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Mackenzie Probbet solo quería alejarse, olvidar, volver a empezar de cero; sin burlas o cualquier tipo de abuso escolar como el que tuvo que vivir prácticamente toda su vida. Ella tan solo quería comen...
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Tallo mis ojos otra vez y me acomodo en una mejor posición. Ya van dos veces que me remuevo y sigo sin conseguir estar cómoda para verlo dibujar.
Está serio, pero veo desde aquí que intenta no sonreír ante mi atenta mirada. Estoy confundida. ¿Por qué está aquí y por qué está dibujándome? Si es que está haciéndolo verdaderamente.
Aparte... ¿Qué hora es? ¿No es bastante tarde como para que él estuviese en mi cuarto dibujándome? Intento no fruncir el ceño ante las preguntas que me hago internamente, cuando de la nada su voz hace eco en mis oídos.
—No frunzas el ceño. Te ves mucho mejor sin él. —No sé a qué se refiere con que me veo mucho mejor sin él, pero no tengo ganas de pensar en eso. No quiero pensar que le parezco más fea con el ceño fruncido que sin él. Porque eso es lo que quiso decir, ¿no?
—Está bien —respondo susurrando mientras miro embelesada cómo su mano viene y va sobre el papel y dibuja con un lápiz lo que sea que esté dibujando—. ¿Qué dibujas?
—A ti.
—¿Por qué? —Estoy sorprendida por más que ya haya tenido en cuenta esa opción. Vamos... si no, ¿por qué estaría aquí dibujando si no soy yo a quien dibuja? Sería estúpido, él tiene su propia habitación para dibujar otra cosa.
—Porque sí. Eres perfecta para ser retratada y dibujada. —Lo dice con tal naturalidad que hace que en mi pecho algo crezca.
No sé qué es, pero verlo así, tranquilo, en pijama, dibujándome, hace que me sienta más feliz que un niño en Navidad.
—No es cierto...
—Sí lo es. ¿Por qué crees que no eres linda? —Esta vez, cuando hace la pregunta, levanta la cabeza y se mantiene serio. Su mano deja de hacer trazos sobre el papel mientras me ruborizo al escucharlo decir la palabra linda.
—Porque... porque... —tartamudeo bajando la mirada, sin saber qué contestar. No tengo respuesta, sinceramente siempre pensé eso de mí. Tengo ojos y también un espejo. No soy linda, el reflejo que veo en los espejos es feo, todo en mí lo es.
—¿Por qué?
—Porque no soy linda. Simplemente... no lo soy, Ayden.
—Para mí eres todo lo contrario. ¿Eso está mal? —Está calmado, muy calmado, para ser verdad, y eso pone mis pelos de punta.
—Yo... no lo sé.
—Entonces no intentes convencerme de que no eres linda. Tu retrato no dice lo mismo. —Y en ese momento da la vuelta a su bloc de hojas y me muestra su dibujo. Mejor dicho, es EL dibujo. Es... es... no hay palabras para describirlo. Simplemente es hermoso. Está pintado, pero no terminado. Se ve perfectamente mi figura tirada en la cama, acurrucada en una posición fetal. Me veo tan pacífica que me sorprendo. Las sombras que pintó en los lugares correctos hacen que te metas mejor y entiendas más el dibujo. Las sábanas están alrededor de mis piernas, desordenadas y revueltas. Las dibujó con todos sus detalles y pliegues. Perfecto. Es un dibujo totalmente perfecto. Y aún no está terminado, o eso pienso yo, ya que no tengo ni idea sobre el arte y todo lo que tenga que ver—. Es muy... hermoso.
