6-Citas, Supermodelos y un Pastor Alemán

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La brisa suave de la tarde acariciaba mi rostro mientras caminábamos hacia el restaurante, una elección improvisada que Ethan había sugerido. El bullicio de la ciudad se sentía vibrante a nuestro alrededor; los sonidos de risas, el aroma a comida, y el murmullo de conversaciones ajenas llenaban el aire, creando un telón de fondo que, en cualquier otro momento, me habría alegrado el corazón. Pero hoy, había una tensión en el aire que no podía ignorar.

Ethan caminaba a mi lado, su risa sonando como música. Había algo reconfortante en su presencia, pero también una inquietud que no podía sacudirme. Era como si las palabras que no decíamos se colaran entre nosotros, convirtiendo lo que debería ser un momento ligero en algo más complicado.

—Este lugar es genial, me encanta cómo se ve por dentro —dije, mirando a mi alrededor mientras entrábamos. La decoración era acogedora, con luces tenues que creaban un ambiente íntimo. Las paredes estaban adornadas con fotos en blanco y negro de antiguos comensales, y una suave música jazz flotaba en el aire.

—Me alegra que te guste —respondió Ethan, sonriendo mientras se acomodaba en su silla. Su sonrisa siempre había tenido la habilidad de hacerme sentir mejor, pero hoy, no podía evitar que mi mente divagara hacia Drew y todo lo que había sucedido.

Mientras revisábamos el menú, el aire se sentía denso. Sabía que Ethan quería hablar de Drew, y esa idea me ponía incómoda. Desde que me había encontrado con Drew y sus acosos, había una nube oscura que seguía acechándome, y no estaba segura de que el tiempo que pasaba con Ethan fuera suficiente para disipar esa sombra.

—Oye, Lindsay... —comenzó Ethan, rompiendo el silencio con su voz suave, pero firme—. Quería preguntarte cómo te sientes con respecto a... ya sabes, lo de Drew.

Mi corazón dio un vuelco. Sabía que este momento llegaría, pero no estaba lista para enfrentarlo. La defensiva se apoderó de mí, y levanté la vista, sintiendo la tensión aumentar.

—¿Podemos no hablar de eso? —dije, intentando que mi voz sonara despreocupada, aunque sabía que no lo estaba. Era como si me estuviera encapsulando en una burbuja de negación.

—Linds, es importante —replicó, su mirada fija en la mía, como si estuviera buscando respuestas. Su sinceridad me hizo dudar, pero la idea de abrirme sobre Drew era aterradora.

—No, en serio —respondí, forzando una sonrisa—. Mejor hablemos de ti. Todavía no me has contado nada sobre tu novia Natasha —señalé recordando las fotos que había visto en la tarde.

Ethan se quedó en silencio, sorprendido por mi cambio de tema. Su mirada tan incómoda como de seguro debía lucir la mía. Suponía que era un logro si habíamos logrado incomodarnos a los cinco minutos de conversación, aunque Ethan no tuviera razones; él estaba intentado plantar a un demente como tema de sobremesa, yo solo quería chismorrear sobre su novia de forma muy inocente.

Bueno... casi.

—Natasha y yo... —comenzó, pero su voz se apagó, y su expresión se volvió sombría. No podía evitar sentir que, al desviar la conversación, también estaba evitando mis propios sentimientos. Era un movimiento desesperado, y al mismo tiempo, un intento de protegerme.

—¿Qué pasa con Natasha? —pregunté, y aunque mi voz sonaba curiosa, había un subtexto de inseguridad que apenas podía controlar—. Nunca pensé que te convertirías en un tipo reservado, Ethan. Vamos, soy yo y tengo mucha curiosidad acerca de tu novia la supermodelo, Maddie quiere que se la presentes.

Él apenas hizo una mueca que intentó disimular casi al instante con una media sonrisa, si mis ojos no hubieran estado fijos en los suyos, casi no lo habría notado.

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