño, pero la verdad le puse mucho cariño y esfuerzo a esta historia... Porque este par merece más amor. 

La portada es una preciosa edición de una amiga muy querida, de Ryu, que me permitió utilizarla para esta historia ¡Gracias!

Sin más, pónganse cómodo y espero gusten de la lectura... 

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Takamura Shiki tiene 27 años, se dedica a la música y aún no ha contraído matrimonio... Aunque a diario siente como si estuviera casado, precisamente con cierta personita que hace un maravilloso papel de esposa (y de madre también, cabe destacar)

Shiki no era del tipo de persona que reparaba mucho en las cosas (que no tuviera que ver con la música y su trabajo, por supuesto) pero si existían unas que otras cuestiones que lo hacían pensar; sobre todo en el hecho de sentirse como si viviera en un matrimonio.

Por ejemplo, la gran mayoría de sus mañanas comenzaban por unos cálidos buenos días dichos por Rikka, mientras este terminaba con el desayuno que preparaba para todos. Y observar a Rikka así, tan radiante, le ponía de muy buen humor al instante. Ni se diga de su comida, cada bocado era para él un manjar preparado por los mismísimos dioses, que le brindaba energías para afrontar un nuevo día. En conclusión, Rikka era el sol que necesitaba a diario para sobrevivir.

Y eso no era todo. En incontables ocasiones, debido a tantas horas que pasaba en una misma posición por su trabajo, su cuerpo le pasaba factura dándole fuertes molestares. Y Rikka siempre sabía qué hacer, además de hallarse preparado para lo que fuera, e incluso aprendió a emplear masajes para ayudarlo a aliviar las dolencias de su cuerpo. Los masajes de Rikka, el tacto de sus suaves y delicadas manos sobre su cuerpo, eran tal vez una de las cosas favoritas de Shiki. Y a veces, sólo algunas, mentía un poquito sobre sus dolores simplemente para recibir la atención y el afectuoso trato del de cabellos rosas.

-¿Cómo puedes ser tan bueno en todo?- le había dicho Shiki casualmente una vez, mientras recibía de sus exclusivos masajes.

-¿Tú también dirás eso, Shiki? No soy perfecto, sólo hago lo que puedo...- Rikka no se lo tomó a pecho, sólo por tratarse de Shiki, y continúo en lo suyo.

-Eres perfecto para mí.- concluyó, cerrando los ojos y relajándose completamente por el contacto, perdiéndose la sonrisa y el leve sonrojo que apareció en el rostro contrario.

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Shiki estaba acostumbrado a pasar noches sin dormir, sobre todo cuando su inspiración estaba al máximo o simplemente porque debía entregar alguna canción pronto. Y en esos casos, contaba con el buen café de Rikka para mantenerse despierto y activo. A veces, Rikka preparaba chocolate (curiosamente, justo cuando se le antojaba algo dulce) y otras veces ciertos tés lo ayudaban a no caer rendido ante Morfeo.

Y en una noche, donde sus ojos ya se cerraban solos, dejó su estudio con intenciones de espabilarse un poco. Fue directamente a la cocina, a ver si con suerte conseguía algo de tomar, y no le sorprendió encontrarse con la espalda de Rikka frente a la barra. Una diminuta sonrisa se dibujó en su rostro y anunció su presencia abrazando por detrás al contrario, dejando un silencio beso en su cuello como saludo.

Viviendo en MatrimonioWhere stories live. Discover now