I.

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aclaración: yamila es maite.

damián llegó a casa. lo supé en cuanto se escucho el típico grito de mamá:

—¡elena, abajo!

suspiré, estaba demasiado cansada como para bajar las escaleras, pero sabía que debia ayudarlo.

damián es un pibe que antes iba a mi escuela. se llevo matemáticas en quinto de secundaria y yo, lo ayudaba dándole clases. ¿lo raro? en sexto no se la llevó. y ya fue a rendirla tres veces; todos unos.

y para agregar la cereza al postre: es el hijo de la mejor amiga de mi mamá, yamila.

yo, iba a sexto. mi último año, y tenía promedio de diez en matemáticas, por eso decidieron que yo ayudará a damián.

agarré los gomones y me los puse, para luego bajar y encontrarme a damián conversando con mi mamá y yamila.

—hola dam —sonreí amablemente para darle un beso en la mejilla.

dam me tiro un par de lances muchas veces, era un pibe demasiado gato. yo, nunca le seguí el mambo. es más, en ocasiones cuando le estoy explicando lo miró y él está embobado mirando mis tetas. me molesta, pero por mi vieja no le digo nada. me hago la disimulada y me acomodo la remera para que me preste atención.

—¿qué temas te van a dar? —me dio unas hojas. estos temas para mi eran re fáciles, pero para dam claramente no.

—es una verga eso. no entiendo nada boluda, voy a tener veinticinco años y voy a seguir teniéndola previa.

—si prestaras atención a los métodos que te doy sería más fácil para vos. pero te enojas y no querés aprenderlo. ¡así va a ser más fácil! —él suspiró y asintió.

—bueno dale, mándale cumbia.

sonreí y agarré una hoja y un lápiz. le explique el primer método así era más fácil. veía como el asentía con la cabeza y luego me miraba. me ponía nerviosa su mirada, pero yo le seguía explicando.

—¿entendiste? —deje el lápiz en la mesa y lo miré. el estaba serio, como recalculando.

—no —rodeé los ojos. era un alumno difícil y terco. se que el puede aprenderlo, pero se cierra en su burbuja y se niega a aprender. a veces pienso que lo hace adrede.

—¿en qué parte te quedaste?

—desde que copiaste el problema deje de entender —largo una pequeña risa, a la que me contagie.

—dam, es hora de irnos —yamila entró a la sala. cada vez que la veía me miraba como si tuviera lástima de mi. me miraba con unos ojos brillantes, con ternura. como si supiese todo sobre mi, y me daba miedo. pero era una gran persona de confianza para mí.

dam me saludo y yamila también para luego irse.

mire mi celular, nueve y media de la noche. suspiré.

el teléfono fijo sonó.

—lena, atende que se me quema la comida —me gritó mamá. respondí un "ok" y me dirigí hasta el teléfono.

—¿hola?

—lena.. ¿sos vos? —una voz gruesa se escucho desde el otro lado. frunci mis cejas.

—si, soy yo. ¿quién sos?

—necesito hablar con tu mamá, es urgente.

—esta ocupada.

—esta bien. decile que le manda saludos nacho.

—bueno, nos vemos —corté.

camine hasta la cocina y mire a mamá mientras cortaba un tomate.

—¿quien era?

—un tal nacho —soltó el cuchillo de golpe. sus ojos se pusieron negros, sin brillo. se alejó de la cocina y camino rápidamente hasta donde estaba papá. la seguí sin que se diera cuenta.

—mauro, es él. de nuevo —su voz sonaba preocupada.

¿quién es nacho?

bastarda » dam. [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora