17.

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Juro que si me quedaba lo suficientemente quieto y callado, podía escuchar a Jungkook tronar la lengua de forma disimulada contra el paladar cuando la comida se le quedaba pegada y no quería beber agua.

Conté quince veces a partir de mi descubrimiento.

– ¿Ya acabaste? — Ahora que Yoongi se había ido, su voz se había vuelto incluso más dura y tajante.

– Ya casi — Le respondí tímidamente antes de darle un trago largo a mi jugo de naranja.

El cual por cierto, sabía a gloria.

– Vamos Kim, tengo un horario apretado y no estoy dispuesto a reorganizarlo por ti.

Sabía que el chico me detestaba. Lo sabía desde el primer insulto que salió de su boca dirigido a mi y nunca necesité alguna explicación porque, fácil y sencillamente, no me importaba. Sin embargo, ahora que amanecí en su casa, crudo y con una de sus pijamas puesta de forma muy extraña, sentía una rara necesidad por bombardearlo con las mil y un preguntas que me hice yo mismo en casa mientras lloraba a causa de sus malas bromas en el pasado.

– Acabé.

– Trae tu plato, no planeo ir por él.

Silenciosamente me levanté de mi lugar con el plato y vaso entre las manos y me acomode al lado suyo, esperando a que terminase de limpiar sus propios trastos.

Jungkook me miró de forma extraña, esa típica mirada que desprendía un poco de asco y repugnancia a la que ya me encontraba acostumbrado. – ¿Qué esperas? — Escupió de mala forma.

La paciencia poco a poco iba filtrándose de mi sistema. Sonreí de forma forzada y me obligué a no estrellarle el vaso en su maldita y estúpida nariz de tucán mientras me obligaba a responder. – ¿Qué te parece que estoy esperando?

– Ni puta idea. Claramente te dije que trajeras el plato y era obvio que yo planeaba lavarlo

– No necesito que laves mis trastos, yo puedo hacerlo sólo.

Realmente quería creer que lo que estaba haciendo era por malicia, que solo quería molestar su existencia de cualquier manera posible para devolverle el favor que él me había hecho a mi. Sin embargo, mi subconsciente estaba al tanto de que en realidad, ya no quería mostrarme como el Taehyung débil y estúpido que había enterrado profundamente en lo más recóndito de mi pecho.

– Te estoy diciendo que me des tu plato, es por educación — La irritación en su tono había subido.

"¿Educación?, maldita educación basura que tienes entonces"

– Ya te dije que no te voy a dar nada, Jungkook. — Mi voz salió firme, y me pregunté como rayos había logrado eso. – No tienes que ser así de hipócrita, si no quieres mover ni un maldito dedo por mi hasta que me vaya, está bien. Yo puedo hacer las cosas solo

El chico se quedó callado, alzó las cejas como si estuviera realmente sorprendido y se giró para encararme, soltando un profundo suspiro mientras se secaba las manos en la tela de su ropa.

– Hoy en la madrugada llegaste completamente borracho a la puerta de mi departamento, sin contar que también llegaste oliendo a mierda. Estabas tan, pero tan borracho, que no soportaste cuando quité tu mano de mi hombro y caíste, golpeaste tu espalda y cabeza con la pared y mágicamente te dormiste en el pasillo. — Hizo una pequeña pausa, se relamió los labios y soltó una diminuta risa irónica – Pude haberte dejado ahí afuera tirado para que alguien se llevara tus cosas, te secuestrara o algo por el estilo, ¿Sabías eso? — Su vista se mantenía fija a la mía en todo momento, de pronto pude ver cómo su mandíbula se apretaba. Estaba comenzando a ponerse molesto – Despertaste a Yoongi cuando le quedaban míseras horas de sueño y aún así, te cargué y te metí a mi casa. — Señaló a la ropa que yo llevaba puesta – ¿Sabías que esa pijama es mía?, pues lo es. ¿Y sabes porqué la traes puesta?, porque no pude soportar tu maldito olor y te duché.

– ¿Tú me...?

Esa parte de la historia me puso un poco incómodo. Pensar en que Jungkook se había metido conmigo en la ducha y me ayudó a asearme se escuchaba como un escenario únicamente posible en un mal cuento de hadas. Sin embargo,eso de verdad había pasado y comenzaba a sentirme terriblemente mal por haberle dicho hipócrita cuando él había hecho todas esas cosas por mi incluso con la pésima imagen mía que tiene.

– Lo que oíste — Me interrumpió, ahora sus orejas empezaban a pintarse rojas. – Te quité toda la maldita ropa, te duché y te cambié. — Sus ojos parpadearon repetidas veces, algo había llegado a su cabeza. – Ah, y adivina qué — Me tomó de la muñeca e intentó jalarme junto a él.

En ese momento, la imagen de mi madre haciendo lo mismo para encerrar a un yo de cinco años en el sótano por horas apareció repentinamente en mi cabeza, haciéndome reaccionar de forma involuntaria y zafándome del agarre de Jungkook, asustado.

Para mi suerte, el chico estaba tan molesto que no le importó en absoluto y siguió su rumbo hasta salir de la cocina, regresando a los pocos segundos con una pequeña pila de ropa entre las manos. – También lavé tu ropa.

Estampó las prendas en la barra, mis manos temblaban sutilmente por el recuerdo anterior y ahora me sentía como un pequeño ratón arrinconado y cohibido.

El semblante de Jungkook seguía detonando enojo cuando, sin siquiera voltear a verme siguió escupiendo palabras. – Así que no me vengas con tu cuento de que soy un maldito hipócrita, porque creeme que si lo fuera, ni siquiera te habría dirigido la palabra cuando te vi frente a mi puerta.

Quería hablar, pero las palabras se rehusaban a salir. Sentía cómo si alguien tuviera sus manos alrededor de mi cuello e intentara asfixiarme; era horrible tener ese sentimiento nuevamente después de tantos años intentando superarlo e incluso mi pecho ardía en llamas a causa de las mil lágrimas reprimidas.

Me sentía débil, torpe e indefenso.

Jungkook permanecía de espaldas hacia mi, recuperando la calma mientras inhalaba y exhalaba pausadamente.

Él ya estaba tranquilizándose y yo aún no podía hacer que mis malditas manos dejaran de temblar. Mierda.

Amor entre cuerdas. | KookVWhere stories live. Discover now