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Con la cabeza hundida en el bote de basura, vomité sin saber si el bebé estaba haciendo de las suyas, o toda la información que me había brindado mi padre había bastado para darme vuelta el estómago. Honestamente creo que la segunda opción era la más viable.

James, haciendo gala de lo amable que era, se limitó a tomar mi cabello y acariciar mi frente sin siquiera cuestionar mi mala condición. Tal vez él también pensaba que era demasiado que procesar y que era normal que mi cuerpo rechazara la información de alguna manera. Aunque vomitar era la mas extraña de las posibilidades. Creo que llorar hubiese sido mucho más natural.

― ¡Amy! ―Un grito de Ian y el azote que se dio la puerta en el momento en que la abrió, llenaron el ambiente y tanto James como yo tuvimos que voltearnos― ¡Dios! ―exclamó dando un par de pasos gigantescos hasta mí y tomando mi cara con ambas manos― ¡Dime que no te hice nada! ¡Júrame que no te hice nada! ―suplicó hablando más rápido que de costumbre.

―Estoy bien ―susurré sintiendo tanto todo lo que había tenido que pasar.

― ¡Te dije que no debíamos dormir juntos! ¡Con un carajo! ―bramó soltándome abruptamente.

―Yo los dejo ―anunció James llevándose el bote de basura, lo que indudablemente agradecí.

―Ian, por favor... estoy bien ―insistí.

― ¡Casi te mato, Amy! ―gritó cubriéndose el rostro con ambas manos y el corazón se me fue al suelo cuando oí sus sollozos.

―No, por Dios. No llores, Ian ―supliqué corriendo hasta él y aferrándome a su cuerpo con la cabeza apoyada en su espalda, que aún tenía vestigios del sudor provocado por sus pesadillas― No fue nada. Ya pasó.

―Si te hubiese hecho algo...

―No me hiciste nada. Volvamos a la cama, ¿si? Por favor.

― ¡Por ningún posible motivo volveré a la cama contigo! ―exclamó liberándose de mí y tomando distancia como menos lo esperaba― Mantente lejos de mi. Tienes que alejarte de mí.

― ¡No lo haré! ―afirmé con una convicción abismante y ahora las hormonas les jugaban una mala pasada a mis intenciones de no llorar― ¡No me iré de aquí! ¡Te amo! ¡No podría dejarte!

―Tienes que hacerlo. Tienes que irte ―balbuceó mirando a su alrededor confundido.

― ¿Me estás echando? ―pregunté con incredulidad y sintiendo como el alma se me partía dolorosamente en dos.

― ¡Estoy protegiéndote, maldita sea! ―Él también lloraba, pero su amargura era demoledora. ¿De verdad estaba terminando conmigo de esa manera? No, no podía creer lo que escuchaba― Sube a la habitación. Ya hablaremos de esto mañana.

―Yo...

― ¡Que subas! ―gritó y no quise escuchar más.


۰•••۰


Los primeros rayos del sol entraron en la habitación, pero yo no había logrado conciliar el sueño. El cansancio no era ni lo mas mínimo similar a la tristeza que me embargaba y ver el amanecer sola en esa enorme habitación, donde tantos momentos memorables de mi relación con Ian habían ocurrido, no hacía más que profundizar el sentimiento de soledad que me consumía por dentro. ¿De verdad Ian me dejaría? ¿Aun sabiendo que lo nuestro era lo más hermoso que teníamos en la vida? ¿¡Solo por una pesadilla!? ¡Maldito Isaac Brockmann! ¡Mil veces maldito!

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Where stories live. Discover now