Epílogo

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-Bien... ¿a qué hora?...Si, si, está bien, allí estaremos...- Dile entrando a mi habitación y colgando el celular.

-¡MAXON, SAL DE AQUÍ!- Chilló América y una de las doncellas comenzó a reír un poco tímida.

-No vi nada, no vi nada, lo prometo.- Repliqué poniendo ambas manos en mis ojos, cubriéndolos, me giré dándole la espalda.

-Cariño, mi madre quiere que vayamos a una cena con ella hoy-

-Bien, agrega eso a la agenda por favor.- Dijo dirigiéndose a la doncella, la cual le ayudaba a quitar su gran vestido y a colocarse en su bata de baño - Ya puedes voltear.-

-Gracias.- Respondí y me gire de nuevo, le di un beso en la frente. - Si te ves hermosa así como será con ese vestido... - Susurré a su oído cuando la doncella fue a preparar el agua de la bañera para América.

-¿Qué hora es? - Preguntó tratando de cambiar de tema para eliminar su sonrojo.

Reprimí una risita. América solía ponerse sonrojada y eso me encantaba.

-Las nueve de la mañana.- Suspiré cuando vi el reloj. Era bastante temprano, tanto que ni habíamos desayunado y ya había hecho el papeleo del día, las llamadas internacionales, firmar otros papeles de ayer y un sin fin de cosas más... Cuando decidí dejar el castillo ese día del último ataque rebelde el que quedó en la historia bajo el nombre de "La última batalla por la libertad", tomé la mano de América y quisimos desaparecer de todo, viajamos fuera de Illéa, y estuvimos seis meses yendo de un lugar a otro, disfrutando de la vida, cosa que ninguno de los dos había hecho hasta ese momento. Con mi padre muerto, el castillo se había quedado sin gobernante, y luego de ese tiempo de reflexión y por petición del pueblo, cambié de opinión y acepté volver a ser el heredero de la corona de Illéa. Illéa necesitaba un rey fiel, amoroso y que cumpliera sus peticiones, ese lugar podría ocuparlo yo.

-Quiero pedirte un favor ¿sí? - Habló América tocando mi cabello.

Asentí.

-Pasemos una tarde de dos.-

-América ¿y... las cosas que tengo en mi agenda para hoy?-

- Luego de almorzar vayamos a caminar por ahí. También cancelaré mi agenda, o... ¿acaso podría su alteza castigarme? - Preguntó subiendo una ceja juguetonamente.

-Oh, por supuesto que podría castigarla.- Dije acercándome peligrosamente a ella y dándole una nalgada discreta. -Pero, me parece bien, luego del almuerzo pasaremos nuestra última tarde como no esposos.- Dile picándole el ojo y saliendo de la habitación.

Esa tarde nos encontramos en el jardín, caminamos, montamos a galán, mi caballo y charlamos, de vez en cuando hacía poner colorados los cachetes de América con algún cumplido. Fue fantástico, tenía todo lo que para mí representaba la felicidad: A mi América como futura esposa.

Cuando comenzó a caer el sol volvimos al palacio y nos arreglamos para la cena en casa de mi madre, ella había decidido mudarse ya que el castillo no le traía buenos recuerdos y también alegaba que quería darnos todo el espacio que América y yo merecíamos, fue un bonito detalle por su parte, pero sabía que lo hacía más por lo primero; aún estaba afectada por los sucesos con mi padre y no la culpaba por eso. Pero a mí, al contrario el castillo me demostró que luego de la oscuridad más grande siempre viene la luz.

-Buenas noches madre.- Dije cuando abrió la puerta de su casa pequeña.

-Buenas noches Amberly.- Habló América a mi lado. Mi madre le había pedido dejar las formalidades entre familia.

La Mejor Opción (Fanfic de La Selección)Where stories live. Discover now