Ay de mi

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Miguel dormía plácidamente en su cama, no tenía idea de lo que le esperaba.

Rosa estaba afuera de la casa, se había traído a unos amigos de tercer año, gracias a que es influyente entre sus compañeras de último grado, los pudo conseguir.

-Espero que recibamos algo de todo esto-

Dijo uno de ellos mientras bostezaba,  pues eran alrededor de las 12:30 de la noche.

-Ya deja de quejarte, estamos haciendo una labor social-

En ese momento, Marco apareció, saliendo de la oscuridad junto con su guitarra.

-No era necesario que me esperaras aquí-

-Quería estar en primera fila cuando empezara el show, además, tengo algo que te va a yudar, muchachos, traiganla-

Rosa hizo señas para que sus compañeros de tercer año salieran con una escalera.

-¿Y ellos? ¿Y eso?-

Marco no pensaba subirse a una escalera.

-¿Cómo piensas acercarte a Miguel si ves que duerme en un segundo piso?-

Preguntó Rosa.

-Ay...pues con tal de que me perdone-

Marco se resignó. Cuando se sintió listo, Rosa y compañía volvieron a las sombras, espectando.

Empezó a tocar despacio su guitarra, pero tenía que permanecer así por un largo rato, hasta hacer que Miguel se despertara, pero eso no funcionó y los que estaban ahí esperando ya se estaban aburriendo.

Rosa entonces decidió meterse a su casa para ir a despertar a Miguel.

-¡Despierta! ¡Hay alguien haciendo ruido allá afuera!-

Le quitó las sábanas de encima, después su almohada y comenzó a pegarle. Pero Miguel estaba bien dormido.

Rosa entró en desesperación y se asomó por la ventana para ver como iba Marco, y él mirando hacia arriba esperando a ver que le decía o qué le indicaba que hiciera.

Volvió a meter la cabeza, y procedió a oprimir la nariz de Miguel con sus dedos para que no pudiera respirar, causando así, que por fin despertara.

-¡Ay ¿Qué demonios quieres, Rosa?!-

Despertó molesto mientras se levantaba y se tallaba un ojo para despertar mejor.

-Que hay alguien afuera, vamos a ver quien es-

Rosa hizo que se levantara, empujandolo hasta la ventana, y aunque Miguel veía un poco borroso, pudo reconocer esa melodía.

En ese momento el corazón de Marco comenzó a latir con más fuerza, pues la vista era hermosa, Miguel con un almohadazo en la cabeza, atento, mientras intentaba adivinar qué era lo que tenía en mente, le era suficiente para inspirarse y comenzar a cantar.

Salías de un templo un día, llorona
Cuando el pasar, yo te vi
Salías de un templo un día, llorona
Cuando el pasar, yo te vi

Miguel no lo estaba creyendo, pero, ¿Por qué esa canción? Estaba confundido, pero muy interesado.

Hermoso huipil llevabas, llorona
Que la virgen te creí
Hermoso huipil llevabas, llorona
Que la virgen te creí

La voz de Marco era tan angelical, que no despertó a ningún vecino, pues tanto eso como la canción que entonaba con la guitarra, eran notas melifluas que sólo envolvía al emisor y a Miguel, el afortunado receptor de tan puros sentimientos.

Ay de mi, llorona, llorona
Llorona, de un campo lirio
Ay de mi, llorona, llorona
Llorona, de un campo lirio

El que no sabe de amores, llorona
No sabe lo que es martirio
El que no sabe de amores, llorona
No sabe lo que es martirio

Y quién mejor que ellos para entenderlo, pues a medida que la canción avanzaba bien que les quedaba el saco.

Durante un pequeño solo, Rosa les hizo señas para poner en marcha el acercamiento de esas dos almas gemelas, por medio de esa escalera.

-Andale, morro, súbete-

Susurró uno de los que estaban ahí, para no interrumpir.

-Si te caes aquí te cachamos, de todos modos no vamos a soltar la escalera-

Dijo otro en voz baja, mientras uno ponía la escalera, Marco no dejaba de ver hacia Miguel, el cual ya estaba completamente perdido en su mirada, por alguna extraña razón, entre esas notas quedó hipnotizado.

No sé qué tienen las flores, llorona
Las flores de un campo santo
No sé qué tienen las flores, llorona
Las flores, de un campo santo

Mientras Marco continuaba cantando, dio un paso sin ver hacia donde, tenía miedo de encontrarse con Miguel en esas circunstancias, comenzaron a temblarle un poco las piernas, pero no fue impedimento para que pudiera llegar, pues sus compañeros sin dejarse notar, lo conducían camino a los escalones.

Que cuando las mueve el viento, llorona
Parece, que están llorando
Que cuando las mueve el viento, llorona
Parece que están llorando

De vez en vez Marco forzaba un poco más la voz para llegar a tono, pues quería que aquella canción fuera digna para el amor de su vida.

Ay de mi, llorona, llorona, llorona
Llévame al río
Ay de mi, llorona, llorona, llorona
Llévame al río

Y cada vez, lo tenía más cerca, Miguel no sólo se perdía en miles de emociones, si no que recordó cuando su mamá Imelda había contado una pieza parecida, y era como si se la hubiera dedicado a Héctor, quien había mencionado antes que era el amor de su vida, que fue un gesto muy bonito por parte de ella.

Tapame con tu rebozo, llorona
Porque me muero de frío

Cuando estaban casi frente a frente, Miguel no pudo evitar sentir ese impulso de cantar junto con Marco, lo que restaba de la estrofa.

Tapame con tu rebozo, llorona
Porque me muero de frío.

Y de nuevo otro solo, el ambiente no podía ser más perfecto, Marcó había olvidado que estaba en una escalera, olvidó por completo todo su alrededor, Miguel, quedó estático pues no sólo la música, si no por el mismo Marco, su voz, el cual con el brillo dorado de sus ojos, lo hacía creer que estaba siendo hipnotizado.

La canción estaba a punto de terminar, Marco, víctima de impulsos que pasaban por su mente como ideas para cerrar como era debido una magnífica pieza, aprovechando que Miguel estaba completamente estático, se acercó más para darle un beso en los labios.

Pareciera que el joven Rivera estaba en un trance, pues eso no hizo que emitiera algún sonido o movimiento, pero eso no fue lo que desgraciadamente interrumpió esa atmósfera de sentimientos sinceros, si no algo más.

-¡Miguel!-

Exclamó Rosa asustada advirtiéndole pues desprevenidamente apareció la señora Elena enojada.

-¡Aguas!-

Tremenda cubetada de agua que le cayó encima a Marco, hizo que perdiera el equilibrio soltando su guitarra, pero afortunadamente uno de sus compañeros sostuvo de nuevo la escalera mientras otro subió para sostener a Marco y evitar que azotara sobre la calle empedrada.

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Así es camaradas no coman ansias :v

Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora