Qué miedo me da
la noche fría,
la cama vacía,
el olvido de tus caricias,
el silencio en nuestro cuarto.
Sueños contaminados
con tu fragancia,
recuerdos confusos
y una galaxia de pensamientos
son los que dictan mi condena.
Condenada a quererte,
a pensarte
y a no poder olvidar
ni tu nariz,
ni tus pómulos,
ni tus labios,
ni tus pestañas
y mucho menos tus ojos
¡Ay, esos ojos!
Eran oscuros,
tan oscuros
que me hacían pensar:
quizás es verdad,
reflejan el alma.
Pero aún así te quiero.
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Voces
PoetryLas palabras comenzaron a acumularse en mi garganta, impidiéndome respirar. Fue entonces cuando decidí escupir este par de versos torcidos.