Introducción.

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Se dice que en un inicio no existía nada. Todo era un abismo llamado Ginnungagap, sumergido en lo que hoy nombramos como obscuridad. Pero un día, la creación del todo comenzó. De lo no existente salió el frío, Niflheim, y de lo desconocido broto el calor, Muspelheim. Ambas esencias, a pesar de ser tan distinta, se unieron en una bella y caótica danza de amor, que culmino por procrear al gigante Ymir. Quien al perecer durante una larga y tortuosa guerra contra los hijos de Bor, dio forma con su cuerpo a la tierra, con su sangre al mar y con su cráneo a la bóveda celeste, terminando así por culminar la creación de lo que hoy conocemos como Yggdrasil. El árbol de los nueve mundos. Nuestro hogar. Un lugar en perfecta armonía con el cosmos, a tal punto de albergar entre sus ramas a todo aquello que es bueno y malo sin hacer distinción alguna. Pues el mismo Yggdrasil, aun siendo carente de conciencia, comprendía que ambos elementos eran necesarios para mantener en armonía a él y a de todos aquellos que habitaban bajo su follaje. El equilibro era, es y será la fuerza de sus raíces.

Esta vieja historia, contada hoy a modo de leyenda por voz de mi pueblo, siempre me había parecido sumamente peculiar en mis días de juventud. Ya que me resultaba difícil creer, que nuestro mundo perfecto, fuera el producto de un acto tan caótico, ocasionado por dos fuerzas completamente contrarías. << ¿Cómo podría el fuego danzar junto al hielo, sin que uno resultase dañado? >> Me preguntaba día y noche tras mi batalla contra Ymir. No fue hasta que vi creer a mis dos hijos, que obtuve la respuesta a tan grande incógnita. Mi hijo mayor Thor, era energético, vivas y de fuerte temperamento, al igual que el calor de Muspelheim. Mientras que mi pequeño Loki, era de carácter frívolo, travieso e introvertido como el frío de Niflheim. Ambos niños, a pesar de ser tan distintos convivían tan plenamente en algunas ocasiones, que incluso llegue a pensar que ambos eran merecedores al trono, ya que uno dependía del otro para completar las virtudes de un rey.

Sin embargo, dentro de la pequeña resolución dada por mis hijos a mí ya abandonada incógnita sobre el origen de todo, había un pequeño detalle que hacía que aquella filosofía pasada no acabara por empatar del todo con ellos. Puesto que el pensamiento de mis hijos, un elemento del que carecían las fuerzas de Niflheim y Muspelheim, intervenía arduamente en sus vidas, como es lo común en hombres, criaturas y dioses. Que fuesen con buenos o malos sentimientos ocasionados por dicho pensamiento, era una cosa totalmente aparte.

Esta diferencia en sus personalidades, llevo a que uno de ellos siguiese los pensamientos más fríos y obscuros, mientras que otro se dirigía a los cálidos. Como un cordero y una cabra, que a pesar de ser criados juntos, al final vuelven con su misma estirpe. Loki no podía reprimir su instinto destructivo heredado de su padre, y no lo culpaba, al final de todo yo fui quien lo trajo a Asgard. No obstante, tampoco podía pasar por alto su comportamiento, puesto que yo en el pasado, le mostré de buena mano el camino correcto que todos deben seguir. Por ello, es que durante muchos años castigue a mí mismo y a él, con mi constante presencia persiguiéndole. Día y noche le vigilaba, mis cuervos le seguían a todos lados solo para asegurarme de que su comportamiento no iba más allá de un acto rebelde y desencadenara aquello que más temía en el mundo. Ragnarock, el fin de todo lo existente.

Pero como las Nornas, madres de nuestro futuro, suelen decir "El destino es inevitable, y hasta los más simples e insignificantes actos sellas nuestro porvenir" Por lo que era de esperarse, que mientras más quisiera alejar el Ragnarock de Yggdrasil, lo único que hacía era despejar el camino para su llegada.

Di sabiduría a mi hijo Loki para que supiera usar su palabra. Le di entrenamiento para que pudiera defender su cuerpo.  Pero también le di la espalda y desencadene su odio. El odio y el poder no son una buena combinación. Más fue un simple acto, un simple e insignificante descuido, fue lo que termino por sellar nuestro destino, tras descuidar a mis hijos por creer que todo estaba bajo mi control.

- El Frio y el calor nuevamente han dado vida al gigante Ymir. Implorar, para que su principal idean no sea tomar venganza.

Odín.

Odín

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