Capitulo 29 ❤

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No sé cómo ni por qué, pero logro dormirme luego de hiperventilar durante lo que parece ser media hora

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No sé cómo ni por qué, pero logro dormirme luego de hiperventilar durante lo que parece ser media hora. O quizá me desmayo por la sobrecarga de emociones que corre por mis venas a una gran velocidad. Tal vez mi cabeza llegó a un punto de no retorno, y sabiendo que podría llegar a tener problemas graves teniendo tanta preocupación, decidió apagarse.

Pero cuando soy despertada bruscamente, ningún motivo me interesa. Tan solo agradezco haber podido desconectarme por un rato de la realidad y no sufrir durante toda la espera a ser liberada. Aunque, pensándolo mejor, hubiera preferido mantenerme apagada durante, posiblemente, toda la noche, para que al despertar la pelea ya hubiera pasado y Ayden estuviera con vida.

Pero el gorila asignado me impidió hacerlo. Forzó con su gruesa voz a despertarme y traerme de vuelta al mundo de horrores en el que estoy viviendo. Sin embargo, parte de él no tiene la culpa, solo aquella que decidió trabajar para personas tan basura como son Kiefer y sus compañeros. Y por supuesto, la sádica idea de verme sufrir más al ver a Ayden combatiendo viene directamente desde aquella mente retorcida. Por lo que sí, el gorila simplemente sigue órdenes. Lo entiendo. Pero, maldita sea, si no prefiero que sea así y que este mastodonte me tenga pena y piedad.

Me arrastra fuera del lugar y me permite dar una corta mirada a mi alrededor. Aquellas cajas con municiones se encuentran escondidas, muy escondidas, porque no logro ver ni una. Quizá haya armas dentro de algún que otro barril podrido cubierto de telas. Los muebles que posiblemente decoraban este lugar hace muchos años se esparcen alrededor, con mantas cubriéndolos del polvo. Pero no puedo ver más allá de eso. La oscuridad de la noche y la profunda penumbra en la que está sumida esta fábrica me impiden ver más que la silueta de objetos. Las telarañas cubren todas las esquinas, las paredes están cubiertas por capas y capas de una sustancia viscosa que no logro definir desde la distancia mientras soy arrastrada hacia afuera.

Entonces, el sonido de gritos ensordecedores ni bien traspasamos el umbral del portón llega a mis oídos y me estremezco. Mi cabeza se gira desesperada hacia el lugar proveniente de aquella euforia mientras el cansancio y el sueño se esfuman de mi cuerpo. La noche baña las siluetas de más de doscientas personas, y el resplandor de una improvisada fogata es lo único que ilumina sus rostros además del brillo de la luna. Puedo ver sus bocas moverse, sus manos agitarse sobre sus cabezas mientras piden que la sangre comience a aparecer.

Me atraganto cuando veo a Kiefer en una esquina con Ayden. Este último siendo forzado a sentarse a la espera de que toda esta locura comience.

Mis pies chocan entre sí y trastabillo, perdiendo el balance y casi cayendo. Pero, por supuesto, el gorila está siempre atento a mis movimientos y me sostiene. Mientras, mi mirada nunca se despega del único hombre al que amo. Ni siquiera cuando me insta a seguir caminando, recorriendo la distancia que separa el lugar de encuentro con el sitio en el que yo estaré. Y maldita sea, lo pensaron demasiado bien. Está demasiado lejos de la zona de pelea, y es aquello lo que impide a Ayden verme aun con las fogatas prendidas a nuestro alrededor. Aquellas luces resplandecientes ascendiendo al cielo no alcanzan a iluminarnos al gorila y a mí, a pesar de su gran contextura y musculatura sobrehumana.

Mi huésped, Ayden (Mío #1)© DISPONIBLE EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now