Capítulo Único

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Es mi primer escrito para este par, así que espero haya quedado bien. 

La imagen de portada no me pertenece, no poseo los créditos, y me sirvió de inspiración para escribir esta viñeta.

De antemano, disculpen cualquier error.

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Banba no podía dormir. Y estaba bien, después de todo sabía qué hacer en esas noches en las el sueño lo abandonaba. Entonces, dejó su pequeña habitación dispuesto a prepararse un té caliente que lo ayudara a dormir, como hacía cada vez que sucedía. Pero sus planes sufrieron un cambio drástico cuando, una vez colocó un pie en la salita de su hogar, se encontró con cierta persona descansar sobre el sofá... Ah, cierto, ya no vivía solo.

Olvidándose completamente de su cometido, del té que mantenía bien guardado en los cajones bajos de la cocina, Banba se dirigió hasta el sofá, se sentó en la orilla y observó con ayuda de la luz tenue de la luna que se colaba a través de la ventana a quien dormía. Lin vestía aquellas ropas viejas y holgadas que Banba le ofreció -y obsequió- en su primera noche allí (Más de una vez le había dicho que se deshiciera de ellas y comprara una pijama o alguna otra cosa mejor, pero Lin siempre se negaba alegando que eran muy cómodas para dormir) y sus rubios cabellos se hallaban sueltos y un poco despeinados por su posición. Y Banba no se resistió, colocó con delicadeza una mano sobre la cabeza ajena brindándole caricias a su suave cabello. Una sonrisa se marcó en sus labios, sutil y pequeña, a medida que la calidez se adueñaba de su pecho.

-Es curioso que no estés alerta, Lin-chan...– había dicho Banba, al aire por sobre todo, no cesando sus caricias. Considerando que, siendo este un sicario profesional, siempre tenía encendidos todos sus sentidos para cualquier cosa. Por supuesto, no era una burla ni nada por el estilo, Banba sólo se sentía curioso de que su mano continuara ilesa sobre los claros cabellos.

-Sólo porque se trata de ti, Banbaka.- un murmullo soñoliento, completamente sincero, contestó sobre la calma de la estancia.

Y la sonrisa de Banba creció, conmovido por aquellas palabras.

-¿Qué quieres?- preguntó Lin con tono arisco, mas parecía preocupado por si algo malo estuviera sucediendo.

-Nada... Sólo no puedo dormir.- fue la respuesta de Banba, inocente, como la de un niño pequeño yendo hacia su madre cuando no podía conciliar por sí mismo el sueño.

-¿Y por eso interrumpes el sueño ajeno, idiota?- Lin abrió los ojos por fin, levantándose un poco de la almohada para enfrentar a Banba y alejando además la mano que se encontraba en su cabeza.

Claro, Lin más bien se había tardado en estallar, aunque Banba podía asegurar que no estaba del todo molesto. Soltó una risita despreocupada y Lin gruñó, regresando este a su posición encima de la almohada.

-Lo siento...- se disculpó el causante de la conmoción, risueño y arrepentido también.

Lin dejó salir un quejido, sin mirarlo y con intenciones de volver a dormir, y Banba aprovechó para recostarse a su lado.

-¿¡Qué haces!?- exclamó el rubio por segunda vez en la noche, enrojeciendo hasta las orejas, mas no hizo nada para alejarlo. En cambio, colocó ambas manos sobre el pecho del más alto en señal de que podría empujarlo (o golpearlo fuertemente, depende de lo que suceda) en cualquier momento - Es estrecho...- dejó salir por lo bajo lo obvio, ya más tranquilo.

-No importa.- y Banba solucionó el problemita aferrándose a Lin por medio de un apretado, y muy acogedor, abrazo. A pesar del poco espacio, de que el sofá no estuviera hecho para dos, era cómodo... Porque estaban juntos.

Cuando Banba se percató de que Lin se quejaría nuevamente, seguro para mandarlo de vuelta a su habitación y lo dejara en paz, lo interrumpió cuando se fijó en cierto detalle.

-Oh, ¿Te hiciste manicure? ¡Se ven bien!- Banba hacía alusión a las uñas de Lin, en las manos sobre su pecho, que por la iluminación de la sala podía notar que estaban recién arregladas. Banba podía ser un tonto, al menos para los ojos de Lin, pero le había demostrado más de una vez que era una persona muy observadora y que reparaba en detalles como ese. Banba sabía que el rubio era feliz con ese tipo de cosas, sus gustos después de todo, así que él también era feliz.

-Sí, hoy...- y desviando la mirada, Lin le respondió por lo bajo, y Banba sabía que era porque no estaba acostumbrado todavía a ese tipo de atenciones.

Banba dejó salir una risita, a gusto, y se formó un cómodo silencio. Minutos después, en los que Banba ya sentía la tranquilidad abarcando su cuerpo entero desde su posición, un murmullo se escuchó:

-No importa lo que diga o haga, no te irás a tu propia cama ¿Verdad?-

La suposición de Lin era absolutamente correcta, y a Banba lo ponía muy contento el hecho de que pudieran comprenderse sin si quiera intercambiar una sola palabra. Y asintió, entusiasta como se caracterizaba ser la gran mayoría del tiempo, abrazándose un poco más a Lin.

-Entonces, duérmete ya...-

Y como Banba era una persona obediente, hizo caso al instante de la orden del rubio. Por primera vez, en tanto tiempo desde que trabajaba en aquel ambiente, no necesitó del té o de alguna otra cosa para recuperar el sueño que había perdido... Y Banba sabía, aun no muy creyente de esas cuestiones, que la llegada de Lin a su vida era una especie de regalo divino ¿O cómo debería llamarlo entonces? Él sólo era absolutamente feliz de ya no encontrarse solo.

A la mañana siguiente, cuando ahora eran los rayos del sol los que entraban por la ventana, Banba despertó en el suelo. Y mirando fijamente el techo, sintiendo desde ahí la respiración tranquila de quien aún dormía sobre el sofá, consideró en comprar un sofá más grande... O mejor, ¿Qué tal una cama matrimonial?

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Notas finales: ¡Gracias por leer! de verdad tenía muchas ganas de aportar algo a este fandom.

Te gustó, me gustaría que me lo hicieras saber~

Duerme BienWhere stories live. Discover now