Sutā Park KookMin

Talentoso Park

Jimin nuevamente estaba frente a la televisión viendo una hermosa obra que su padre había conseguido para él. Sus ojitos veían con ilusión como los actores se desenvolvían en escena, era maravilloso. El vestuario, el maquillaje, la escenografía, los libretos, Dios, el pequeño de 6 años amaba todo eso, pero sin duda, los musicales eran sus favoritos. 

Park Jimin amaba las obras que tenían música y coreografías elaboradas. El musical de "el lago de los cines", o "la novicia rebelde" lo hacían sacar suspiros soñadores, era su meta actuar en aquellas obras y convertirse en uno de los mas grandes actores del mundo. 

Jimin se sentía capaz de lograr grandes cosas, con tan solo 6 años ya tenia claro que quería convertirse en un actor, el pequeño peli negro de mejillas abultadas y labios carnosos creía contar con el talento necesario para ser una estrella. Y lo mejor, sus padres no pusieron objeción alguna cuando su pequeño retoño le dejo en manifiesto su gusto por el teatro, al contrario, lo apoyaron sin condiciones guiándose solo por el amor que sentían por su pequeño. 

-Y uno, dos.- Jimin rápidamente se levantó y se puso en posición para imitar el baile de ballet del lago de los cisnes. 

Jimin se movía manteniendo su rostro serio, imitando a aquellas delicadas bailarinas de ballet. Su coreografía tenia errores pero nada que no pudiera perfeccionar con clases y mucha practica, cabe decir, que eran clases que sus padres estaban dispuestos a pagar si eso hacia a su pequeña balito de alegría feliz. 

Ese era Park Jimin, un chico amante del teatro y todo el mundo lo sabia. En el jardín era el primero en ofrecerse para interpretar a algún personaje histórico sin hacer distincion entre hombre o mujer, él solo quería estar frente a un publico y actuar. 

Su comportamiento hizo que no tuviera muchos amigos en el colegio, de hecho, muchos se burlaban del pequeño Park por no hacer cosas de "niños" como los demás, las pequeñas infantes tampoco lo aceptaban en su grupo porque Jimin no gustaba de barbies, ese era el problema con Park Jimin, él solo ensayaba sus bailes, cantaba o imitaba obras que veía en televisión. 

Tanto eran sus ansias de actuar que Jimin comenzó a preparar una obra por si mismo, en el cual él seria director, encargado de escena, maquillaje y vestuario, además, haría a todos los personajes porque nadie quiso ayudarlo en su pequeña aventura, pero él no se quejaba, no todos tenían su amor por la actuación y podía entenderlo pero eso no significaba que él no pudiese mostrarle un poco de su arte a sus compañeros. 

Durante una semana estuvo preparando todo su espectáculo, limpiando el patio trasero del jardín de infantes, aquel lugar donde nadie quería ir a jugar porque tenia los juegos mas feos y abandonados, pero Jimin amaba ese lugar ¿por qué? porque tenia una pequeña plataforma que funcionaba como escenario y bancas, las cuales la había ordenado tal que le permitiera a su publico sentarse. 

El pequeño cachetón había preparado todo perfectamente. Las invitaciones para su show las hizo con mucha dedicación, cada uno de los papeles con diferentes decoraciones e igual de cariño para todas, a pesar de que Jimin sentía que su clase lo rechazaba, él no les guardaba rencor y de verdad anhelaba que le dieran una oportunidad a su obra. 

-¿Qué es esto?.- preguntó Kyung, un niño de su clase. Había puesto en pausa su partido de fútbol por culpa de que el niño cachetón solamente se había cruzado en la cancha. 

-Los quiero invitar a mi obra.- Jimin no titubeo. 

-No nos interesa tus cosas de niñas. 

Algunos rechazaron su invitación sin ningún pudor, otros aceptaron el pequeño papel solo para que Jimin se alejara mas rápidamente de ellos. Jimin no notó el rechazo.